El peor de los tiempos
Vivimos el peor de los tiempos, como diría Dickens, especialmente para una profesión vilipendiada y ultrajada como el periodismo, que ha de afrontar situaciones límite cada día. Pasaron los días de vino y rosas y tan solo queda resaca y tallos secos, los rescoldos del ayer, y en la redacción del periódico de provincias de Peláez el ascensor sigue averiado y solo se puede subir mediante polea.