A lo largo de la historia del cine hemos conocido diversos modelos de mujer que han sido un referente y han marcado una dosis de diferenciación con el resto de la población femenina. Nadie puede olvidar a Audrey Hepburn, una mujer que nació en el crack del 29 y que marcó la tendencia de la extrema delgadez en uno de los films más distinguidos “Desayuno con Diamantes”. Tampoco hemos perdido la llave del baúl donde se esconde la silueta exuberante de una rubia que marcó la tendencia de las curvas, Marylin Monroe. Son tan sólo unos ejemplos de modelos de mujer existentes en el cine que bordaron una época.
Comenzamos transportándonos con la máquina del tiempo y nos introducimos entre las bambalinas de una de las películas más efervescentes donde se visualiza la belleza de una de las mujeres más espectaculares del cine norteamericano: Marilyn Monroe.? Existe una escena que inmortalizó a Marilyn y a la película La tentación vive arriba, la actriz encima de un respiradero del metro y con el vestido ascendiendo sobre sus piernas, potenciando una sensualidad y un glamour que no podemos olvidar.
El director, Billy Wilder, dijo sobre la escena: “Cuando rodé con ella la escena de la boca de ventilación del metro tenía la atención del mundo. Se reunieron veinte mil personas, hubo caos de circulación y una crisis matrimonial entre Joe DiMaggio y Marilyn. Reconozco que yo también me habría puesto nervioso si veinte mil personas hubieran estado observando una sola cosa: cómo mi mujer se levantaba las faldas por encima de la cabeza”. Mis compañeros periodistas publicaron en diversos soportes que este vestido puro e inmaculado se subastó por 4,6 millones de dólares, la tentación de Marilyn y sus curvas parecían no tener precio, aunque ahora un particular por esta cuantiosa suma de dinero puede tener el vestido de la rubia explosiva del cine de los 60. Su figura esbelta y su cabellera rubia la hicieron ser el objeto de deseo de más de uno de los hombres más poderosos de EEUU. El célebre vestido blanco plisado estaba firmado por el diseñador de vestuario estadounidense William Travilla.
El traje blanco, que ahora ya es de color crema, tableado y con un escote de infarto potenciaba los rasgos de Marylin de una manera muy sensual y enmarcaba sus curvas. Recordemos que la actriz, considerada un mito erótico, usaba la talla 44, toda una apología a la exhuberancia y las proporciones de las mujeres, tan olvidadas en las pasarelas actuales. Sin ir más lejos, Yves Saint Laurent en 1965 inauguró una nueva época en la moda basada en la andrógina, un término especializado en la esfera de la moda que se usa para hacer referencia a la ambigüedad del género. La mujer fue convertida en un ser masculino, sin formas de fémina, recluidas a mostrar prendas masculinas sobre su cuerpo errático, anodino y hombruno. Una tendencia muy opuesta a la voluptuosidad de Marylin.
Tampoco nos podemos olvidar de la película Con faldas y a lo loco, un film basado en un argumento muy cómico donde la rubia mostraba todos sus encantos en traje de baño y potenciaba una misteriosa divinidad en las escenas que protagonizó con Tony Curtis. La silueta “eduardina” en forma de “S” que oprimía la cintura era inalcanzable sin un corsé que hundiera la pelvis y el busto luciera de una manera suntuosa, de esta manera Marylin fue una de las mujeres del cine que abanderó este tipo de estructura en el ámbito de la moda. El cine de Hollywood influyó con la aparición de estrellas como Marylin Monroe y Brigitte Bardot que popularizaron las curvas y una imagen provocativa sobre el clasicismo y la elegancia de Grace Kelly o nuestra protagonista que viene en este viaje entre costuras.
Volvemos a introducirnos en la máquina del tiempo, estamos ante un Nueva York totalmente inhóspito y desierto y vemos como se acerca un taxi, de él sale una mujer muy delgada, pero a su vez exquisita, vestida totalmente de negro por Givenchy, se acerca al escaparate de la Joyería Tiffany’s, mientras se toma un café de la manera más grácil jamás vista. En su forma de mirar las joyas, en los planos a través del interior del establecimiento, en toda esta secuencia inicial, tenemos la sofisticación de nuestra protagonista de este inolvidable film.
Basada en la novela de Truman Capote, Desayuno con diamantes es, sin lugar a dudas, una de las películas mas importantes y emblemáticas de los años 60. Cuando el escritor vendió sus derechos a la Paramount exigió que su musa Marilyn Monroe interpretase el papel de Holly, pero los Estudios Fox en una nota oficial dijeron: “La señorita Monroe está bajo contrato con estos Estudios y no será cedida a ninguna otra Productora”. Audrey Hepburn fue un estereotipo de la distinción basado en la elegancia y en la sofisticación de sus movimientos, acciones, palabras, kinesia y especialmente en el modo de llevar las prendas de ropa que luce en la película, concretamente los vestidos muestran una cercanía a los diseños de Coco Chanel y Givenchy, por su estructura, sencillez y elegancia.
