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Butacón del Garci

Cuando vuelan los mártires

Fotografía: Marga Ferrer
Fotografía: Marga Ferrer

Volaron las ideas y dejaron un rastro de sombras masacradas. Se lanzaron flechas al corazón y las flechas no encontraron su camino. No hubo luz.

Said o Adnan o Mustafá, qué importa el nombre

Se llamaba Said, tal vez Adnan, quizás Mustafá, qué importa ya su nombre, murió hace unos días devorado por las aguas, que se tragaron su sueño, su procedencia, su historia. El cuerpo de Said o Adnan o Mustafá, lo encontraron el otro día en la orilla de una playa andaluza, yerto y escupiendo olas, como un calamar derrotado, bajo un cielo que azulea un verano sin nubes y brotes de un calor arbitrario e intenso.

Nadie te habla de amor

Cuando hablas quieres que el mundo se pare, que no vuelen los pájaros y el viento deje de soplar. Pero tú no escuchas. Cuando te hablan eres una estatua de bronce que ahuyenta a los niños con tu mirada de hielo. Tu corazón es un iceberg gigante que hundió al Titanic y derrama mariposas de acero.

Soldaditos de plomo

En estos primeros días del año ya tienes completa la lista de propósitos, un ramo extenso de proyectos que dentro de varias lunas se secarán en algún rincón de tu cabeza como las flores de una maceta sin agua. En estos primeros días tendrás el hambre suficiente para comerte el mundo, aunque esa voracidad depredadora desaparecerá de tu ventana con las primeras brisas de este invierno pegajoso y mustio como la cera de un panal abandonado.

La noche no te acuchilla el alma

La noche no acuchilla tu alma en esta oscuridad de luces rotas, es tu soledad la que rompe los cristales y rasga la esperanza con tu mirada, con tu codiciosa y fría mirada. Pulsas un botón y la vida de varias personas desaparece de tu organigrama. Murieron por tu culpa, depredador de corazones nobles, bajo tus zapatos acharolados y tu sonrisa de lobo hambriento.

Tal vez pueda esta noche

Puede que llueva un día en que el sol ande durmiendo; puede que el pino no dé más sombra porque piense que el lince ya no respira cobijado en sus agujas; puede que el jabalí rastree algo más que oxígeno para seguir viviendo y los milanos disparen su hambre sobre el pecho huérfano de los conejos.

Sigues ahí mientras la vida pasa

La vida pasa y tú sigues ahí, reparando estrellas, contando los pasos que faltan para llegar al otro espejo. Eres un coleccionista de días que apenas dicen nada en el calendario, un recaudador de momentos que vaga por los pasillos de la corte de los indiferentes a la espera de un cielo más azul, de una camisa blanca, de una pregunta que nunca hicieron.

Mi casa es la de todos

Mi casa siempre está abierta para todos. Mi casa no es una caldera encendida donde se queman los pensamientos y se arrojan al viento las cenizas de aquellos que intentaron comprar el mundo con una sonrisa. El Dios que entra en mi casa no tiene nombre ni rostro, solo abre su mano y te ofrece su mesa.

País sin banderas

Nada más agradable que el olor a croissant recién hecho cuando entras en cualquier cafetería por el Eixample barcelonés. O pasear, calle Balmes abajo, cuando el sol te regala los últimos chispazos de luz en pleno otoño. O ver el mar con los ojos del almirante Colón cuando la noche y la luna tiñen de plata sus olas. Yo respiro a pura vida, como en casa.

Se compran los sueños

Puede que el día todavía no haya salido en esta parte de la tierra, puede que los pájaros emigraran a un otoño diferente y que las hojas de los plátanos se resistan a caer como hasta ahora, puede que esta larga madrugada siga con el reloj parado, esperando un autobús que no llega, un destino que no existe.

Las sombras y el hombre

El hombre nunca guarda en su mano una flor, guarda una espada o una pistola. El hombre no mira la inmensidad del mar, el espejo azulado de su faz, sino la forma de cruzar las aguas sin mojarse.

Te llamas miedo

No cae la nieve y la lluvia emigró a lugares que no conozco, miro al hombre que llevo dentro y no saludo, pero el paisaje es el mismo: una montaña desnuda de sol y un río que no se habla con el mar. Pasamos al ritmo de la corriente sin más equipaje que nuestra mal vestida tristeza, sorteando gritos de cristal y mensajes apócrifos.

El hombre que perdió su nombre

Antes de mirar la oscuridad del abismo quiero que abras los ojos y veas que el cielo sigue cuajado de estrellas. Verás que no hay nada más hermoso que un racimo de sonrisas sinceras, o un manantial de caricias que brotan desde esa fuente que muchos no quieren conocer y llamamos corazón.

