La cosa del pantano: inventando Vertigo

Antes de que existiese Vertigo, la industria era tan conservadora que no se interesaba lo más mínimo en aquellas historias que se saliesen de la norma. Centrada en la publicación de historietas de superhéroes que compitiesen con Marvel, DC Comics tenía miedo de apostar por guiones más arriesgados que se alejasen de los estándares que la industria ofrecía al adolescente promedio. Hasta que decidió poner al frente de una de sus series minoritarias a un inglés excéntrico llamado Alan Moore que convirtió dicha serie en el paradigma de lo que para muchos han sido, tiempo después, las principales señas de identidad de ese otro tipo de cómics americanos.

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ECC ha tenido una idea feliz: volver a publicar el antiguo material que DC publicó a principios de los 80 en seis volúmenes de tapas duras y cuidada edición para poner de actualidad un personaje, y una serie, que los aficionados a las viñetas de medio mundo idolatran. Y no es para menos.

 

La cosa del pantano acabó favoreciendo el desembarco de una nueva oleada de guionistas británicos que pusieron patas arriba el panorama del comic, enriqueciendo los planteamientos de muchas series clásicas e introduciendo nuevos títulos y personajes. Además, gracias a ella, DC se planteó la necesidad de dar mayor protagonismo a los títulos con orientación más adulta, centrados en temáticas menos infantiles y más pegados a la literatura popular de género como la novela negra o el terror. Era el primer germen de Vertigo Comics que, apenas 10 años después, era ya el buque insignia de esta nueva manera de entender el tebeo.

 

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En realidad Moore no creo La cosa del pantano. La serie apareció por primera vez en 1972 de la mano del guionista Len Wein y el dibujante Bernie Wrightson. En ella conocíamos la venganza del científico Alec Holland, que vuelve a la vida convertido en una criatura de pesadilla para castigar a los culpables de su muerte.

 

La serie había languidecido a principios de los ochenta cuando el encargo de revitalizarla cayó en manos de un poco conocido Alan Moore a quien Len Wein admiraba por su trabajo en Miracleman y V de Vendetta.

 

Comienza entonces la etapa de Moore que, poco a poco, supo cimentar la serie el terror psicológico y aderezarla con el ecologismo, la crítica a las desigualdades sociales y los principales temas de actualidad que entonces preocupaban tanto en Estados Unidos como en Europa.

 

La culminación de este periodo fue American Gothic, una saga en la que Moore recuperó a casi todo el panteón de personajes mágicos del Universo DC, que entonces estaban acumulando polvo, como Demon, El Fantasma, Dead Man, Zatanna. A ellos se sumó una nueva creación: un mago inglés con el rostro de Sting y una gabardina arrugada. Había nacido John Constantine y el cómic de terror tomó una dimensión que hasta entonces nunca nadie había visto.

 

Tal vez la serie sea una de las mejores de la historia del cómic, con un Alan Moore en estado de gracia que dejeba entrever todo el talento que, apenas unos años después, cristalizaría en su gran obra: Watchmen.


@elplumilla

S. C.

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