Palabras secuestradas
“Pero el agua recorre los cristales musgosarnente: ignora que se altera, lejos del sueño, todo lo existente”. Son versos del poeta mexicano José Emilio Pacheco, que se fue al otro barrio y nos dejó un reguero inmenso de talento floreado de estrellas. Las palabras nunca mueren, se pegan como chinchetas en nuestros corazones y nos conducen por los caminos más correctos, como manos de lazarillo o faros de luz resplandeciente. Las palabras son esos pequeños tesoros que a veces no sabemos manejar, incluso despreciamos. Los dictadores son enemigos de las palabras. Ellos prefieren la oscuridad y el silencio.