Es como si alguien me lo hubiese escondido y la verdad es que me cuesta recordar en que lugar lo puse. No te rias. En serio, para. No recuerdo dónde lo dejé por última vez.
Era así, como algo importante. De eso que siempre llevas contigo y es imposible que se te escape de tu horizonte mental. Sí que sé que lo tenía siempre a mano, que estaba siempre de mi lado y que tan rápido como estaba volvía a estarlo, pero te juro que ahora me estoy volviendo loco porque cuanto más se piensa en recordar algo menos se hace.
No está en ninguna parte. He mirado por donde solía ir cuando todo costaba más de la cuenta y cuando las cuentas no salían por mucho que sumases ceros. Tampoco lo he encontrado por donde suelo moverme, ni con quién suelo hacerlo. Porque no está. Y sé que era algo esencial, algo importante. Lo más importante.
No me mires con esa cara. Anda, ven y échame un cable; para lo que queremos Seguro que con cuatro ojos lo veremos antes. No me digas “no se” porque es como un “porque yo soy así” que ni cambia lo que hay ni mejora el momento y, para eso, mejor ni me mires.
He tirado de cuenta bancaria y no me consta ningún movimiento. Alguien me lo ha quitado o lo he perdido. Ya no me quedan más recursos porque sé que es algo que nunca volverá, porque no recuerdo dónde lo dejé o a quién se lo di pero sé que era mío.
Lo que sí sé es que era algo que no podemos comprar pero si compartir.No recuerdo dónde lo dejé.
Porque si ya no lo tengo yo. Lo tendrá otra persona.
Como todo en esta vida.
José Manuel García-Otero