Detrás de un salvamento acuático

Mediados de julio, playas llenas, medusas revoloteando por las costas. Ese es el panorama con el que se encuentran los afortunados/ as que disfrutan de unas merecidas vacaciones. 360gradospress ha querido indagar en esta ocasión en el trabajo de las personas que velan para que los bañistas gocen de la mejor seguridad posible en sus días de descanso.

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Nos desplazamos a la playa Mareny Blau de Sueca en un día nublado y con poca gente, pero el trabajo de los socorristas no decae un ápice, siempre al tanto de lo que pueda ocurrir. El coordinador de los socorristas y puesto sanitario, Salvador Perelló, nos explica cómo es un día de pleno verano para los vigilantes. “Llegan por la mañana, dejan sus cosas y entran a probar el agua, me comunican cómo está y decidimos qué bandera vamos a poner. Intentamos que las banderas sean homogéneas, es decir, que no haya una bandera roja en una playa y una verde en la de al lada; conviene tener un criterio común a la hora de elegir el tipo de bandera. Además, rellenan un papel con el estado de la arena y el viento que hace a modo de parte”, expone Perelló.

Con respecto al color de la bandera, si está roja y alguien entra al agua, se le puede sancionar e incluso avisar a la policía local para que procedan. No obstante, “hay veces que ponemos una bandera “naranja” –risas- porque en ocasiones, está prohibido el baño un viernes, un sábado y un domingo, y eso en cualquier playa, la gente no lo aguanta y al tercer día se quiere meter”, comenta el coordinador.

El trabajo de los socorristas empieza a las once de la mañana y “a las dos y media se van a comer por turnos. Luego a las cuatro y media vuelven a la zona asignada hasta las seis entre semana y hasta las siete, los sábados y domingos”, prosigue Salvador. Sin embargo, éstos no son los únicos que vigilan la seguridad de los bañistas, también hay personal médico como auxiliares sanitarias –en las postas de cada playa-, enfermeras y también el teléfono 112 por si hubiera alguna emergencia fuera de horario de vigilancia.

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En caso de que se produzca alguna alarma, el socorrista avisa por megáfono de que tiene un ahogado en su zona de supervisión, es entonces cuando su compañero más cercano se desplaza para ayudarle, así como una sanitaria con oxígeno y una enfermera con una bolsa de medicación.

Lo más habitual, como señala Salvador Perelló, es: “tener que convencer a las personas que quieren bañarse cuando hay bandera roja de que no pueden, encargarse de los perros sueltos que pasean por la orilla, picaduras de medusas y de peces arañas. Y en muchas ocasiones, hay que ir a rescatar a personas que han nadado hasta las boyas amarillas (señal de fin de zona de baño) y que se han quedado sin fuerzas para hacer el viaje de vuelta a la arena”.

Para llevar a cabo todas estas tareas, los socorristas deben aprobar un curso que se divide en un bloque de primeros auxilios y otro de salvamento acuático, con sesiones teóricas y prácticas para poder atender fracturas, heridas y golpes de calor, entre otros percances. En el caso concreto de la playa Mareny Blau, la selección depende de unas oposiciones que se hacen cada dos temporadas.

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