Cuando todo hacía presagiar que no vería la corrida de toros de la Beneficencia, en el momento más inesperado, he visto la luz al final del túnel. Muy al final del túnel porque no ha sido hasta el sexto toro cuando ha llegado la mejor faena de la mano de Talavante. Aunque por ver he visto, como digo, una luz al final del túnel y unas rayas rojas.
No confundan estocon una crónica, es puro “impulso literario” al importante triunfo de AlejandroTalavante hoy en Las Ventas. En el primero de sus trasteos ya marcó la línea aseguir, pero ha sido en el segundo cuando ha explotado ese “cóctel molotov” queel extremeño ha ido preparando a base devalor y pasajes taurinos de lo más mexicanos. Los cambios por la espalda,directamente para tener claro que con este diestro no estaría de más tomarseuna tila antes del festejo.
Habló Talavante enel ruedo, con la muleta en la mano y ante el toro, pero también habló ante losmicrófonos de la Plus para dedicar esa puerta grande a su abuelo, fallecidorecientemente. Y a día de hoy, podemos asegurar que su abuelo estaría más queorgulloso de él, pues su salida a hombros hasta la calle Alcalá ha sidoapoteósica, ya que incluso ha llegado a caerse.
Por otro lado,después de la visión global del festejo es cuando hay que pararse en losdetalles. En detalles es especialista José Antonio Morante de la Puebla. Con unquite soberbio y unas chicuelinas incomparables ha dejado ahí su estampatorera.
Más detalles sobreMorante, las rayas de picar pintadas de rojo. ¿Por qué? Pues porque alsevillano le parecen más toreras y recuerda haberlas visto oscuras en fotosantiguas. Se lo comentó a su apoderado y éste lo transmitió a la Comunidad deMadrid; deseo concedido. Y ya está. Sin más. Si son más toreras de rojo, puesse pintan de rojo.
Lo triste ha sidono verle a él y a Manzanares salir a hombros, pero lo cierto es que Morante noestá cortando orejas en plazas de máxima importancia. Y ya tenemos ganas, deque triunfe y de que nos haga disfrutar. Pero quienes saboreamos su buen toreosabemos que las faenas cumbres de este espada vienen a cuenta gotas einesperadamente. Intentar contabilizar su torería por trofeos sería ilógico. Eltoreo es emoción, es sentimiento y los sentimientos, como el arte, son dosasuntos con una gran parte irracional.
Yo, por si acaso,seguiré soñando con las rayas rojas de picar y con el quite de Morante que meha puesto a escribir esta columna. Sólo detalles, sólo lances sueltos quedemuestran una vez más que a Morante no hay que entenderlo, hay que sentirlo.Lo irracional sería intentar comprenderlo. Recuerdo que hace un par de años porestas fechas se puso a torear sentado en una silla en el coliseo de Nimes.¡Dejemos que se inspire! ¡Pero cuanto antes le venga la inspiración, mejor,!
David Barreiro