Aprendiendo en plena naturaleza

Algo así como aulas ubicadas entre fauna y flora suena a esas narraciones de corte fantástico que hacen las delicias del público infantil, pero esta semana en 360 Grados Press hemos descubierto que es una historia tan real como que en breves acontecerá en nuestras proximidades.

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Los niños son llevados por sus padres al punto de encuentro de su colegio a primera hora de la mañana. Una vez allí, los profesores realizan una actividad de bienvenida y, acto seguido, imparten la primera unidad de conocimiento: algo de matemáticas, una sesión de arte, un ejercicio de lectoescritura… Pero lo que parece la secuencia propia de un centro de educación infantil cualquiera no lo es. Porque, en este caso, todo ello acontece en un bosque público, siendo una cabaña la única infraestructura disponible. De esta forma, la jornada lectiva continúa con una excursión a pie – de entre 500 metros y un kilómetro de recorrido – hasta un lugar en el que tomar el almuerzo y jugar libremente. La comida y la siesta, eso sí, se hacen en el refugio. Por la tarde, la dinámica didáctica y lúdica se repite para, después, concluir con el reencuentro con los progenitores. En líneas generales, así sería un día estándar en Bosquescuela, un proyecto que espera arrancar en septiembre de 2015 en la Sierra de Madrid.

 

¿Extravagancia o patrón a seguir?

Aunque una iniciativa de semejantes características resulte insólita en España, ésta queda lejos de ser una novedad. Por ejemplo, la primera que fue puesta en marcha en Suecia data de 1985. “Todo comenzó gracias a dos profesores de preescolar que hacían muchas actividades al aire libre, pues pensaban que era una buena manera de desarrollar las habilidades de los niños a la par que enseñarles a tomar conciencia sobre la naturaleza. Para ello se inspiraron en nuestra asociación, que ofrece planes en exteriores para los menores suecos desde 1957. A partir de ahí crearon una corriente pedagógica al respecto que permite completar el plan de estudios nacional“, contextualiza Kerstin Andersson, CEO de Friluftsfrämjandet. “Este es un modelo consolidado en los países del norte de Europa, así como en Estados Unidos, Canadá y Asia desde hace más de 40 años. Por ejemplo, sólo en Alemania existen más de 1.000 escuelas al aire libre y Finlandia o Noruega, que ocupan de los primeros puestos en el informe PISA sobre calidad educativa, cuentan con una trayectoria de éxito en este sentido“, completa Philip Bruchner, el promotor de Bosquescuela.

 

El concepto en profundidad

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No obstante, según este planteamiento educativo, la naturaleza no sólo pasa a ser el escenario en el que dar clase, sino también la fuente de materiales y de estímulos con los que instruir a los alumnos. En consecuencia, la creatividad, la autonomía, el trabajo en equipo, la capacidad para resolver problemas o las habilidades en comunicación cobran especial importancia en este entorno. Y los beneficios no acaban ahí. “Actualmente, se están realizando dos estudios en Dinamarca sobre ello. Puedo hablar de los resultados de otro llamado Rødkildeprojektet del año 2003 ó 2004, el cual apuntaba que los niños que asisten a escuelas al aire libre en lugar de a las ordinarias se mueven el doble, recuerdan mejor lo aprendido, usan el lenguaje de forma más diversa y disfrutan de la variedad de las enseñanzas“, explica Malene Bendix, quien coordina los proyectos Skoven i Skolen y Udeskole, los cuales facilitan desde hace años ideas teóricas y prácticas a todos los colegios daneses para que implementen esta metodología basada en el exterior, ya sea en un enclave natural o en la propia ciudad. Con todo, han configurado una red de enriquecimiento colectivo, la cual convoca dos encuentros anuales y registra en sus correspondientes webs cerca de 80.000 visitas en sólo un mes.

 

Papá y mamá tienen reticencias sobre…

Seguridad y salud son las cuestiones que más dudas generan entre los progenitores cuando de confiar la educación de sus hijos a la intemperie se trata. Por ejemplo, un extravío o un resfriado con motivo de las inclemencias meteorológicas encabezan la lista de preocupaciones. Sin embargo, los entrevistados coinciden al afirmar que estos aspectos no representan un inconveniente mayor que en otra situación. En palabras de Philip Bruchner: “El modelo cuenta con un protocolo de actuación basado en las normas de protección para las escuelas infantiles al aire libre de Alemania. Además de ello, los niños van acompañados en todo momento por una maestra y dos auxiliares. En cuanto al mal tiempo, éste no existe. Lo que existe es ropa inadecuada. Estando bien equipados y teniendo el apoyo de la cabaña, la climatología no es un problema“. Estos argumentos parecen disipar cualquier titubeo. Para muestra, las 200 escuelas al aire libre que existen en Suecia – llamadas I Ur och Skur –, las cuales tienen hasta lista de espera. Es más, a pesar de estar todavía en etapa de presentaciones por España y de cursos de formación, son muchas las personas que ya se han interesado por Bosquescuela para matricular a sus retoños el año que viene.

 

Aspiraciones compartidas

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Divulgar este tipo de enseñanza e incluir algunos de sus valores – sino todos – en los futuros planes del ámbito educativo son objetivos comunes para todos los implicados en él. “Yo tuve esa experiencia en mi infancia, la de formarme como un ser humano en plena libertad, y espero que muchos niños tengan la oportunidad de aprender de este modo tanto dentro como fuera de las escuelas. Pero sé que para muchos profesores significa una nueva metodología y que necesitan tiempo para desarrollarla“, reconoce Malene Bendix. Para ello, como explica Kerstin Andersson, las I Ur och Skur reciben visitas de otros centros educativos, de manera que los docentes pueden conocer de primera mano ese “aprendizaje con el cuerpo y con todos los sentidos“, como lo define ella. Eso mismo fue lo que hizo Philip Bruchner durante más de diez años en Alemania, Suiza y Luxemburgo. Ahora, con autorización del centro y homologación ya tramitadas, sólo a falta de la licencia de obras para la construcción de la cabaña, le ha llegado el turno a España. “Estamos en el punto de partida, pero nuestra ilusión es que, poco a poco, se vayan abriendo más escuelas infantiles al aire libre y vayamos volviendo a reencontrarnos con la naturaleza y los enormes beneficios que el contacto con ella nos aporta. Queremos ser un ejemplo y ayudar a promotores interesados en el montaje de sus propios centros Bosquescuela“, concluye su impulsor.


@LaBellver

José Manuel García-Otero

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