El boxeo, la moda y los estigmas

Visto hasta no hace mucho como algo clandestino y residual, la disciplina se hace un hueco en grandes gimnasios modernos y renace en medios de comunicación o literatura.

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El boom que está viviendo la pasión por el deporte, la vida sana y el cuidado personal está alcanzando cotas inimaginables hace tan solo unos años. Con buena parte de la población enganchada al running, el spinning, el body pump o el pilates, tanto gimnasios como usuarios buscan constantemente formas de innovar las rutinas, introducir nuevos elementos de entrenamiento y conseguir así una estabilidad en la cima de la motivación. En ese contexto, hace ya unos años que empezó a convertirse en una moda uno de los deportes más clásicos y con peor concepto social: el boxeo.

Hasta no hace mucho tiempo, el boxeo en España era visto como algo prácticamente residual, propio de gimnasios semi clandestinos en los suburbios de las grandes ciudades y con una función casi de inserción, para evitar que los chicos de la calle cayesen en malas prácticas o vicios. Se asociaba a una imagen violenta, de clase baja, e incluso algunos medios de comunicación vetaban cualquier noticia sobre boxeo. Periódicos como El País, uno de los principales medios escritos a nivel nacional, abogan abiertamente en sus libros de estilo una línea editorial “contraria a la difusión” de este deporte.

Pero la búsqueda constante de nuevas técnicas de ejercicio, la literatura, el cine e incluso los videojuegos han ido poniendo en duda progresivamente ese estigma: ¿se ajustan los tópicos sobre el boxeo a su realidad? En ocasiones sí, pero el boxeo no se limita a esa concepción. Su tradición de deporte noble y de caballeros puede comprenderse sabiendo uno de los principios fundamentales de esta práctica: un buen entrenador de boxeo jamás aceptará entrenar a un pupilo que quiera aprender boxeo para practicarlo en la calle y no en un ring.

 Así, con la sociedad empezando a mirar al boxeo con otros ojos poco a poco, su práctica comienza a introducirse paulatinamente en los centros deportivos. Ya son pocos los grandes gimnasios que no ofrecen clases, e incluso han aflorado cadenas de gimnasios de variantes del boxeo (como Fightland o Brooklyn Fit Boxing) en los que ponerse unos guantes y golpear a un saco es el día a día de muchos socios. El boxeo inglés, el de toda la vida, no implica irse a casa con un ojo morado o la nariz rota. Sus técnicas, en las que se trabaja todo el cuerpo de una forma muy completa, son ideales para ponerse en forma, perder peso y tonificar todos los grupos musculares.

 

Parte de la cultura popular
Aunque en 2017 todavía no se puede decir que el boxeo forme parte del conocimiento colectivo de la sociedad española, ya hay muchos elementos que ayudan a su difusión. Grandes clásicos de la literatura, como ‘El combate’ de Norman Mailer; películas de culto como ‘Million Dollar Baby‘ o ‘The Fighter’ y periodistas como David Gistau (recientemente ha publicado un libro sobre boxeo llamado ‘Golpes bajos’) o Juanma Rodríguez ponen cada día una nueva piedra en el castillo del proselitismo. Pocos deportes han inspirado tantas piezas musicales, cinematográficas o literarias como el boxeo.

 Además, otras modalidades de deportes de contacto como la UFC (con personajes como Conor McGregor) están ayudando a ver que golpearse dentro de un ring puede tener más de técnico, táctico y estratégico que de violencia gratuita. La dimensión social y hasta política de boxeadores legendarios como Muhammad Ali o el actual Manny Pacquiao supone una aproximación a la cultura popular con un deporte como vínculo, algo que muchas veces no consigue ni el fútbol. El boxeo, lejos de estigmas demostrados injustos, es hoy en día una práctica con más adeptos cada día.


@ivan_munoz

iván J. Muñoz

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