Una casa entre raíles

Su pasión por el ferrocarril nació desde que era un niño, cuando su padre le llevaba a ver pasar los trenes. Ahora ha convertido una de las habitaciones de su casa en una especie de santuario a su más preciada pasión: las locomotoras.

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Son como parte de la familia. Tienen supropia habitación, están perfectamente organizadas y reciben cuidados, mimos yatención diariamente. Son maquetas de tren. Su dueño, un funcionariovalenciano, está tan enamorado del ferrocarril que decidió coleccionar trenesen miniatura para paliar de algún modo el sueño que nunca se hizo realidad:llevar el control de la máquina de una locomotora. “Ser maquinista es mi sueñofrustrado”, asegura mientras no pierde detalle de sus pequeñas locomotoras.

 

Entre todos los tipos de trenes, sucolección pasa los 30 convoyes, que tiene expuestos como si se tratara unafotografía de una estación real. “Todos los trenes están colocados sobre lasvías como si fuesen de verdad. Me gusta cuadrarlos y ponerlos como estánsituados en las estaciones”, explica este valenciano.

 

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Esta gran pasión nació en él desde queera bien pequeño. Cuando sólo sumaba los dedos de una mano le entró elgusanillo del ferrocarril que ya no le abandonó nunca. Quizás, que su padre lellevase a ver los trenes pasar fue determinante. El coleccionismo vino después.Hace diez años que busca maquetas, que se han apoderado de tal manera de lahabitación reservada sólo para ellas, que “estoy pensando en poner lassiguientes máquinas en vitrinas”, indica este valenciano, al tiempo que sumujer deja muy claro que esa es la única habitación que puede “secuestrar”.

 

El valor sentimental de estos pequeñostrenes es incalculable, pero el monetario, no. “Todo lo que tengo aquí, puedecostar más de dos millones de pesetas”, atina a sumar. Claro que, como en todaslas familias, hay un miembro que siempre destaca. “La joya de la corona es unmodelo del año 1978. Ese lo tengo en la caja fuerte”, revela este valenciano alque le aterroriza la idea de que le roben su pequeño tesoro. “Pero me asusta,no por el dinero que perdería, sino porque tengo trenes que están yadescatalogados y que es imposible encontrar otra vez”. 

 

Respira tranquilo, porque nunca ha tenidoque lamentar nada por el estilo. Así que puede seguir disfrutando de ver las maquetasen marcha “siempre que puedo y tengo tiempo”. Pues a rodar.

Lorena Padilla

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