DMZ: Apocalipsis en NYC

DMZ es un acrónimo anglosajón utilizado con frecuencia en el lenguaje militar y, también, en el de la tecnología. DMZ significa Demitilarized Zone y en los dos ámbitos hace referencia a una zona segura en la que no hay elementos hostiles. Con ese concepto, el de Zona Desmilitarizada, el guionista Brian Wood construyó a principios del siglo XXI una historia en la que un periodista de guerra debía desarrollar su trabajo en el peor escenario posible: una nueva guerra civil en su propio país.

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DMZ
nos hace avanzar apenas unos años en el futuro paramostrarnos cómo EEUU vuelve a estar dividido en dos. Los autodenominadosEstados Libres de América han convertido el centro del país en una nueva nacióndesde cuya capital en Montana llevan un tiempo poniendo en jaque al gobiernofederal. La segunda guerra civil está estancada y el frente apenas se ha movidode la línea del Río Hudson. Allí, entre un bando y otro, la isla de Manhattanes una tierra de nadie. Una zona desmilitarizada donde la ciudad que nuncaduerme se ha convertido en una ruina en la que resuenan los ecos del conflictomientras los ciudadanos que todavía sobreviven se hayan inmersos en su propiaguerra por seguir adelante.  


Matty Roth es el becario de la cadena Liberty News. Un becario con suerte, o eso cree él, puesto quegracias a sus contactos familiares ha logrado que lo asignen al equipo delperiodista estrella de la cadena. Sin embargo su suerte se extingue en elmomento en el que una milicia local asalta el helicóptero en el que losperiodistas sobrevuelan la isla de Manhattan y Matty se encuentra sólo en elcentro de la DMZ.Él es el único periodista en el interior de la ciudad y, pese al shock inicialy al miedo que le supone estar aislado en un entorno hostil, poco a poco iráganando confianza en sí mismo y se decidirá a cumplir con su deber de informar,llevándonos a recorrer los más sobrecogedores espacios de esta isla sin ley niesperanza.


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Pese a lo que pueda parecer, DMZes todo un ejercicio de empatía en el que el autor Brian Wood –del que ya hablamos por aquíal hilo de susNorthlanders– propone a losnorteamericanos el escalofriante ejercicio de ponerse en la piel de unciudadano de Oriente Próximo que ve como, de la noche a la mañana, todo aquelloque consideraba normal es barrido de un plumazo y la normalidad cotidiana de suciudad desaparece aplastada por la maquinaria de la guerra. Porque en el fondo DMZ es un ejercicio de provocación.Sobre todo para el lector medio estadounidense que debe plantearsecontinuamente la incómoda pregunta de tratar de decidir qué haría él en esasituación terrible.


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DMZ
se sitúa en la misma línea de otras series que aprincipios del siglo XXI han revolucionado el panorama del cómic norteamericanopara adultos -como Los muertos vivientes o Y El último hombre– haciendo que ellector se asome al escalofriante abismo del apocalipsis. No importa que sea poruna epidemia zombi o una guerra total, esta nueva hornada de guionistas pareceinteresado en obligarnos a reflexionar sobre qué ocurriría si toda la comodidadsobre la que hemos construido nuestra vida cotidiana desapareciese de repente. Unatendencia, por cierto, que tiene muchas posibilidades de convertirse también enun fenómeno televisivo puesto que, después del éxito de The Walking Dead, otros cómics deesta línea como el mismo DMZ llevancamino de tener su réplica en la pequeñapantalla.


Para los periodistas, además, DMZcuenta con el aliciente de asomarse a la profesión de una manera algo extremapero interesante. Y es que, si ya de por sí es difícil informar sobre unconflicto sin perder la objetividad, cuando el enfrentamiento es una guerracivil que desangra tu propio país, informar de una manera mínimamente neutra sevuelve una tarea poco menos que imposible.


Javier Montes

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