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Clásicos del Cómic - página 4

Saga: Romeo y Julieta en el espacio exterior

¿Qué hubiese sucedido si en lugar de terminar en el trágico suicidio encadenado que todos conocemos, la historia de Romeo y Julieta hubiese ido más allá? ¿Y si la pareja hubiese logrado sobrevivir y permanecer unida? Es más ¿qué hubiese sucedido si ambos hubiesen tenido un hijo común por cuyas venas circulase la sangre de los viejos enemigos Capuletto y Montesco? Shakespeare nos dejó con las ganas de ver un ejercicio así. Sin embargo el guionista de cómics Brian K. Vaughan no se pudo resistir y hace un par de años lanzó Saga. Una serie que muchos críticos han descrito, precisamente, como una colisión de viñetas entre Romeo y Julieta y el universo de Star Wars.

Teniente Blueberry: a la conquista del Oeste

Es paradójico que durante los años sesenta y setenta la mayoría de las películas de vaqueros se filmasen en Europa. Con un país menos crédulo y, sobre todo, más crítico con su propio pasado, el western había dejado de estar de moda. Sin embargo nunca dejó de tener una legión de seguidores incansables que, curiosamente, eran increíblemente numerosos en tierras europeas. Eso justifica por sí solo el hecho de que a finales de los setenta eclosionase un fenómeno como el spaghetti western. También que por esa misma época viese la luz un clásico del cómic ambientado en la frontera estadounidense: El teniente Blueberry.

DMZ: Apocalipsis en NYC

DMZ es un acrónimo anglosajón utilizado con frecuencia en el lenguaje militar y, también, en el de la tecnología. DMZ significa Demitilarized Zone y en los dos ámbitos hace referencia a una zona segura en la que no hay elementos hostiles. Con ese concepto, el de Zona Desmilitarizada, el guionista Brian Wood construyó a principios del siglo XXI una historia en la que un periodista de guerra debía desarrollar su trabajo en el peor escenario posible: una nueva guerra civil en su propio país.

A la deriva

Siempre ha sido más o menos así, pero esta semana en mayor medida si cabe el jefe de Peláez se ha mostrado ajeno a la vida del periódico que supuestamente gobierna, tanto que el pasado jueves demostraba no saber bien si lo que tenía entre manos era un diario de provincias o una revista erótica, el viernes decidió jugar a los acertijos gastronómicos con el humilde periodista y el resto de la semana la pesó con la mente puesta en ideas absurdas como crear un departamento de I+D+i+d+i o hacerse novelista a base de escribir largas frases sin sentido. En definitiva, una semana más en la que el jefe de Peláez no quiere ver la realidad y el humilde periodista ha de sufrir para intentar sacar a flote una cabeceraa a la deriva.

Lanfeust de Troy: Entre trolls y mandobles

Además de la ciencia-ficción hay un género en el que la industria gala del cómic siempre ha demostrado una frescura sorprendente, el de la fantasía. Sin los condicionantes de verse obligados a recurrir a los tópicos más recurrentes de la literatura anglosajona (ya sabéis como son los franceses en eso de buscar la inspiración al otro lado del Canal de la Mancha), el cómic fantástico francés cuenta con algunos títulos muy recomendables. Lanfeust de Troy es sin duda alguna uno de ellos. Tal vez no sea el más importante ni el más famoso pero sin duda es uno de los más divertidos.

Jazz Maynard: el Raval en negro

El cómic, como le ha ocurrido al cine o a los videojuegos, no ha logrado convertirse en una industria cultural en España. Y no es por falta de talento. En los tres sectores exportamos frecuentemente autores que venden sus trabajos en los mercados europeos o estadounidenses con un éxito considerable. Y hoy traigo un ejemplo de ello: Jazz Maynard. Un cómic de género negro concebido directamente para la editorial francesa Dargaud que nos invita a recorrer la cara oculta del Barri del Raval de Barcelona.

The Sandman: En brazos de Morfeo

Pese a que ahora el sumo pontífice de la fantasía, al menos de la más conocida para el gran público, es George R. R. Martin, uno de los autores más influyentes del género fantástico actual es un inglés desgarbado metido a estadounidense de adopción: Neil Gaiman. Pese a no ser excesivamente conocido por estos lares, este tipo es el culpable de que, cuando hablemos de literatura fantástica, Martin mediante, ya no pensemos sólo en castillos y dragones si no, quizá también, en mezclar con la realidad personajes surgidos de la leyenda, el folclore o nuestros más oscuros sueños. Gran parte del mérito se debe a una obra de cómic que Gaiman escribió a principios de los noventa. Se llama The Sandman y a lo largo de ocho años construyó toda una mitología propia compleja, oscura y absolutamente fascinante.

The Red Star: mitología soviética multimedia

A veces hay proyectos creativos que, a primera vista, parecen imposibles por lo complejo de su planteamiento o lo descabellado de sus premisas. Películas que nunca se harán. Libros que nunca se escribirán. Videojuegos que jamás serán programados. Sin embargo los impedimentos habituales de la industria o del género que coartan otros medios pocas veces han condicionado el mundo del cómic. Siembre hay un creador lo bastante original o lo bastante temerario como para embarcarse en un proyecto que a todo el mundo, en principio, le parece una locura. Un proyecto como The Red Star.

