En pleno mes de diciembre, el frío invernal deja paso a la reflexión de los seguidores de los festejos taurinos. Tras nueve meses de toros en España, llega el momento de disfrutar de otra de las caras de la Fiesta: los coloquios taurinos. Son, por llamarlo así, el lugar de recogimiento para todos aquellos aficionados que no dan la temporada por finalizada. 360gradospress.com asistió a dos de esas charlas y comprobó que también en las tertulias se registran llenos de no hay billetes.
La Vall d’Uixó
El primero de los coloquios al que acudimos tuvo lugar en la localidad castellonense de La Vall dUixó. Contó con la presencia del escritor francés André Viard, creador de la revista-libro Tierras Taurinas, una investigación centrada en el toro bravo. Viard habló sobre el estado actual de la Fiesta, la prohibición de las corridas de toros en Cataluña y respondió a algunas cuestiones planteadas por los asistentes. Pero sin duda, hubo una respuesta que fue la más corta y clara a la vez. Respecto a la pregunta de qué se puede hacer para que los encastes que ahora peligran sobrevivan, contestó: “Lidiarlos”. Con esta palabra, André Viard recalcó la necesidad de que las figuras del toreo se enfrenten a todo tipo de toros sin marginar a unos encastes que no por más duros son menos relevantes.
Como ejemplo, recordó el caso del patinazo de los toros de Prieto de la Cal lidiados este año en Zaragoza. Viard señaló que toda la prensa se echó encima del ganadero, mientras que otros petardos de otras ganaderías no son tan cantados por los medios.
Otro de los temas en los que se centró el ponente fue el de la fiesta taurina en Francia, sobre lo cual añadió que “allí tiene más importancia el toro y, además, los aficionados eligen el tipo de ganado que quieren ver”.
Foios
El municipio valenciano de Foios albergó otro que los coloquios que 360gradospress.com no se quiso perder. En esta ocasión, los protagonistas fueron Palomo Linares (padre) y la familia Lozano, en un acto en el que también estuvo presente el diestro de Foios, Vicente Ruiz El Soro.
Palomo Linares hizo las delicias del público en una charla en la que la primera de sus sentencias fue categórica: “Mil veces que naciese, mil veces que merecería la pena ser torero”. Y prosiguió: “He sido inconformista. Cada vez que he salido a una plaza he querido ser el mejor; no me gustaba que nadie pasara un escalón por encima de mí”.
En cuanto a sus inicios, recordó que salió de casa “con un capote, una muleta y 21 pesetas; buscaba ser torero desde que tengo uso de razón. Cuando tenía cuatro años ya quería dedicarme a esto, deseaba ser figura del toreo”. Con tanta afición, no es de extrañar que no quisiera que nadie le ganase la partida en el ruedo. “Mi miramiento era ir a por la cabeza de El Cordobés, mi mayor contrincante”, señaló Palomo Linares.
Otro de los invitados al acto, Eduardo Lozano -apoderado del diestro de Linares en aquella época-, hizo hincapié en que cuando se organizaban las corridas de la guerrilla entre Palomo y El Cordobés, “se palpaba en el ambiente la rivalidad que había entre ambos”.
Eduardo Lozano comentó que la actitud del matador en el ruedo fue lo que hizo ascender también económicamente al diestro. Refiriéndose al dinero, Palomo Linares aseveró con mucha gracia: “¡Afortunadamente, no vino la pasta, vino el pastón!”. Y sobre Los Lozano, el maestro Palomo Linares aseguró: “Ellos tenían confianza en mí y yo era capaz de dejarme matar”.
Carlos Juan, Filipinas