La primera vez

Una multitud diminuta, silente de modo inopinado por la expectación ante lo desconocido, espera ávida de ilusión bajo el poderoso alero del número 28 de la calle Bravo Murillo de Madrid, en el corazón de Chamberí y frente a la imponente osamenta de acero con epidermis cristalina de los Teatros del Canal. Uno de ellos, vestido con una anorak de esquimal, camina nervioso de un lado a otro de la acera mientras su hermana, aferrada a la mano de su madre, hace cola en la taquilla donde recogerán las entradas previamente reservadas por internet.

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Estamos, por si no lo han colegido, en la puerta de los Cines Verdi, una institución en la ciudad y que en esta soleada pero gélida mañana de sábado acoge la celebración de “Mi primer festival ¡de cine!” un evento para niños entre 2 y 12 años que busca contribuir a la difusión de un cine plural y creativo, ofreciendo una muestra de creaciones cinematográficas inéditas o difícilmente visibles en pantallas comerciales.

Impulsado y coordinado por la Asociación Cultural MODIband con el apoyo de la Casa Encendida y los mencionados Cines Verdi, tiene como principal objetivo que los niños se familiaricen con el cine, no únicamente con las películas que se proyectan en la pantalla, sino con el propio espacio como lugar de encuentro con la cultura compartido.

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Decenas de sillas y cochecitos ocupan el vestíbulo inferior de los cines mientras la fila alcanza hasta la calle porque al habitual protocolo de corte de las entradas se une el reparto de alzadores para que los espectadores de la primera sesión del festival –a partir de 2 años– puedan ver la pantalla.

Se respira emoción y nervios cuando el Señor Claqueta recorre al pasillo y, micrófono en mano, da a todos la bienvenida no sólo al festival sino a esa máquina de sueños llamada cine que echa a andar después de que todos digan las tres palabras mágicas: “Luces, cámara… ¡acción!”.

Esta primera sesión, a las doce de la mañana, incluye doce cortometrajes con distintas técnicas de animación y en el que disfrutamos especialmente del gamberro Bat Time, de Elena Walf, que abrió la muestra o el originalísimo Tiger, de Kari Saleh, aunque nos quedamos con esa pequeña maravilla cargada de nostalgia y amor por la música titulada Cookie Tin Banjo, de Peter Baynton.

Al final, el clásico atasco de cochecitos tan inevitable en la gran ciudad y las puertas del cine que volverían a abrirse por la tarde y, en doble sesión, el domingo. Y no se queda ahí, el próximo fin de semana vuelve con cortometrajes para niños y niñas a partir de cuatro años.

Y para padres. Muchos de ellos salían entusiasmados con la experiencia quizás porque les recordó su primera vez en el patio de butacas.


@_davidbarreiro / Fotos: Olaya Pazos

David Barreiro

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