La Ruta del Cares, 100 años de la ‘garganta divina’

Quién le iba a decir a los ingenieros y trabajadores que construyeron el canal de agua de Caín a Poncebos entre 1915 y 1921 que hoy, un siglo después, una ruta que transcurre junto a aquella obra es una de las más transitadas de Europa y probablemente la más conocida de todo el país. 360 Grados Press se adentra en la Ruta del Cares, también conocida como la ‘garganta divina’.

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La Ruta del Cares o ‘garganta divina’, es considerada por muchos como uno de los caminos más elevados y escalofriantes de España. La senda, tallada literalmente en las rocas de las montañas, es un trayecto maravilloso situado en el corazón del Parque Nacional de los Picos de Europa. Transcurre entre las localidades de Poncebos (Asturias) y Caín (León) por el desfiladero que sigue el río que le da nombre.

 

Cuando uno llega a Arenas de Cabrales ya se da cuenta de que se acerca a uno de los parajes naturales de montaña más populares de Europa. Desde esta pequeña localidad del oriente de Asturias, famosa por el queso, [Img #25109]
se accede a Poncebos, inicio de la Ruta del Cares y punto de acceso al funicular de Bulnes, un tren cremallera que conecta con la aldea desde donde parten los aventureros que quieren llegar a la base del Naranjo de Bulnes o incluso tratar de alcanzar su cima. En Arenas de Cabrales se ha habilitado un inmenso aparcamiento para coches y autobuses donde podrían estacionar todos los vehículos del concejo de Onís y aún sobrarían plazas. Las señales de tráfico avisan al conductor de la cercanía -5 kilómetros- a Poncebos por la AS-264, un trayecto en el que se volverá a encontrar aparcamientos a ambos lados de la carretera antes de llegar a la central de Camarmeña, de “Electra de Viesgo SA”, como aún luce en la fachada del edificio.

 

Precisamente esta central es el origen de la ahora famosa ‘garganta divina’. Hace más de un siglo, concretamente desde 1915 a 1921, la Sociedad Electra de Viesgo llevó a cabo las obras de captación y conducción de las aguas del río Cares desde el pueblo leonés de Caín hasta la central hidroeléctrica de Poncebos. Las dificultades orográficas del terreno y los problemas técnicos que fueron surgiendo modificaron la idea inicial de construir un solo túnel entre la presa de Caín y la cámara de carga de Camarmeña, por donde discurren los once kilómetros del canal que hoy, más de cien años después, acompañan al senderista. Dicho canal tan pronto aparece en la superficie como se interna en uno de los 71 túneles barrenados a manos y construidos por los más de 500 trabajadores que empleó la obra. De la dureza de la misma dan cuenta las once vidas que se perdieron en diferentes accidentes.

 

Hoy la senda paralela al canal es atravesada anualmente por decenas de miles de turistas y, por desgracia y a pesar de las múltiples mejoras acometidas, siguen dándose accidentes mortales, en muchos casos por los frecuentes desprendimientos de rocas. Esto no aleja a los amantes del senderismo que consideran la Ruta del Cares un paseo sencillo -apenas supera los cuatrocientos metros de desnivel acumulado- aunque el trayecto de ida y vuelta supere los veinte kilómetros por un desfiladero que discurre por una espectacular senda excavada literalmente en la piedra caliza de unas montañas que alcanzan casi los dos mil metros de altura, siempre al pie del Cares.

 

 

 

 

En el camino es fácil encontrarse con cabras y si uno lleva prismáticos, divisar alimoches, buitres leonados, águilas comunes, gavilanes o azores. Las peores épocas del año para descubrir la ruta son los meses de verano y festividades nacionales. En esas fechas es posible que se pierda parte de la magia del lugar debido a la afluencia de curiosos. Aún así, la Ruta del Cares sigue siendo la ‘garganta divina’ y regalarse la caminata, sea quien sea el acompañante, está al alcance de todos y lo recordará para siempre.


@JavierMontesCas

Javier Montes

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