Hace ahora más de ocho años, el Teatro Rialto de la Gran Vía madrileña acogía el estreno de Hoy no me puedo levantar, el musical de más éxito jamás escrito en lengua castellana. Casi una década después y con más de dos millones y medio de espectadores a cuestas, una nueva versión de la obra vuelve a trasladar la céntrica vía madrileña a la década de los 80, esta vez desde las butacas del Teatro Coliseum.
Hay obras, pocas, que te hacen salirdel cine o el teatro con una sonrisa en la boca y energías renovadas. Me pasóhace no tanto con el estreno cinematográfico de Ruby Sparks (Jonathan Dayton yValerie Faris, 2012). Y me volvió a suceder la semana pasada en el preestrenode Hoy no me puedo levantar, el musical que con las canciones de Mecano haconquistado el mundo hispano trasladando a los asistentes a la movida madrileñade los 80. A una ciudad en plena efervescencia donde la vida, la música y lasdrogas florecían en cada rincón alimentadas por las luces de neón de loslocales de moda.
Mario, María y Colate son los tresprincipales protagonistas de una historia que encaja en todo momento a laperfección con las letras de las canciones más emblemáticas de Mecano. Losconocidos rostros de Daniel Diges, Andrea Guasch y Adrián Lastra dan vida consoltura a estos tres personajes centrales. Sin embargo, son Canco Rodríguez yAna Polvorosa (dos viejos conocidos de la pequeña pantalla por sus papeles en laserie Aída) los que se ganan con más facilidad al público por sus gagshumorísticos. Junto a ellos, David Carrillo y Alejandro Vega, dos de losgrandes descubrimientos del espectáculo, dan lustre a un elenco envidiable.
Pero si la historia, la música y lasinterpretaciones convencen, lo que más destaca en esta nueva versión de Hoy nome puedo levantar es su espectacular puesta en escena. Luces, efectos,coreografías y escenarios ponen a la obra en la misma liga que los grandes musicalesde Broadway o Londres gracias a una inversión sin precedentes en el teatroespañol. Un espectáculo visual que vale por sí sólo la entrada y que tiene alpúblico en un constante estado de admiración desde el primer travelling por lostejados de Madrid hasta la apoteosis final con el público puesto en pie ovacionandoa todos y cada uno de los miembros del musical en una comunión protagonistas-públicoque un servidor jamás había tenido la suerte de vivir.
Si tienen la oportunidad, no se lapierdan. Si vieron la primera versión, es posible que algunas cosas les gustenmás y otras menos. Pero la magia sigue intacta. Rían, lloren, canten, aplaudan,bailen. Y sobre todo disfruten de un espectáculo único e inolvidable. De esosque dejan huella y te hacen salir del teatro con una sonrisa en la boca. Fueraespera una Gran Vía madrileña más ochentera que nunca.
José Manuel García-Otero