En mi país

Vivimos en un país tan disparatado que puede que un día el sol amanezca en otra parte. Hablar con el vecino se ha convertido en una cuestión de estado, si es que el estado es algo serio. Hablar en esta tierra sí cuesta dinero, aunque escuchar es algo que murió de un estacazo. La ley solo mira a una parte y apenas mira; solo es un espejo roto que cuelga en una pared desconocida.

Somos invisibles

Quedó el dibujo del presidente de este país, España, tratando de salir de una ratonera a golpe de obús y sin recitar a Lope; el que dirige el timón de este atribulado territorio no dice nada, no asegura nada, no afirma nada, no pregunta nada, no dice nada… Es el presidente del país de los invisibles, el que llega siempre tarde y siempre se encuentra en medio de una nada que duele tanto que hasta el dolor vive bajo sospecha.

Vas y te disparas, ya nada importa

Vas y te disparas, o te disparan, un tiro en el pecho y tu vida desaparece con todos tus recuerdos. Ya no eres nadie si algún día fuiste alguien. Un trozo de carne que se pudre de forma inexorable, como una hoja de papel expuesta al fuego. O una rama de abedul prendida en el olvido.

El Parlament y la independencia

En el Parlament catalán están cociendo a fuego muy lento la madre de todas sus leyes, una que hará que las curvas se tracen de forma recta y deje la Constitución española con menos efecto que el pisotón de una hormiga. En una Europa Unida (según el catecismo de la UE), la dirigencia política de Cataluña se quiere separar de España, que supuestamente es Europa.

Borraron el camino de Cuesta Maneli

El domingo ardía una parte del cielo de Huelva y el mar asistía impotente al desastre ecológico de esta parte del sur de la península. A mí me gusta el mar, siempre me gustó dibujar la línea del horizonte y esperar a que algún barquito, a lo lejos, rompiese esa línea como hacen los niños cuando blanden un lápiz a modo de espada sobre el papel. Para mí, aquella playa inmensa de arenas finas y agua poderosa era un trozo de paraíso que inoculaba la mejor de las energías en mis venas. Todo aquello sigue, pero el fuego borró el camino.

La avería de este mundo

Me hubiera reído si el fondo de la cuestión no encerrase un almacén con toneladas de sangre y tragedia. Pero confieso mi asombro ante la tragicómica visión de la detención de los tres yihadistas en Madrid, tres tíos en chanclas, bata blanca hasta los tobillos y casco de motorista. Más que andar maquinando métodos de muerte, parecían tres guiñapos participantes de una fiesta carnavalera.

Corrupción: la vida sigue igual

En las últimas sesiones de un Parlamento que representa a todos los ciudadanos españoles se puso sobre la mesa un plato indigesto: la corrupción. Nada menos que 65 casos de fango corrupto se enumeraron en la primera sesión plenaria. Los del partido mayoritario miraron a otra parte. Como si la lluvia cayera en Vietnam, nadie estiró un músculo. 65 casos de corrupción, sumados unos y otros, son miles de millones esquilmados al erario público. O sea, te han robado a ti, amigo lector.

El revés lo es todo

La vida está tan al revés que nunca pasó nada que ayer no vimos. Los perros ladran en la calle por miedo a la oscuridad y no saben que la oscuridad baila a pleno día y la soledad no sabe si todo es azul o un pájaro ciego que no encuentra su nido. La vida es así, un manojillo de dudas, un miedo atroz a los minutos, el guardia que nunca dejó pasar a las hormigas.

Réquiem por un día que pasa siempre

Ya no existen adjetivos para calificar la barbarie de los hombres que matan en nombre de alguien que no conocen. El odio cubre de cemento los corazones y el alma se escapa de aquellos robots incultos que no ven, no escuchan, no piensan, no sienten, solo destruyen.

La muerte de un periodista

En México fue asesinado otro periodista. Se fue al otro mundo con doce balazos, doce. Murió por escribir verdades que a otros no gustan. La verdad es una bebida que perfora el estómago de los corruptos e ilumina a los inocentes. Pero la mentira dispara a dar y mata a los que la combaten.

Les Luthiers en los altares

Hoy me ha llovido una alegría: Les Luthiers han recibido un premio. No importa qué premio, uno: se han acordado de una gente que saca de sus bolsillos, tal vez del alma, un puñado de sonrisas que suelen repartir por el mundo desde hace cincuenta años. ¿Quién no le da un premio a una gente que endulza millones de corazones? Un altar le pondría yo si fuera menester.

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