La cara más social de la moneda

Los problemas económicos atormentan a los mortales desde hace mucho. Por ello, hace tiempo surgieron las denominadas monedas sociales, un medio alternativo que concede poder adquisitivo al ciudadano registrando los intercambios que éste realiza sin necesidad de emplear el dinero oficial. El objetivo, en todo caso, no es el reemplazamiento definitivo, sino servir como opción. Esta semana en 360 Grados Press nos aproximamos a esta práctica que, poco a poco, está ganando peso.

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Un vecino delbarrio valenciano de Ruzafa acude a uno de sus establecimientos habituales,donde adquiere un producto sobre el cual se aplica un 20% de descuento. Noobstante, éste no se traduce en una rebaja del precio, sino en una bonificaciónproporcional en orués, los cuales soncargados en una tarjeta contactless –o de identificación por radiofrecuencia –. Así, posteriormente, no importa que elvecino en cuestión no lleve un euro en el bolsillo cuando tiene que pagar unaconsumición en un bar de la zona, pues la puede abonar con los orués que recientemente ha recibido. Esmás, luego se encuentra a un conocido al que le debe un asesoramiento legal, demanera que le realiza una transferencia in situ, también en orués, empleando sencillamente latecnología NFC de su smartphone.

 

Aunque estasituación todavía no acontece con frecuencia en la realidad, a partir delpróximo mes de septiembre será algo común en esta parte de la ciudad deValencia. Y ello será debido a la puesta en marcha del orué, una nueva monedasocial que actualmente se encuentra en fase beta. “Nuestro objetivo es promover las iniciativas sociales, culturales,medioambientales, los intercambios entre particulares y la economía local. Endefinitiva, la hemos concebido sin excluir a los comercios y en pro del biencomún“, explica Enrique Montesa,miembro de la Asociación deEmprendedores e Innovadores Sociales de Valencia, la entidad promotora deesta iniciativa.

 

En concreto, la idea del orué surgió cuando Enrique asistió en 2009 a una subasta detalentos en el centro budista al que asiste su mujer. Esta experiencia le hizopensar en un proyecto para el barrio en el que reside que más tarde encontróplasmado en el libro Vivir sin empleo, el cual llegó asus manos. Y el plan también caló hondo en los miembros de la asociación a laque pertenece, quienes coincidieron en que Ruzafa era un buen lugar para llevarloa cabo. Finalmente, tras meses de asambleas y cavilaciones, se acordó que elorué emplearía la solución tecnológica ÁreaActiva, una plataforma desarrollada en España que trabaja con totalseguridad en soporte electrónico y permite que las transacciones sean en tiemporeal, lo cual representa la mayor novedad respecto de otras monedascomplementarias. “No ha sido nada fácilllegar al diseño actual. Más de 40 personas nos hemos reunido intentandoencontrar la moneda de aquí. Porque hay cientos de monedas sociales, pero cadauna responde a unas necesidades diferentes“, confiesa Enrique.

 

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De esta forma, losusuarios del orué funcionan con la Banca Social Online, donde se registran losmovimientos y el saldo como si de una cuenta bancaria al uso se tratase. Darsede alta en la Asociación de Emprendedores e Innovadores Sociales deValencia, comprar en los establecimientos adheridos – que ya se cuentan en másde una treintena –, participar en un proyecto del barrio ofreciendo un servicioo colaborar en la campaña de microfinanciación social – cuyo fin aún está pordecidir – son las vías posibles para pasar a formar parte de este sistemaeconómico alternativo. En definitiva, la participación es la llave de entrada.”El manantial de la moneda social eshacer cosas buenas“, concluye Enrique.

 

Referente de proximidad

El funcionamiento del orué con Área Activa hallamado la atención de otras monedas locales, las cuales basan sufuncionamiento en el CES(Community Exchange System), unsoftware desarrollado en Sudáfrica en 2002 que permite el intercambio de bienesy servicios a nivel local e internacional. Éste es el caso de los ecos, los cuales han sido creados por la Xarxa de Xarxes d’Intercanvi de València (Redde Redes de Intercambio de Valencia) y acaban de cumplir justo un año con másde 1.300 usuarios. Dicha sociedad está formada por seis grupos que promueven lacohesión social mediante la reciprocidad en la prestación de servicios. “Nuestra moneda se basa en un sistema deapuntes contables de lo que unos hacen por otros, de lo que se oferta y de loque se demanda. El único requisito para participar es registrarse y ofertar unservicio desde el principio“, ilustra RosaAhuir, coordinadora del Sistemade Intercambio Local de Meliana, una de las plataformas integrantes. Deesta forma, aunque se establezca una paridad con el euro para facilitar loscálculos, no se precisa de dinero previo a canjear para obtener ecos y empezar a comerciar. “Una de las mejores cosas que tiene esto esque te puedes reinventar y, por ejemplo, hacer rentable un hobby. Además,aunque tener una deuda no lo llevamos bien, aquí el endeudamiento no esnegativo, porque el sistema lo permite y funciona con él“, argumenta Rosa.

 

Una economía de recorrido

Lejos de lo quemuchos puedan pensar, las monedas sociales no son una novedad. Episodioshistóricos como el Crac del 29, la Guerra Civil Española o, más recientemente, el Corralito en Argentina ya propiciaron laaparición de sistemas de intercambio que suplieran la falta de dinero. Porejemplo, en Suiza funciona desde 1934 una cooperativade crédito con una moneda propia denominada wir, la cual ha llegado a estabilizar la economía liderada por elfranco suizo. Asimismo, fruto de las políticas neoliberales imperantes en ladécada de los 80, hace años surgieron los LETS (Local Exchange Trade System) en Canadá ylos SEL (Système d’Échange Local) en Francia, los cuales no solo semantienen en funcionamiento, sino que se han extendido por todo el mundo. Y loscasos se suceden. “Las monedas socialesson iniciativas comunitarias. Para montar una lo único que se necesita es genteque se ponga de acuerdo y que quiera intercambiar cosas. Además, al no tratarsede entidades de crédito, no se vulnera la legislación vigente“, reflexionaEnrique.

 

Momento de apogeo en España

La presentesituación económica ha hecho proliferar las monedas sociales a lo largo y anchode la geografía española. Por ello, los veteranos zoquitos de Jerez dela Frontera(Cádiz) conviven ahora con los pumas de Sevilla, los boniatosde Madrid, las turutes en Vilanova i la Geltru (Barcelona), los coponesen Cuenca o los galeuros en Galicia. Y entre ellos seencuentran, también, los originales vecinosde Valladolid, los cuales corresponden a un proyecto de la Federación de Asociaciones Vecinalesde dicha ciudad que lleva en marcha dos años y medio. En este caso, elseguimiento de pautas de orientación laboral para la búsqueda de empleo serecompensa con esta moneda, teniendosiempre en cuenta la situación familiar y económica de los beneficiarios. Deesta forma, las personas con menos recursos pueden optar, después, a canjearlos vecinos en una tienda solidaria dealimentos y productos de higiene. “Entotal, atendemos a unas 30 ó 35 familias cada cuatro meses, que es nuestroperiodo de intervención. La idea es que cada una de ellas pueda participar eneste programa una vez por lo menos. Porque, aunque baja en verano, tenemoslista de espera“, aclara IreneCordovilla, responsable de la iniciativa.

 

Con todo, a pesarde que aún sean desconocidas para muchos, las monedas sociales están muy lejosde desaparecer, pues cada vez más personas están dispuestas a ponerse deacuerdo en emplear esa otra cara.

@LaBellver

Adrián Cordellat

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