Puedes besar a la novia

Por Javier Montes, periodista

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No hay boda que se precie sin que el cura de turno pronuncie la frase mágica “puedes besar a la novia” y no hay cosa peor que ver a un novio empalagoso morrear a su flamante esposa ante los ojos vidriosos de familiares y amigos. Para el que escribe, roza lo chabacano. Habrá algún lector al que le resulte romántico y emocionante pero… qué quieren que les diga, a mi me parecen ritos patéticos y en la medida en que se mezclan las lenguas, hasta de mal gusto. Que conste que me considero un romántico, ¿eh?

En la película dirigida por Vanessa Parise las cámaras no se recrean en ese beso de tornillo pero sí en otros rituales parecidos que convierten esta comedia romántica y familiar en un bodrio entretenido pero falto de contenido.

Puedes Besar a la Novia (2002) nos adentra en la vida cotidiana de los miembros de una familia italo-americana de Rhode Island. La historia comienza cuando Niki, Chrissy y Toni, tres hermanas muy diferentes, llegan al hogar paterno tras varios años fuera de casa para asistir a la boda de su cuarta hermana, Danni. El padre, de carácter áspero y normas severas, ha provocado que tres de sus cuatro retoños le salgan rana. Una broker de Nueva York, una actriz de televisión que hace papeles del estilo de Pamela Anderson en Los vigilantes de la playa, y una rockera lesbiana que fuma porros y masca chicles, se enzarzan en una serie de movidas que dan fe de que son felices por fuera pero unas desgraciadas por dentro. Guapas pero infelices. El caso es que Danni, a la que va a besar el novio, es la que siguió una vida más tradicional y sencilla y resulta que es la más feliz de las cuatro. (Si es que en esta vida no hace falta nada para ser feliz. ¡Ni un camión!).

Hay mucho lagrimón, hay cuernos, hay puñetazos, hay amores eternos, mucha comida y algún chiste fácil. Por haber hay hasta una limusina, un apartamento con vistas al mar, una pachanga ridícula de fútbol americano y una abuela entrañable. La comedia tiene menos fondo que un saco roto y por eso se llena de miradas previsibles y desenlaces programados. Está bien para pasar el rato porque no se hace pesada pero si tienes otra alternativa… ¡Besa a tu pareja!

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