Ser gitano

Es la principal minoría étnica de España y de Europa, pero el desconocimiento sobre ella es generalizado y, en consecuencia, existe una desconfianza que lleva a la marginación. Esta semana en 360 Grados Press nos hemos aproximado a un pueblo que aspira a encontrar el sitio que merece en sociedad tarde o temprano. Testimonios personales y la organización de referencia a nivel nacional nos han puesto en contexto.

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Llevaba trabajando desde los 16 años, pero la crisis le tocó de cerca y recientemente pasó una larga temporada en el paro. Ahora, sin embargo, cuenta con dos empleos que compagina entre mañanas y tardes. Así, tomando en consideración el panorama actual, Remedios Castro se siente una afortunada y reconoce que su trayectoria no sería la misma si no hubiese acudido a la Fundación Secretariado Gitano. Porque esta historia es una de las muchas que el programa Acceder está permitiendo escribir desde hace tiempo. “Ofrecemos una orientación individualizada sobre las posibilidades reales y la empleabilidad, porque se pueden tener unas expectativas que luego no se cumplan. La idea es hacer un itinerario con el que las personas se vayan empoderando para avanzar en este sentido“, apunta Lola Fernández, la directora territorial de dicha entidad en la Comunidad Valenciana.

 

Por su parte, Manuel Fernández estuvo flirteando con la idea de dejar los estudios hasta que conoció la misma organización. “Antes de venir aquí no contemplaba seguir con mi educación, pero unos mediadores visitaron mi instituto para motivarnos y, por ejemplo, sacar un grado medio, como he hecho yo. Además, me ayudaban por las tardes a hacer los deberes y me aconsejaron sobre el programa de becas. Bueno, eso y más, porque tuve que mudarme a siete kilómetros de donde vivía y vinieron a mi casa para asegurarse de que podía llegar desde allí hasta el instituto. De esta forma he descubierto, también, que hay gitanos que tienen un grado superior o que son ingenieros y eso me ha animado a continuar “, explica él mismo. En este caso, se trata del programa Promociona, el cual implica tanto al alumno como al profesorado y a la familia.

 

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Con todo, la Fundación Secretariado Gitano está logrando invertir algunos datos en dicha comunidad como la tasa de desempleo, que en 2011 se cifraba en un 36% frente a un 21% general, o el fracaso escolar, que en 2013 rondaba el 64% mientras que la sociedad en conjunto presentaba un 13%, según un estudio elaborado junto a Unicef. “Estos ejes de acción, empleo y educación, no sólo significan una mejor calidad de vida, sino una palanca para la inclusión social. Porque no hay nada mejor que tener un compañero gitano en el trabajo o en clase para normalizar esta situación“, afirma Carolina Fernández, la subdirectora general de incidencia y defensa de derechos de esta organización. No obstante, aunque los avances en estos sentidos son notorios, el camino por delante se vislumbra largo.

 

Cuando lo negativo prima sobre lo positivo

Cuenta Remedios que el mismo día en que es entrevistada para escribir estas líneas le han preguntado si es gitana argumentando que no lo aparenta. “Parece que el hecho de hablar o vestir bien y de trabajar no es propio de los gitanos. Me molesta que se generalice. Eso me hace sentir mal. Entiendo que hay de todo en todas partes y que un gitano sea de una manera determinada no significa que todos seamos iguales“, razona. Dicha mala imagen está extendida hasta el punto de que la Fundación Secretariado Gitano decidió lanzar recientemente una campaña para eliminar la acepción de trapacero que la propia Real Academia Española incluía en su diccionario para la palabra gitano. Y la labor continúa, porque otro de los grandes frentes a lidiar es el complejo entramado de los medios de comunicación. “Siempre proyectan la misma imagen de la población gitana, muy estereotipada y caricaturesca, la cual se puede dar en determinadas familias o ámbitos, pero los gitanos son muy heterogéneos. Hay muchos que luchan cada día para salir adelante y no se habla de los problemas que tienen para ello o de cómo se sienten. ¿Por qué no hay programas que analicen todo eso, por ejemplo?“, critica Lola. “Creo que los periodistas en general han aprendido. Hay que distinguir aquellos medios con criterios profesionales en los que se ha producido un cambio y ya no publican noticias en las que se identifica a los sujetos por su condición étnica“, completa Carolina a modo de lectura optimista.

