4 festejos 4, en Arlés

¿En cuántas ocasiones hemos oído los taurinos aquello de “en Francia hay muy buenos aficionados”? Muchas, muchas veces. Y `parece una frase como otra cualquiera. Pero después de ver y disfrutar con la feria de Arles celebrada estas Pascuas, la fiesta de los toros en Francia merece el reconocimiento de la prensa. ¡A ello vamos!

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Sólo 4 días. Del Viernes Santo al lunes. ¡Y cuánto hemos disfrutado entan pocos días! Tardes con buen ganado, toreros dispuestos, cuadrillassobresalientes, expectativas cumplidas, seriedad y respeto… Si esto es lo queaporta Francia en lo taurino, el exilio no está lejos.


Quizá sólo sea casualidad, quiero pensar que sí, pero fijémonos: seanuncia una corrida de Miura en Valencia y aquello resulta ser un gran petardo.Sin embargo, se programa una de Victorino en Arlés y el coliseo es testigo deuna gran tarde de toros. ¿Será que los ganaderos ya están dándose cuenta de queen Francia sí se valora realmente a los astados y por ello lidian allí susmejores ejemplares? No lo sé y quiero pensar que no, aunque sólo sea por esosaficionados españoles que esperan disfrutar de una corrida de toros, tanto comolo que se vivió estos días en la plaza francesa de Arlés. Me inclino más haciala teoría de que son dos aficiones diferentes y que no estaría de más que lafrancesa nutriera un poco la española. Me explico.


El pasado viernes hubo un mano a mano entre los diestros galos JuanBautista y Sebastián Castella con toros de Alcurrucén, Puerto de San Lorenzo yGarcigrande. Pues bien, ambos espadas estuvieron dispuestos durante toda latarde -independientemente del que más nos guste de los dos-, los toros se dejaronbastante y el público se lo pasó bien. Pudo ser mejor, pudo ser peor, peronadie se aburrió.


Al día siguiente, otro gran encierro de Torrestrella, con ejemplares muynotables que permitieron el lucimiento de Juan José Padilla, que salió ahombros; dejaron que Iván Fandiño mostrara sus credenciales y que Daniel Luquevolviese a demostrar que 2013 puede ser el año de su consolidación.


El domingo de Pascua, gran corrida de toros de Cebada Gago, de nota. Ytercios de varas de nota. Ahí está. Ahí está la gran cuestión a la que hay quellegar, a la cuestión de que en Francia se disfrutan y se ejecutan tercios depicar verdaderamente emocionantes. Y de eso, reconozcámoslo, nos tenemos quenutrir los españoles. No digo que seamos malos aficionados, todo lo contrario,y por eso justamente creo necesario exigir que se realicen esos tercios tanbuenos en España. Porque una cosa es que la afición francesa y  la española tengan diferencias y otra muydistinta es que en Francia tengan buen paladar y aquí nos traguemos cualquiercosa. Va a ser que no. Aquí también nos gusta el caviar. Y estoy segura de quesi ofreciéramos ese caviar al público y a nuevos aficionados, más parroquiatendríamos y otro gallo más afinado nos cantaría.


Seguro que a cualquier interesado en el mundo taurino le hubieseemocionado el tercio de varas que se pudo ver ante el tercer animal de CebadaGago, un toro de vuelta al ruedo que fue al caballo hasta en cuatro ocasiones,arrancándose de largo, galopando y protagonizando unas imágenes espectacularesde lo que es una corrida de toros; lo que es lidiar un morlaco haciendodisfrutar al respetable. Pero es que hubo más, hubo un gran profesional, LuisBolívar, que estuvo sensacional frente a sus oponentes. Y aún hubo algo más: unentregado David Mora que arriesgó hasta dejar claro que fue a Arlés a “sudar lacamiseta”. Y hubo más, sí. Hubo mucha disposición por parte del diestro MarcoLeal.


¿Se imaginan esto en España? ¡Ojalá! Y quizá sí haya que plantearse otracuestión: ¿Los toreros se emplean más en Francia porque saben que el públicofrancés les exige más? Tampoco lo sé, sólo son preguntas que lanzo al aire paraque el lector tenga una visión más crítica, no son sentencias, ni mucho menos.


Y seguimos, porque el mano a mano del lunes entre Fernando Robleño yJavier Castaño con toros de Victorino Martín fue de lo más auténtico con lo quepuede encontrarse un aficionado. Ni una oreja se cortó, pero qué grandes torosfueron del segundo al cuarto. Los victorinos pidieron el carné a los matadoresy ellos lo mostraron con la mayor vergüenza torera y capacidad lidiadora quepudieron, que fue mucha. De nuevo, vimos un gran tercio de varas, en elsegundo, que derrochó emoción acudiendo cuatro veces a la llamada del picador.¿Se puede ver algo más bello en una plaza de toros? Y en ese nivel deexcelencia se desarrolló también el tercio de banderillas: David Adalid, con suprofesionalidad y gusto habituales, y Fernando Sánchez, con la mayor toreríaposible para andarle a un toro.


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La lástima fue que ni Robleño pudo rematar sus faenas dignas y profesionalescon los aceros, ni Javier Castaño “tocó pelo” por fallar en la suerte suprema,lo que les hubiese ayudado a obtener algún trofeo. Con todo, gran tarde detoros sin cortar orejas.


Sólo espero que tomemos nota de cómo es y cómo se desarrolla la FiestaTaurina en Francia, ya que la emoción que allí impera nos ayudaría a combatirla sosería reinante en esta España en la que todo va bien y nunca pasa nada,hasta que pasa. ¡Reaccionemos ahora que aún estamos a tiempo!


@egasensi

David Barreiro

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