Comer entre cien años de historia

El Cortijo El Hervidero descansa desde hace más de un siglo a los pies del parque nacional de Sierra Nevada, impasible al paso del tiempo. Su carta -no apta para vegetarianos- ofrece una cocina tradicional granadina a muy buen precio. 360 Grados Press descubre este sitio gracias al infalible boca a boca y -además de ingerir numerosas calorías- descubre una historia de maquis, colonos y un secuestro. ¡Que aproveche!

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Uno sabe que está en un lugar especial desde elmismo momento en el que pisa el suelo de Casa Macareno (como se conoce aeste restaurante). Los azulejos del suelo, típicos andaluces con geometríasárabes, han aguantado estoicamente miles de pisadas desde que los colocaron enel año 1876. La casa la mandó construir un notario de reconocida fama enGranada con el fin de criar ganado, tener huerta propia y disfrutartranquilamente con la familia de un idílico paisaje de montañas con picosnevados.

 

Pero la historia de España cambió y con ella lasprevisiones de ésta y miles de familias más. En 1936 lo secuestraron unosmaquis que se escondían por la zona. Afortunadamente no le pasó nada, pero elmiedo ya había hecho mella en el cuerpo y huyó a Madrid a vivir, dejandoarrendado el cortijo a los colonos que lo cuidaba. Y así es como llegó a manosdel bisabuelo de Miguel Martín Sánchez, todos ellos -abuelo, padre e hijos-conocidos como los “Macarenos”. “Mi familia cuidó el cortijo hasta que 1971 mipadre, al tenernos a mí y a mi hermano [gemelos], decidió cambiar el ganado yla huerta por botellas de JB [whisky]”, comenta con un acentoindiscutiblemente granadino entre risas y sorbos a su café carajillo.

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Este merendero era el sitio ideal para que lasfamilias con sus niños vinieran a esta zona a disfrutar del buen tiempo. Unabarra donde servían cerveza y alguna que otra racioncilla fruto de lamatanza de su propio ganado y de lo cultivado en su huerta, era todo lo queofrecían a los domingueros de Granada que se acercaban por allí. Eso y un buenambiente donde jugar al dominó, pasear y jugar a las cartas.  

 

El concepto fue evolucionando hasta convertirseen el restaurante que podemos encontrar hoy en El Hervidero, al final delcamino -primero de asfalto y después de tierra- que lleva desde la Zubia aCumbres Verdes. Los años han pasado pero no ha perdido ese espíritu delmerendero de hace más de 40 años. “La casa se ha mantenido intacta porque nosgusta tal y como es. Hemos reformado nada más que lo justo”, señala orgullosoel hostelero.

 

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Su carta invita al comensal a disfrutar de unfestín de calorías como si no hubiera un mañana. Choto al ajillo,papas a lo pobre, migas andaluzas acompañadas de melón, habas con jamóny potaje son algunas de las delicias que se pueden degustar en cualquiera delas pequeñas estancias -algunas con chimenea incluida- de este gran caserón.Todo cocinado con ese toque tan especial digno de la comida de la abuelay a un precio más que económico [15-20 euros]. El resultado de tan tradicionalcocina -obra de la matriarca de los Macarenos- y el rápido servicio: queel cortijo está siempre lleno. “Nuestro secreto es que tratamos bien a laclientela. Comen a gusto, les tocamos poco el bolsillo y encima no les pegamos”,añade con cierto tono de cachondeo andaluz.

 

Después de unos deliciosos postres caseros -porejemplo, un riquísimo arroz con leche, si el cuerpo aún aguanta- lo más sensatoes aprovechar el paraje donde nos encontramos para dar un paseo por losalrededores y bajar la comida, intentar avistar alguna cabra montés y llenarunas botellas con agua mineral de la Fuente del Hervidero.Respirar el aire fresco y frío de la sierra y sentir la historia de este lugardonde hace 137 años un afamado notario de Granada quiso asentar los cimientosde un cortijo que poco disfruto.

@MiriamReyes


El Restaurante abre todos los días menos losmartes. También en invierno. Nota importante: no admite pagos con tarjeta. 


Eva Sariego

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