Watchmen

Quis custodiet ipsos custodes?Es posible que muchos hayáis visto la película de Watchmen. Pasó por los cines con un considerable éxito y, en general, no cosechó opiniones demasiado desfavorables. Zack Snyder lo hizo razonablemente bien. Pero como Alan Moore se ocupó de anunciar por activa y por pasiva mucho antes de que la película estuviese siquiera en producción, el blockbuster de 2009 no es exactamente lo que él tenía en mente cuando en 1986 puso patas arriba el mundo de los superhéroes.

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Watchmen se lanzó como una miniserie que pretendía renovar el Universo DC para conseguir darleun impulso frente a su eterna rival Marvel que, en aquellos momentos, la estabavapuleando en ventas. El resultado, sin embargo, fue muy diferente delesperado.


Ese es quizá el principal fallo que pueda achacársele a la película deSnyder. Porque, mientras que la versión cinematográfica es en esencia unapelícula que trata sobre las vicisitudes de ser un vengador enmascarado, elmonumental cómic de Alan Moorey del dibujante DavidGibbons, es una reflexión desnuda sobre el Poder. Con mayúsculas.


Durante la Edad de Planta del cómic norteamericano los guionistas yahabían introducido elementos como la moralidad del héroe y su legitimación. Esafrase, erróneamenteatribuida al Tío Ben, que Spidermanrepite hasta la saciedad no es más que un ejemplo de esa nuevapreocupación.  Como heredero de aquellacorriente, Moore recoge esa reflexión pero la lleva un paso más allá.


Partiendo de un versode Juvenal que ha encontrado con frecuencia eco en la literaturaanglosajona – especialmente en la de ciencia ficción – Alan Moore escribe laque posiblemente sea su obra más monumental. Larevista TIME consideró que Watchmenera la consagración definitiva del cómic como un vehículo de expresiónliteraria más y la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía leotorgó en 1988 el Premio Hugo. Era la primera vez en la historia del galardónque ganaba una novela gráfica. 


Watchmen es una ucronía, una ficción situada en unarealidad alternativa en la que los superhéroes llevan patrullando las calles deEEUU desde los años veinte. Hasta que el gobierno, temeroso de su poder, decideprohibirlos amparándose en la terrible situación de alarma social que generansus actividades. El argumento es falaz y, tal y cómo vemos en el desarrollo dela narración, oculta una lucha encubierta entre las diversas facciones delpoder estadounidense. Todo esto se produce, además, en un momento en el que laGuerra Fría está a punto de devenir en holocausto nuclear.


A partir de este punto Moore aprovecha para hacer una metódica disecciónde los mecanismos del poder y de cómo estos se sirven del miedo y de lapropaganda para conseguir manipular conciencias. La obra es también un retratobastante aproximado de cómo funciona la formación de la opinión pública en lasdemocracias occidentales y, por encima de todo, es capaz de ilustrar con unelemento ficticio – el superhéroe – cómo funcionaba el precario equilibrio queevitó que durante la Guerra Fría medio mundo hiciese saltar por los aires alotro medio.


Ya sólo por esa capacidad para retratar la sociedad en que él estabaviviendo – y en anticipar de algún modo la sociedad-espectáculo que vinodespués – vale la pena echarle un vistazo a esta novela gráfica. Pero, comotodas las obras de Moore, Watchmen esmucho más de lo que tenemos a simple vista. En la obra son frecuentes yabundantes las referencias culturales y científicas, desde el Watergate hasta John Milton y su Paraíso Perdido, pasando por la físicanuclear o las obras de WilliamBurroughs.


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Watchmen
no fue, ni mucho menos, la primera obra deAlan Moore. Ni siquiera fue la primera que firmaba para DC Comics, pero sinduda fue la que lo encumbró. Con su edición en formato de novela gráfica en1987 la obra recogió tal cantidad de críticas favorables y supuso tal prestigiopara su autor que Moore se vio convertido, de algún modo, en el padrino de lanueva generación de autores que han sentado las bases del actual cómic mainstream para adultos.


El prestigio de algunas de sus obras fue el que llevó a Hollywood afijarse en ellas a la hora de encontrar nuevas historias que llevar a la granpantalla: las adaptaciones de From Hell, LaLiga de los Hombres Extraordinarios y V de Vendetta(de las que Moore también ha renegado una y otra vez) acercaron sus obras algran público. Pero no sólo eso, volvieron a poner de actualidad los cómicsoriginales en los que se inspiraban, suscitando la curiosidad de losespectadores que se aproximaban a las historietas atraídos por las historiasque habían visto en el cine.


Sin Watchmen, Moore no habríatenido el crédito ni la capacidad para crear esas otras obras y posiblemente elcómic seguiría siendo hoy algo minoritario o con una imagen entre el granpúblico limitada a los superhéroes  y susmallas. Paradójicamente, el cómic que lo hizo posible fue encargado y recibidoen su momento como una miniserie más de superhéroes.


Laura Bellver

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