 

Un paso por detrás, pero siempre hacia delante

Dejando los prejuicios a un lado, ambas voces representantes de la Fundación Secretariado Gitano en este reportaje coinciden en que la educación es el principal talón de Aquiles de esta comunidad. Acabar con el abandono escolar – 63,7% según los últimos datos oficiales – marcaría una diferencia en clave de futuro, pero las reticencias están todavía muy arraigadas en este pueblo. Asimismo, en un ejercicio de autocrítica consideran otros aspectos. Siguiendo con las palabras de Carolina: “Es cierto que hay tabúes como la homosexualidad o el machismo, pero ello también existe en la sociedad en general, sólo que en la comunidad gitana se tiene un ritmo diferente. Igual que el resto de la sociedad, precisa de procesos para asimilar y cambiar. Y he de decir que en las últimas dos décadas ha habido grandes progresos para las mujeres“. La coyuntura en que se ha desarrollado esta parte de la población ayuda a entender su realidad. “No parten del mismo punto que la sociedad en general. Hablamos de personas muy empobrecidas y con un porcentaje muy alto de exclusión social. Por lo tanto, cuando una alguien no tiene condiciones básicas de vivienda, alimentos o electricidad es muy difícil que pueda avanzar en cualquier sentido“, ilustra Lola.

 

El esfuerzo, mejor si es cosa de todos

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En líneas generales, los gitanos sienten que han intentado con ahínco incorporarse al conjunto de la sociedad, pero ésta peca de etnocentrista y, a pesar de formar parte de ella desde hace siglos, todavía son vistos como extraños. Dichos condicionantes en materia de desigualdad, los cuales se han retroalimentado durante décadas por una suerte de círculo vicioso de recelo mutuo, y el hecho de que la cultura gitana siga sin ser reconocida como tal en la gran mayoría de ámbitos, complican alcanzar la ansiada interculturalidad. “Nosotros tenemos ganas, pero hay una leyenda urbana que dice justo lo contrario. Por mi experiencia puedo afirmar que es muy difícil. Porque siempre es como tener que enfrentarte a algo al hacer una entrevista de trabajo, al entrar en un restaurante o al ir a una tienda. Sólo con ver nuestros rasgos nos tratan de diferente manera. Por eso, el sentirte apoyado hace muchísimo, ya que entonces entiendes que tienes valor. No es que nosotros nos encerremos, es que la sociedad muchas veces nos recluye, lo cual nos da miedo porque nos duele“, resume Remedios.

 

Un futuro prometedor siempre que…

Sin duda, la evolución hasta el presente ha sido favorable y eso es porque algunas cosas se han hecho bien, también en el plano político. “Es importante destacar que existe una estrategia nacional propuesta por el último Gobierno socialista y aprobada por el PP cuando llegó al poder. Es decir, existe un cierto consenso por compensar las desventajas. Se trata de un buen documento político, pero el problema está en la práctica. En cualquier caso, esperamos llegar a cumplir los objetivos de la Unión Europea para 2020“, declara Carolina. No obstante, desde la Fundación Secretariado Gitano piden un mayor compromiso a la Administración Pública en general y más rotundidad ante la discriminación o las “manifestaciones de antigitanismo” que aún son frecuentes. Todo ello contribuiría a la plena incorporación del pueblo gitano, erradicando las distinciones nocivas. Eso sí, siendo realistas, dicho escenario suena lejano, que no imposible. “La sociedad necesita madurez. Ahora mismo no está preparada. Esto empieza por la educación de las personas no gitanas para que conozcan antes de juzgar. Es el momento de apostar de una manera muy fuerte por ello y por una ley que abogue por la minoría gitana, que se está quedando muy descolgada, lo cual puede traer muchos problemas“, concluye Lola.


@LaBellver

Agradecimientos a la Biblioteca de la Universitat Politécnica de València y al Museo de las Ciencias Príncipe Felipe por abrirnos sus puertas para realizar la sesión de fotos de este reportaje.

Marcos García Martí

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