La cosa nostra: 100 años de mafia

Quizá sea que el Lado Oscuro, como dijo Yoda, es más atractivo. Pero el caso es que el crimen organizado siempre ha ejercido un extraño influjo en la narrativa. Sobre todo en la más popular, desde la novela negra y pulp hasta el cómic. Claro que también es posible que el mérito sea de Coppola y de Mario Puzzo porque si hay una rama criminal que ha ejercido una influencia determinante a lo largo del siglo XX, esta ha sido sin duda La Cosa Nostra. La mafia italoamericana de la Costa Este que, también en el cómic, ha explotado este atractivo desde una monumental pentalogía.

Wanted: el innegable encanto de ser malvado

Una de las películas que, después de Tomb Raider y Sr. y Sra. Smith, más ayudaron a consagrar la imagen de Angelia Jolie como musa del cine de acción es la flojucha Wanted. Es un hecho medianamente conocido para el gran público. Lo que ya no lo es tanto es que dicha película está basada –muy libremente- en un cómic homónimo. Un cómic que viene firmado por Mark Millar y que ayudó a convertir a su autor en el enfant terrible de moda en el mundo de la viñeta anglosajona en lo que llevamos de siglo XXI.

Santuario: el horror en las profundidades

Hay espacios en los que el ser humano no puede sobrevivir. De ninguna de las maneras. Por eso resultan tan abiertamente hostiles. En el espacio, por ejemplo, moriríamos en cuestión de segundos. Pero tampoco en mar abierto tendríamos demasiadas oportunidades. En las profundidades oceánicas nuestra vida está condenada. Desconocemos qué albergan las simas marinas y esa ignorancia nos despierta un terror atávico e irracional. Un terror que, bien dirigido puede crear obras de ficción deliciosas. Obras como el álbum Santuario.

La guerra interminable

A veces parece que el criterio universal para tildar un cómic como ciencia ficción es que entre sus páginas aparezca, aunque sea remotamente, una nave espacial. Eso convierte el género casi en una convención dentro del mundo de las viñetas aunque en la mayoría de los casos hablamos de lo que comúnmente se conoce como Space Operas, epopeyas futuristas o espaciales. Sin embargo sí existen algunos títulos como La Guerra Interminable, que asumen con consecuencia la etiqueta y se atreven a especular sobre qué fronteras nos ayudará a superar la ciencia en los próximos siglos.

Llegó la hora del Predicador

Un híbrido, medio ángel y medio demonio ha huido del cielo; el fin del mundo parece peligrosamente cerca; un predicador ha perdido la fe; el mal campa a sus anchas por la tierra y, mientras todo esto sucede, Dios está de vacaciones. Visto así, Predicador puede no parecer la lectura más indicada para la Semana Santa. Salvaje, irreverente y a menudo atroz, se burla de todas las convenciones construidas en torno a conceptos como la fe y la religiosidad. Aunque precisamente por eso, quizá no sea tan mala opción para aligerar de algún modo los días de ayuno y abstinencia.

Maus: de ratones y nazis

El de esta semana es, posiblemente, uno de los mejores cómics que jamás se han publicado. De hecho, para qué andarnos con medias tintas; es uno de esos volúmenes cuya literatura trasciende la mera viñeta y por eso, sin riesgo de resultar exagerado, se puede considerar que Maus es una obra con calidad suficiente como para convertirse, con el tiempo, en un clásico universal.

Northlanders: viñetas con vikingos

A un mes, poco más o menos, del estreno de la esperada cuarta temporada de Juego de Tronos, los fans del mandoble y la cota de malla tienen un aperitivo esta semana en forma de serie honrosa y artesana, avalada por el sello del Canal Historia. El estreno de la segunda temporada de Vikingos es una buena excusa para recordar una saga de cómic discreta pero bastante sólida en lo histórico. Firmada por Brian Wood, Northlanders es una colección que, a modo de historias autoconclusivas pretendía llevarnos a la salvaje Europa de la Alta Edad Media de la mano de los descendientes de los pueblos escandinavos que colonizaron desde Islandia hasta las estepas del Volga.

El príncipe de la noche: Vampiros de serie B

Pese últimamente parece que haya zombies donde quiera que miremos, si hay un monstruito que ha despertado la más absoluta fascinación durante generaciones ese es sin duda el vampiro. Docenas de series de televisión clónicas nacidas a la luz de Crepúsculo así lo atestiguan. Sin embargo para los fans de los chupasangres de toda la vida ese nuevo vampiro emo y postmoderno carece del encanto que tiene el vampiro de toda la vida: el auténtico Príncipe de la noche. Así es, precisamente, como se titula este álbum del belga Yves Swolfs que recupera para las viñetas a el elegante transilvano que encarna nuestros miedos más profundos y ancestrales.

