Una ‘patrulla amiga’ para quienes viven en la calle

Se estima que en España hay más de 35.000 personas que carecen de hogar. En 360 Grados Press hemos conocido a un colectivo ciudadano que, altruistamente, asiste dentro de sus posibilidades a cuantas puede para suavizar la complicada tesitura marcada por la falta del derecho básico a una vivienda digna.

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Observaron su alrededor, repararon en una realidad y ello les bastó para decidir que querían intervenir. En concreto, corría el año 2007 cuando Carmen Allendes y su marido junto a unos amigos empezaron a ayudar a las personas sin hogar que se encontraban por Valencia. A partir de ahí, el boca a boca hizo el resto. Tanto es así que, ahora, una red de voluntarios se ha organizado en torno a esta iniciativa que ha sido bautizada como Amigos de la calle y que no ha cesado en su actividad desde entonces. “Colaboraba con otra entidad que dejó de funcionar, por lo que tenía la inquietud de seguir activa en este sentido, me hablaron de este proyecto y me uní. Esto me reporta conocer personas maravillosas y sentirme útil. Además, se aprende mucho al estar con gente necesitada, pues te enseñan a valorar todo lo que tienes“, explica Lolín mientras vigila el fuego de una olla en plena ebullición.

 

Una costumbre inquebrantable

El calendario señala domingo, lo cual es sinónimo de preparar sopa para más de 350 personas, por lo que ella se ha reunido en el piso que ha cedido a la organización como base de operaciones con el grupo que esta semana se encarga de preparar la comida que entregarán más tarde. Han comenzado a las 10:30 horas de la mañana y su jornada se prolongará hasta bien entrada la noche. “Hacemos un reparto nocturno todos los domingos del año, sin excepción. Para muchos es lo único caliente que comen en siete días. Solemos empezar a las 20:30 horas y en una primera parada ya acuden unas 150 personas, aproximadamente. Después, seguimos con las cuatro rutas que hemos definido por la ciudad con la furgoneta de la asociación y con varios de nuestros coches“, relata Carmen.

 

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Mientras, María José, Icíar, Nelo, Raquel, Alicia y Mayte completan el relato a la par que cortan verdura sin tregua. Como se ha indicado líneas más arriba, hoy es su turno en esta improvisada sede para disponerlo todo y sus manos no paran quietas desde que ponen un pie en ella. El ‘menú’ también comprende bocadillos, café con leche, bollería y todos los alimentos que los voluntarios de los equipos restantes – son cinco en total – han logrado recolectar echando mano de recursos propios y de contactos. Con el tiempo, además, algunos particulares, restaurantes y hornos se han sumado aportando un granito de arena siempre que pueden. De hecho, la implicación en este movimiento ciudadano ha evolucionado hasta el punto de celebrar una fiesta por Navidad en la que dan juguetes a los niños y regalos a los adultos. “La gente es muy solidaria en general. Esto solo es posible gracias a la colaboración de la sociedad“, matiza la precursora de Amigos de la calle.

 

Otros derechos fundamentales a cubrir

Aparte de gestionar las donaciones y de ofrecer sustento semanalmente, los miembros de esta entidad tratan de responder a otras carencias de las personas sin hogar, como la vestimenta y, en la medida de lo posible, la reinserción. Así, recogen ropa de temporada – la cual distribuyen junto a la comida – y, paralelamente, ofrecen el apoyo emocional y el asesoramiento necesarios. Siguiendo con las palabras de Carmen: “La gente en la calle se deteriora mucho. Entre los voluntarios hay profesionales de todo tipo, como trabajadores sociales o enfermeros, pero la mejor psicología, sin duda, es el cariño. Hablamos de personas con el autoestima muy bajo que necesitan ánimos para revertir su situación. Nosotros les damos un trato digno y, por supuesto, siempre que lo piden ellas mismas o que sienten esa motivación personal, les ayudamos a salir de su circunstancia“.

 

En los malos y los buenos momentos

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De esta forma, las historias de vida que ‘se coleccionan’ en Amigos de la calle son tan dispares como intensas: desde tener una minusvalía y no recibir una subvención por dependencia suficiente para hacer frente a los gastos del día a día hasta escribir una vida laboral en el extranjero y no recibir la jubilación al volver a España, pasando por los problemas más frecuentes que llevan a perder un techo bajo el que subsistir. “En este sentido ha habido un cambio. Porque antes se acusaba más el alcoholismo o la drogadicción, pero a partir de la crisis cada vez hay más personas que entran en la espiral de perder el trabajo, los amigos, la casa…“, analiza Carmen. Con todo, la proximidad de esta labor imparte unas lecciones y genera unos vínculos que son la mejor recompensa para todos los implicados. “Aquí hablamos de compartir, no de dar. Porque dar implica una relación asimétrica, mientras que compartir significa que tú también recibes algo a cambio, como capacidad de amar o de respetar, así como experiencia. Además, mantenemos en el tiempo el contacto con las personas a las que ayudamos, pues después de esto podemos decir que forjamos una amistad con ellas“, concluye ella misma.


@LaBellver

*Sacos de dormir, calcetines, zapatillas, cazadoras, vaqueros, pijamas, pasta, atún, café descafeinado, leche, azúcar, tomate frito o legumbres son las principales demandas de Amigos de la calle. En caso de querer contribuir económicamente, la asociación se sirve de una herramienta de captación de fondos para ello, así como también ha habilitado una cuenta bancaria exclusiva. Sus miembros se comprometen a no dar dinero a las personas asistidas, sino que este siempre es invertido en adquirir el material necesario para desarrollar su labor.

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