El Little Black Dress, diseñado por Hubert de Givenchy (diseñador personal de la actriz en diversos films y acontecimientos de su vida) se subastó en Christie´s y alcanzó el impresionante precio de 807.000 dólares. La ternura de esta increíble actriz está patente en todos y cada uno de los fotogramas del film, ella sola nos transporta a la ciudad de los rascacielos con la frescura de una magnolia, con el aroma del propio deseo, con la libertad de sus largas manos o con esa expresión de ángel sin destino que siempre llevó a la pantalla como un signo de identificación. Audrey es una de esas actrices incombustibles que por más veces que se mire, por más horas que empleemos en su contemplación, el resultado final es tan nuevo como la propia belleza de un amanecer. Su extrema delgadez marcó una fuerte tendencia entre las féminas de los años 60, la población vio en la gran pantalla a la mujer más consumida en la historia del cine. Se marcó un estereotipo, un rol de mujer risueña y soñadora que mostraba un aspecto un tanto enfermizo para los años 60. Lo que desconoce la población es que, esta actriz poseía este aspecto porque sufrió la hambruna de la II Guerra Mundial. Una mujer que nos hechizó y que aún continúa su embrujo en la actualidad, siendo un referente en el mundo de la moda.
En este momento, aguardamos un segundo antes de montarnos de nuevo en la máquina del tiempo, aún estamos saboreando los confortables 60, la época del rock and roll, de los ritmos del blues, el movimiento hippie, del capitalismo, la moda retro y el inconformismo. Frente al espejo, divisamos a una de las grandes maggiorattas del cine italiano de los 60, Claudia Cardinale nació el 15 de abril de 1939 en Túnez, en el seno de una familia numerosa. Debido a su espectacular físico de marcadas características latinas, Claudia consiguió ganar un concurso de belleza en su adolescencia, lo que le incitó a prepararse para el mundo al que estaba destinada, el cine. Fue otro ejemplo, otro icono de moda en los años 60.
Representaba el ideal de la sensualidad con la inocencia pura de una joven. Cuando estaba en la pantalla, el mundo parecía pararse para admirar su clase y su peculiar belleza. En 1964 protagonizó una de las películas italianas con más éxito Celos a la italiana. Una historia de una obsesión desmedida que la actriz soporta con una gran interpretación. Recordamos una escena donde se halla la actriz hablando por teléfono, en un primerísimo primer plano se observan los rasgos de Claudia, unos labios con volumen y unos ojos muy rasgados, una especie de fotografía que ha desembocado en calcos baratos de la sociedad del siglo XXI. Su look denota elegancia, un anillo de brillantes asoma en su dedo y un clásico collar de perlas adorna y se postra en su cuello de una manera muy tenue. En esta película existe un gran despliegue de joyas, de glamour y de perfección protagonizada por el rostro exótico de Claudia.
Al escuchar el tic-tac del tiempo descubrí que la vida estaba al revés, y supe que el viaje había finalizado en nuestro siglo XXI. Nos centramos en nuestra última protagonista, una mujer de una belleza muy personal, un icono de moda que ha marcado tendencias en los últimos tiempos: Sarah Jessica Parker. En la serie de Sexo en Nueva York vemos su adicción a los zapatos del diseñador Manolo Blahnik, gracias a la actriz este diseñador canario se popularizó en la sociedad americana de esta época, sus ideas polémicas sobre cómo combinar los colores, su estrafalario vestuario de grandes diseñadores como Óscar de la Renta, Alexander Mcqueen, Dolce &Gabbana, Roberto Cavalli o Dior y su toque personal e insuperable que hace que esta actriz se convierta en un ejemplo a seguir por las mujeres europeas y especialmente newyorkinas. Tras el éxito de la serie se grabaron dos películas de Sexo en Nueva York con elevados índices de audiencia. Un lujo para los sentidos de vestidos, diseños exclusivos y zapatos en las cuatro protagonistas de la serie, pero sólo una, Sarah, los hizo personales e inimitables. No podemos olvidar la secuencia de la primera película de Sexo en Nueva York cuando la actriz se probó unos cuantos diseños exclusivos de vestidos de novia de los mejores modistos de todo el mundo. Al final la pudimos ver radiante con un vestido espectacular de Vivienne Westwood, la auténtica creadora del look punk. La reina de Sexo en Nueva York ha sido muy criticada por su extrema delgadez y por su obsesión de permanecer con este aspecto, por otra parte ha sido y es admirada por las mujeres de todos los rincones del mundo por su pasión por la moda y su gran sensibilidad.
Mujeres que han hecho historia, mujeres que son el pasado y el futuro de la moda, por su belleza, sensualidad y elegancia. Todas ellas distintas, pero a su vez, semejantes por ser consideradas las precursoras de poseer el placer inconfundible de marcar una época bajo pinceladas de seda.