Rafael Frühbeck de Burgos

Asistir a un concierto dirigido por Rafael Frühbeck de Burgos tiene mucho de experiencia que trasciende lo sensorial. Le he visto dirigir en varias ocasiones y siempre he sentido como sus interpretaciones penetraban por mis poros e iban más allá de la mera percepción a través de los sentidos. Puede que tachéis de hiperbólico lo que acabo de escribir, de excesivamente subjetivo, lo acepto. Pero ante las interpretaciones del maestro burgalés siempre he sentido lo que se siente ante una buena interpretación: el fluir interno de la música que hace que nos aleteen mariposas en el estómago.

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Cosas de lasemociones que no suceden tan a menudo en las salas de concierto como nosgustaría. Para que ello se produzca hace falta que se combinen en un todo indisolublela interpretación, la obra y la orquesta. La compenetración de estos treselementos es necesaria para cautivar al público, para que la emoción noscosquillee por dentro. El veterano maestro burgalés lo consigue, al menos paramí. La percepción es individual. ¡Qué se le vamos  a hacer!

 

Siempre me hainteresado el trabajo de Frühbeck de Burgos  y le he seguido con interés cada vez que se haasomado a un medio de comunicación. Admiro sus ideas sobre la música, propiasde  un humanista en el sentido amplio dela palabra, y eso se agradece en estos tiempos tan tecnócratas que corren. Unavez le escuché, no sé si en una entrevista en Youtube o le leí en un periódico, que lo importante en un directorante una obra musical escrita  no essaber lo que dice el compositor, sino lo que quiere decir. Eso mismo opina Daniel Barenboim en su libro Mi vida en la música: una cosa es leerla partitura y otra comprender e interpretar. Es importante que un directorinterprete, pero es fundamental que lo transmita a la orquestra, que sepa loque quiere. Esto sólo se adquiere con el estudio concienzudo de las obras, conuna transmisión clara de los mensajes.


Sin estudio no hay conocimiento, sinconocimiento no hay comprensión, y sin comprensión no se puede comunicar nada.Un director debe conocer la técnica de la orquestación, debe tener profundosconocimientos de Armonía, debe buscar la sonoridad – tan importante en lainterpretación de la obra-  y en elimpacto que ella produce en el público; debe llevar el tempo, marcar las entradas y los acentos, pero sobre todo debe comprender,interpretar, transmitir y ser generoso con sus músicos. Quién sabe comunicarsabe escuchar. En la música más que en ningún otro arte es necesario el entendimiento.No hay nada más caótico que la falta de comunicación entre los integrantes deuna orquesta. Es la imposibilidad de interpretar. Ved Prova do orchestra, de FedericoFellini y lo confirmaréis. 

 

Frühbeck de Burgos siempreconsigue el entendimiento. Lo he podido verificar tanto en orquestas en las quees director titular como en las que es invitado. Un entendimiento fruto del trabajoy la  predisposición.  Como él ha dicho en más de una ocasión, adirigir se aprende dirigiendo y  estudiando. A ello el director añade unaportentosa sensibilidad que hace que se produzca la experiencia que trasciendelo sensorial a la que antes aludía. Hay que verlo en el podio; hay que seguirsus delicados movimientos en los que aúna la fragilidad propia de la edadfísica y la fortaleza de la maestría; hay que ver a los músicos atentos a susindicaciones.


El maestro burgalés,como buen intérprete,  busca lasingularidad y la personalidad en el sonido de las orquestas, algo que cada díaes más difícil de hallar, quizás debido globalización que manifiestan lamayoría de las formaciones sinfónicas como resultado de la excelencia técnica.Pero este tipo de excelencia no basta en una orquesta. Hay que buscar lapersonalidad.  Y ello es lo que impulsa Frühbeckde Burgos en las orquestas a las que está vinculado, tanto europeas comonorteamericanas, especialmente porque cree en las personas. Y en las orquestasy en la música hay personas.

 

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Hace unos días pasópor el Palau de la  Música de  Valencia al frente de la Danish National Symphony Orchestra, de la que es director titulardesde septiembre de 2012. Una primera visita a la auditoria valenciana que, asu vez, ponía fin a una gira que les ha llevado a recorrer juntos diferentesciudades españolas. En atril el Conciertopara piano nº 1 en si bemol menor, op. 23, de Chaikovski, para el que se contó con la participación del pianista Arcadi Volodos, y la Sinfonía fantástica, op. 14, de Berlioz. Mariposas en el estómago.


 

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