Ni castillos ni princesas

No vamos a negarlo: sentimos pánico. La ausencia de cable procedente del periódico en el que Peláez pelea por sobrevivir el pasado viernes sembró el miedo en la redacción de 360 Grados Press donde incluso el más optimista se temió lo peor. ¿Habría vuelto a irse a reflexionar al Amazonas? ¿Estaría engrosando la ya de por sí abultada cola del INEM? ¿Habría decidido abandonar para siempre? El temor se extendió a lo largo del fin de semana hasta que el lunes recibimos el cable que todo lo explicaba.

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Peláez había estado enAtenas movido por el impulso de regresar a los orígenes y, a su vez, por unavocación periodística que nunca le abandonará. Lamentablemente, su jefe noentendió su viaje pues para él la cuna de la civilización occidental no esGrecia sino el Santiago Bernabeu y considera que dormir es reflexionar yroncar, reflexionar profundamente. Un diálogo de besugos bajo el agua y,finalmente, la incomprensión del director de periódico provinciano ante elhecho de que en la sociedad actual no se rescate a princesas, sino a bancos,pusieron el punto y final a la semana de nuestro admirado periodista.

 

 

 Jueves 24 de mayo

 

– ¿Qué hace, jefe?

– Reflexionar

– ¿Y esos ronquidos?

– Reflexionoprofundamente

– ¿Y sobre qué hareflexionado?

– Sobre un cojín

– Quiero decir en quétema pensaba…

– En matar a un ruiseñor

– ¿Ese hermoso alegatocontra el racismo con Gregory Peck en uno de sus mejores papeles?

– No, hijo, ese pajaritodel edificio de enfrente.

– ¿No le alegran sussilbidos y borboteos?

– Al revés, me deprimenque te cagas

– ¿Por qué?

– Canta boleros, elcabrón.

– Uf, ¿Qué va a hacer?

– O él o yo.

– ¿Y cómo piensa actuar?

– De momento tráigamealpiste

– ¿Le pondrá un cebo?

– No, pero no me gusta pensar con el estómagovacío.


 

Lunes 28 de mayo

 

– Muy buenas, jefe.

– ¡Peláez! ¿dónde carajose había metido?

– En la cuna de nuestracivilización, jefe.

– ¿El Santiago Bernabeu?

– No, Atenas

– ¿Atenas? ¿Qué se leperdió ahí?

– La tragedia griega

– Soy más de comedia.

– No, la crisis que lesha colocado al borde del abismo.

– El teatro, incluso elgriego, siempre ha estado en crisis, Peláez. A ver, enséñeme una foto delviaje.

– Mire

– ¿Qué coño es esto?

– La Acrópolis, jefe.

– ¿Acrópolis? ¿La ciudadacre, áspera, desabrida?

– No, la ciudad alta,fíjese en los templos

– Ya me fijo, ya,acojonante. ¿Qué pocero dejó esto así, a medias? ¿Qué banco dio hipotecastóxicas para vivir en esas piedras? ¿Qué ingenuo compró un piso ahí, sobreplano? Mire las columnas, parecen mordidas.

– Es el tiempo, jefe, seconstruyó en su mayoría bajo el liderazgo de Pericles.

– ¿Pericles? Menudonombre, llamándose así el aparejador no me extraña nada este desastre.

– No puedo con usted,jefe.

– Ni usted ni nadie, Peláez. Ni usted ni nadie.


 

Martes 29 de mayo

 

– ¿Está preocupado porsus ahorros, Peláez?

– No, jefe.

– ¿Por qué?

– Porque no tengo.

– Qué suerte tienen lospobres.

– Ya ve. ¿Y usted?

– Los he metido bajo elcolchón.

– ¡No me diga!

– Sí, menos lacalderilla que se me clavaba en los riñones.

– Eso no le darentabilidad, jefe.

– Ya, pero ¿y si hay unagranjita?

– Corralito.

– Llámelo equis, Peláez,usted siempre tan kukuxumusu.

– Será tiquismiquis.

– ¡Lo que sea!

– Si todos hicieran lomismo se hundiría el sistema financiero.

– ¿Pero no se habíahundido ya?

– Solo un poco.

– Bueno, compraré unabombona de oxígeno por si hay que vivir bajo el agua.

– Como Bob Esponja.

– ¿Se refiere a nuestrocrítico de cine, Roberto el borrachín?

– No, jefe, a unaanimación.

– ¿Una animación? ¿Quése cree que es esto, Peláez? ¿Un crucero?

– Pues ya que lo dice,sí, y a la deriva, jefe…

– Glup, glup.

– Glup.


 

Miércoles 30 de mayo

 

– ¿Es guapa, Peláez?

– ¿Quién, jefe?

– Bankia, ¿quién va aser?

– Yo no la definiríaasí.

– ¿Simpática al menos?

– Qué va, no tiene nipuñetera gracia.

– ¿Dulce a la par queinteligente?

– Nada de eso.

– ¿Y por qué preocupa atodo el mundo, entonces?

– Si no la ayudamos elsistema financiero se irá al carajo.

– ¿El sistemafinanciero? ¿Pero no es una princesa?

– No, jefe, es un banco.

– ¿Vamos a rescatar unbanco?

– Eso es.

– ¿Pero qué coño es estoque nos rodea?

– La realidad, jefe.

– ¿La realidad? ¡Menudamierda! ¿Dónde están los castillos, dónde los dragones, dónde los caballeros?

– Ya no quedan, jefe.

– ¿Ah no? ¿Y qué es loque queda, si se puede saber?

– Minipisos, ratas,banqueros.

– Estamos jodidos,Peláez.

– Pero contentos.

Estefanía G. Asensi

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