El FIB recupera su esplendor

Con más de 160.000 personas durante los cuatro días, el FIB ha regresado a sus mejores tiempos de antes de la crisis. Con grupos que mueven masas como Muse, el festival de indie, rock, pop y electrónica más verterano de nuestro país finalizó este fin de semana con el listón bien alto y con las miras puestas en que la siguiente edición, la 23, sea aún mejor.

Considerado el festival decano de nuestro país, el Festival Internacional de Benicàssim (FIB) ha vuelto a congregar más de 160.000 personas en sus cuatro días de conciertos. Eso sí, un porcentaje importante de sus asistentes vuelven a provenir del Reino Unido. Con apuestas seguras como Muse o Chemical Brothers, este macrofestival ha vuelto a confiar en bandas españolas como Zahara o Dorian. E incluso con grupos pequeños como los castelloneses Ruth Baker Band; un guiño que el festival hace a la ciudad y provincia que los acoge.

 

Durante sus 22 años de existencia y con algún bajón como el de hace tres años, el FIB cuenta con fieles, muchos ya adentrados en los 40 años, que han asistido, si a no todas, a casi todas las ediciones. La propia ciudad de Castellón acumula la mayor parte de estos devotos. “Todos los años digo lo mismo: este es mi último FIB; el año que viene me planto; pero cuando sacan el cartel no puedo resistir a comprarme las entradas”, nos cuenta Lidón, que ha sido ‘fiber’ en 19 ocasiones.

 

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Joan, también de la capital de La Plana nos cuenta orgulloso: “Yo vi a Muse cuando era la letra pequeña del cartel, en el escenario más pequeño. Y míralos ahora, son los reyes de los escenarios y mueven masas”. Su amigo Albert asegura que ha visto a los Chemical Brothers o a Massive Attack en varias ocasiones también, ya que son asiduos a este festival: “Cómo me los voy a perder”, dice como si no hubiera perdón el dejar de vibrar en el Escenario de Las Palmas.  

 

Además de muchos ingleses, la gente de Castellón no se pierde un FIB, vaya quien vaya. “Parecemos abuelos cebolleta, pero el FIB ya no es lo que era antes, cuando íbamos a las fiestas en la playa.  Supongo que sucede con la mayor parte de festivales que pasan a ser tan multitudinarios. Ahora han introducido más música electrónica, pero al menos siguen tratando de conservar ese estilo indie con el que comenzó”, comenta Ana, que vive en Benicàssim. “Y si antes veníamos vestidas de cualquier manera para darlo todo, ahora es una auténtico desfile, muchas veces, de disfraces. Hay un dress code que nos llama la atención a los que somos veteranos”, comenta entre risas.  Sólo hay que darse una vuelta para la vestimenta que, sobre todo los británicos, no renuncian por muy ridícula que nos parezca. 

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Sí que es cierto que la organización se ha profesionalizado con los años: no se acumulan grandes colas, hay más puestos de comida con más variedad (thai, pizza, carne argentina, kebap), una zona de descanso e incluso te dan tapones para los oídos nada más entrar.

 

Si bien es cierto que este año ha habido quejas por solapamiento de horarios con las actuaciones de The Kills (para muchos, el mejor concierto de esta edición) y Muse a la vez, el FIB ha vuelto a recuperar su esplendor de los años anteriores a la crisis. Más de 40.000 personas vivieron el espectáculo del grupo liderado por Matt Bellamy, con fuegos artificiales incluidos al final del concierto. Y, además, dio tiempo para disfrutar después de Bloc Party. La carpa en la que pincha el DJ de la Sala Razzmatazz de Barcelona tras la actuación del cabeza de cartel el sábado volvió a colapsarse, un año más, con miles de personas bailando hasta el amanecer.

 

El colofón del FIB el domingo con Massive Attack, Kendrick Lamar y Catfish & The Bottelmen puso la guinda a un festival que ha regresado a sus mejores tiempos. El año que viene más; de hecho, ya están a la entrada a la venta y más de uno que aseguraba que éste era el último se ha quedado como el “penúltimo”.


@_guiomar_

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