Las fallas con otros ojos

Todo parece distinto visto a través de otros ojos. A través de la mirada de otra persona que, cual antropólogo, descubre por primera vez los ritos y costumbres de una tribu tan parecida y, a la vez, tan diferente.

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Para un valenciano que no pertenece a ninguna comisión fallera desde los quince años, las fallas en determinado momento se convierten en un acto repetitivo y rutinario de cada mes de marzo. Casi molesto. Muchos abandonan la ciudad durante la festividad ante la llegada masiva de turistas y se convierten a su vez en turistas en otras ciudades de España o del mundo. Otros asumen los cuatro días de fiesta con resignación. Petardos, ‘despertàs’ matutinas, procesiones, calles cortadas y sucias, ruido a todas horas, monumentos que llegado un punto siempre parecen iguales…


Aún así, y para noquedar apartados de la sociedad, acudimos a alguna mascletà. Dejamos escapar un”ohhh” de admiración en la ‘Nit del foc’. Nos tomamos más cubatas de la cuentaen una de las múltiples verbenas nocturnas. Nos fundimos entre el gentío paradar la interminable vuelta a una falla de sección especial de la que noguardamos ni un detalle. Incluso paramos en un puesto de churros y buñuelospara que nadie nos acuse de fallar a la tradición. Lo que sea por tal de llevarlas Fallas de la mejor de las maneras.


Una vez que hasentrado en este reducido (o amplio, depende de cómo se mire) grupo de lasociedad, es difícil abandonarlo. Trece años me ha costado. Y aunque sólo seapor una vez, por un año, lo he conseguido. La clave del éxito está en ver las Fallascon otros ojos. Disfrutar de la festividad a través de la mirada de un personaque vive las Fallas por primera vez. Alguien que descubre lo que es unmonumento fallero y admira la grandiosidad y la belleza de los mismos.Independientemente del tamaño de la falla y de sus acabados.  Una admiración que a uno le obliga a volver amirar. Con otros ojos. Y a pararse incluso en aquellas fallas que años atrás nohubiesen merecido ni un simple vistazo.


Observar a travésde la mirada de otra persona actos como la ofrenda, que hace no tanto eran elcolmo del aburrimiento y que ahora disfrutas mediante la admiración primerizade alguien que no puede quitar ojo a cada uno de los trajes que lucen lasfalleras. Ni a sus peinados. Alguien que se queda con la boca abierta al verdesfilar a las más pequeñas, tan preciosas ellas con sus vestidos de falleras.Y que se emociona con la música de las charangas y el rostro cargado deemotividad y lágrimas de aquellas falleras que sienten la ofrenda hacia laVirgen de los Desamparados como algo que trasciende la fiesta.


Todo parecedistinto visto a través de otros ojos. A través de la mirada de otra personaque, cual antropólogo, descubre por primera vez los ritos y costumbres de unatribu tan parecida y, a la vez, tan diferente. Los momumentos, las mareas degente, el ruido incesante de petardos, las mascletás, las ofrendas… Todo parecedistinto y nuevo a la vez. Como si descubriésemos de nuevo algo que hemostenido a nuestro alcance cada mes de marzo de cada año de nuestra vida. Uno, através de esa mirada de admiración, hasta se siente orgulloso de su fiesta. Desu ciudad. Algo resurge tras las cenizas en que han acabado convertidas estasFallas de 2012. Sólo era cuestión de mirar con otros ojos.

@acordellat

Laura Bellver

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