Torpedo 1936: Érase una vez en América

La estampa es ya un estereotipo: abrigo largo, sombrero de ala ancha calado hasta las cejas y tabaco. Mucho tabaco. Sólo con estos elementos cualquiera apuesta sobre seguro si quiere adivinar el género. Un género de color negro poblado por gentes como Chandler, Huston, Hammet o Bogart cuyo imaginario también se nutre gracias al mundo del cómic. El noir, con su carga de acción y violencia, de personajes duros y de vidas difíciles, ha sido también un terreno recurrente para la viñeta por el que pasea con indolencia un personaje italoamericano con pedigrí español; se llama Luca Torelli pero todos lo llaman Torpedo.

Hellboy: Sympathy for the Devil

Gracias al cine la figura es ampliamente reconocida: un metro noventa de criatura encarnada, con dos protuberancias óseas en la frente, una descomunal mano de piedra y la mirada furiosa de alguien poco dado a hacer amigos. Hace años la pequeña editorial Dark Horse Comics dio sin saberlo con el que iba a ser uno de los personajes más carismáticos de las siguientes dos décadas. Se llamó Hellboy y su autor, Mike Mignola, se convirtió casi sin pretenderlo en el justo heredero de una larga tradición de autores de relatos fantásticos que casi desde Shelley y Stoker han llevado hasta nuestros días el placer de estremecerse con los cuentos de brujas, demonios y fantasmas.

Brujas en biplano

La noche congela el aliento de los soldados en las frías guardias del frente oriental. En 1943 los militares alemanes que han visto cómo su impetuoso avance se ha frenado en seco en los alrededores de Moscú se enfrentan a un enemigo todavía más implacable que los desesperados soldados soviéticos: el invierno. Pero la temperatura no es lo único que los atemoriza. En la desolada estepa rusa las columnas germanas duermen inquietas soñando con un peligro aterrador que apela a sus miedos más de atávicos e irreales. De un momento a otro las brujas de la noche vendrán a cobrarse su venganza, envueltas en una tormenta de fuego y de metralla.

BlackSad

Cuando uno escucha una historia protagonizada por un animal automáticamente la asocia con un relato para niños. Y eso que una sátira política tan poco infantil como la Rebelión en la granja de Orwell recurre a la fábula animal para resultar demoledora en su crítica contra el estalinismo (resumida en aquella genial idea de que todos los animales son iguales aunque los cerdos son los animales más iguales de todos). Con todo y con eso las fábulas zoológicas siempre han adolecido de una pátina infantil sobre todo en la animación o el cómic Paradójicamente, al igual que sucede con la sátira de Orwell, uno de los mejores cómics de género negro –descarnado y cínico como un relato de Chandler – se llama Blacksad y está protagonizado por un gato.

La balada del mar salado

Volveremos a hablar de aquellos aventureros tituló una vez Hugo Pratt. Y no se equivocaba. Aquellos aventureros eran London, Stevenson, Melville, Salgari y tantos otros que de pequeños nos lanzaron a soñar con selvas perdidas y tesoros ocultos más allá del último de los mares. Pero lo que Pratt no sabía era que él también iba a ganarse un rincón en ese selecto club aventurero gracias a su hijo más famoso: Corto Maltés. Un tipo cínico, descarado y de noble fondo que debutó en la historieta con La Balada del Mar Salado y que, ya desde entonces, se vio convertido en el más genuino representante del espíritu de la aventura.

Los muertos vivientes

Esta semana vuelve a las pantallas de todo el mundo The Walking Dead, una serie que con sus 16 millones de espectadores ya se ha convertido en la más vista de la televisión estadounidense. Con dos premios Emmy y un Globo de Oro la serie es un auténtico fenómeno de masas que ha vuelto a poner los zombies de moda. Pero antes que la serie de televisión existió, y existe, una serie de cómics que desde hace ya diez años ha ido labrándose poco a poco una sólida reputación como uno de los mejores y más inquietantes títulos que se editan en la actualidad.

Locke&Key

En el cómic, como en casi todas las obras que tienen una componente artística, existen dos tendencias mayoritarias y a menudo contrapuestas: por un lado aquellos que ponen el arte por encima de todo, por otro los que buscan únicamente el rendimiento comercial. Hay fanáticos de uno y otro camino aunque, siguiendo la sabia medida aristotélica de que en el medio está la virtud, la mayoría de los lectores nadamos entre dos aguas. A fin de cuentas en una dieta equilibrada tiene que haber de todo.

Watchmen

Quis custodiet ipsos custodes?Es posible que muchos hayáis visto la película de Watchmen. Pasó por los cines con un considerable éxito y, en general, no cosechó opiniones demasiado desfavorables. Zack Snyder lo hizo razonablemente bien. Pero como Alan Moore se ocupó de anunciar por activa y por pasiva mucho antes de que la película estuviese siquiera en producción, el blockbuster de 2009 no es exactamente lo que él tenía en mente cuando en 1986 puso patas arriba el mundo de los superhéroes.

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