Llegó la hora del Predicador

Un híbrido, medio ángel y medio demonio ha huido del cielo; el fin del mundo parece peligrosamente cerca; un predicador ha perdido la fe; el mal campa a sus anchas por la tierra y, mientras todo esto sucede, Dios está de vacaciones. Visto así, Predicador puede no parecer la lectura más indicada para la Semana Santa. Salvaje, irreverente y a menudo atroz, se burla de todas las convenciones construidas en torno a conceptos como la fe y la religiosidad. Aunque precisamente por eso, quizá no sea tan mala opción para aligerar de algún modo los días de ayuno y abstinencia.

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Jesse Custer es un predicador texano que ha perdido por completo la fe.Y aunque no desiste de buscar a Dios en el fondo de la botella sabe que susdías como ministro de la Iglesia están contados. Hasta que tiene unarevelación: un ser monstruoso nacido de la relación prohibida entre un ángel yun demonio cae sobre su parroquia convertido en una bola de fuego. Posee alreverendo Custer y lo dota de un poder absoluto. También le descubre una verdadque nadie, jamás, debería conocer nunca: Dios ha dejado vacante su trono en elCielo y la Creación avanza a la deriva hacia un inevitable juicio final.


El planteamiento, de partida, ya es demencial pero a partir de aquíPredicador todavía mejora más: el reverendo Jesse Custerdecide ir a buscar al Creador… y darle una paliza por irresponsable. Paraacometer semejante empresa desquiciada, el reverendo Custer contará con doscompañeros aún más memorables, un vampiro irlandés y drogadicto y la exnoviadel propio Custer que en esos momentos anda convertida en un sicario delcrimen  organizado.

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Partiendo de las profundidades de la Texas rural, Predicador nos lleva a recorrer el sur de estados unidos en unremedo de western extraño yparanormal en el que, por si aún faltaban elementos disparatados, también hacensu aparición las sectas ultraconservadoras americanas, las sociedades secretasvaticanas e incluso un asesino fantasma al que el propio Dios ha puesto a lacaza de Custer para evitar que desvele que lleva siglos haciendo caso omiso dela humanidad.


Todo este extraño pastiche es mérito de un gamberro norirlandés llamadoGarth Ennis. Guionista de VertigoComics desde principios de los 90, Ennis tenía en su haber el mérito dehaber sostenido con sus guiones la serie Hellblazerdurante un par de años. Ese aval le sirvió para convencer a la directiva deVertigo de que una idea peregrina surgida en las páginas de la serieprotagonizada por JohnConstantine podía servir como base a una nueva colección: ¿qué sucedería siun ángel y un demonio tuviesen una descendencia conjunta?

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Con este punto de partida, Ennis fue construyendo una serie compleja,irreverente y deliciosa en la que se reflexiona –aunque sea a martillazos-sobre ideas como el libre albedrío, el uso manipulador del elemento religioso ola contradictoria política moral del pueblo norteamericano. El mosaico secompleta recogiendoel testigo de Umberto Eco, en su burla de las teorías pseudohistóricastejidas en torno a la estirpe del Grial, y convirtiéndolo en una mofadespiadada. Y además está el western,por supuesto. Porque cada página de Predicadordestila un homenaje nada velado a los clásicos del género que va desde lainclusión del mismísimo John Wayne como amigo imaginario de Jesse Custer hastaun antagonista inspirado –tal y como reconoce el propio Ennis- en el personajede Clint Eastwood en Sin Perdón.


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Durante cinco años y 66 números la serie Predicador se convirtió en una de las más exitosas de la historiadel cómic, llegando a vender hasta 50.000 ejemplares. Se llevó algunos de lospremios más importantes de la industria y, lo que quizá es más relevante parauna obra de corte fantástico, influyó en el mismísimo Stephen King que lareconoce como una de las principales inspiraciones para su serie La Torre Oscura.


Predicador es una combinación tan absolutamente extraña que resulta memorable. Yfunciona. Pese a algunas irregularidades en el desarrollo de las historias y,tal vez, pese a un final que parece algo apresurado, Predicador es una obra tan extensa como genial. A lo largo de losmás de 60 números uno no puede evitar cogerle un profundo cariño al reverendoCuster que llega a convertirse en ese tipo de héroe que apenas abunda ya. Unhombre de bien. Duro y consecuente, heredero de aquellos  tipos justos que protagonizaban los western de John Ford. Un tipo que harálo que tenga que hacer por defender lo que considera justo. Aunque  sea ir dando tumbos por el mundo hastaencontrar a Dios. Y entonces darle una paliza por necio.


Soma Comunicación

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