En la Ciudad Fallera

Existe en Valencia un pequeño polígono industrial que durante las semanas previas a las Fallas aumenta la temperatura de su actividad. Se trata de un conjunto de naves setenteras que aglutinan a los artistas que elaboran los monumentos y que albergan los ninots, bocetos, maquetas y sueños de las comisiones falleras. 360 Grados Press se acerca esta semana al epicentro artesano de la creación sarcástica que lucirá palmito en las calles de Valencia dentro de apenas un mes.

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Asistimos al momento álgido de laactividad en la Ciudad Fallera, una zona industrial ubicada al noroeste deValencia capital que desde hace más de cuatro décadas se convierte en epicentrode la actividad artesana de los artistas falleros, o de buena parte de éstos.Porque, como indica uno de ellos, CarlosCarsí, “la gente va yéndose a otrospolígonos para trabajar volúmenes más grandes. Estas naves se han quedadopequeñas para trabajar esos volúmenes de las fallas de ahora y por la crisis encuentrasprecios similares para naves más grandes”.

 

Con todo, la mística fallera semantiene en las calles de este polígono de aspecto frágil, amarillento, casitan efímero como los monumentos que se trabajan en sus naves. Naves que tambiénacogen el Museo Fallero, la Cooperativa Fallera -donde se abastecende pinturas y de materiales los artistas- y el Gremio de Artistas Falleros, embarcado en las últimas fechas en lapolémica de si cobrar o no cobrar un canon de derechos de autor a quienes sehagan eco o publiquen los bocetos de las fallas. Un aspecto, precisamente, queconvierte en incómoda la visita de esta revista digital para algunos, losmismos que quieren evitar a toda costa hablar sobre el particular hasta que nohaya una opinión unánime al respecto.

 

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Fuera de polémicas, que todos losaños existen y florecen cuando los focos depositan la atención sobre una fiestatan internacional como las Fallas, 360 Grados Press recorre a golpe de calcetín taninsigne complejo industrial para conocer un poco más de la misión del artistafallero y de los prolegómenos de su trabajo a unas semanas vista de las Fallas.

 

Desde la Plaza de Regino Más, que recibe el nombre del insigne artista quese empeñó allá por la década de los 60 en concentrar la actividad del gremiofallero en un núcleo como éste de la Ciudad Fallera, accedemos calle arriba anuestra primera parada. 

 

Es el taller de Gabriel Sanz Fernández, quien este año, junto al caricaturista Ortifus, conduce la responsabilidad delevantar el monumento la falla de NaJordana, una de las que más solera y tradición atesora en la ciudad y quehabitualmente compite en la Sección Especial –la de mayor categoría-. Elartista recibe al semanario digital apostado en la puerta del taller,bajo una pátina de polvo blanco, la misma pátina que acaricia el entornoindustrial y que intensifica su trazo a las entradas de los talleres y en elinterior de las naves donde esconden las construcciones de corchopán(poliestireno expandido) que despertarán las pasiones de falleros y visitantesdurante las fiestas mayores.

 

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Desde el exterior se pueden entreveralgunos ninots pero el secretismo es máximo, dado que para esta edición lacomisión de Na Jordana ha decidido no desvelar el boceto de la falla hasta quellegue el día de la plantá. Unaestrategia de marketing fallero para sembrar expectación en el mundillo y queno deja indiferente a nadie. De hecho, el artista sólo indica que “es un conjunto que va a gustar mucho y enel que estamos trabajando todo el taller a pleno rendimiento, 9 personas, parallegar a tiempo y con garantías”.

 

Fechas atrás, el sector recibió conalivio la reducción del IVA al 10%, una rectififcación de los gobernantes que,según Gabriel, “puede ser nuestra tablade salvación porque ya el año pasado perdimos a dos trabajadores por no poderafrontar el peso de un IVA superior. Cuando llega la hora de pagarlo esinsostenible”, aclara el artista fallero.

 

Música, cera y máquinas absurdas de cartón piedra

La calle perpendicular luce elnombre de otro artista fallero ilustre, CarlesCortina. La nave que hace esquina recoge en azulejos pintados -como todaslas del conjunto industrial- el del ArtistaJose Ballester. Es el padre difunto de MiguelBallester, que, como su progenitor, ha decidido dedicar su vida a losmonumentos falleros para seguir la tradición familiar. “Porque, aunque es agotador física y mentalmente, me gusta y me lo pasobien”, indica.

 

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Pertenece a la tercera generación deartistas. Su abuelo comenzó como imaginero en la calle Salvador de Valencia. Allífue donde también su padre empezó a rectificar, a pintar y hacer trabajos deayudante mientras estudiaba Bellas Artes. Hasta que se centró en las Fallas,pero también en las figuras de cera. Hasta tal punto que en los años en que asentósu taller en la Ciudad Fallera, el Gremio de Artistas le encomendó la misión deelaborar figuras de cera para museos de todo el mundo.

 

De hecho, antes de enseñarnos losninots en que trabaja para este año, Miguel repasa los personajes de ceraelaborados por su padre y que él continuó haciendo hasta hace unos pocos años –cuandolos costes de producción y de envío comenzaron a salir más caros a los museoscompradores que encargarlos en sus lugares de origen- y que hoy descansan enmuseos como el Madame Tussauds deNueva York. Humphrey Bogart, Ruhollah Jomeini, Mahatma Gandhi o ElvisPresley son algunos de los trabajos de cera hechos en este taller deartistas falleros.

 

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Precisamente, la inspiración musicalmarcará uno de los 3 monumentos que Miguel trabaja este año para el mismonúmero de comisiones falleras. Dentro del taller, entre plásticos, botellasrellenadas de pinturas de colores, escayola, corcho blanco y polvo, muchopolvo, encontramos a un majestuoso ElvisPresley, al inmortal Freddie Mercuryo a los componentes de U2. Junto a ellos,otro ninot maquinal que evoca una suerte de revolución de robots insólitos,como un ataúd “autoenterrable” que durante la mañana en que 360 Grados Press lo visitó estaba listo para viajar a alimentar laexposición que todos los años marca el pistoletazo de salida para las Fallasantes de la plantá. ¿Será el ninot indultado de esta edición?   

 

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El presupuesto que suman los tresmonumentos en los que trabaja  Migueldesde el pasado julio de 2013 (comisiones falleras de Avenida del Oeste,Serranos-Els Furs y Vall d’Uixó) suma 42.000 euros, cantidad con la que tendráque pagar a ayudantes, transportistas, grúas, materiales… “y vivir con ello el resto del año”, indica. Cifra que, al lado deotros monumentos de Especial -que han llegado a alcanzar cifras entre 200.000 a600.000 euros-, se queda más que pequeña.

 

El gremio, salvo hechos que saltan ala prensa en momentos puntuales del año como el señalado anteriormente de losderechos de propiedad sobre los bocetos de las fallas, se lleva bastante bienentre los artistas que lo componen. “Vivimosuna competencia sana, estamos todos juntos, incluso estamos muchas veces paraechar una mano a los compañeros”, defiende Miguel Ballester. Una buenaseñal para tiempos de individualismo y de crisis social que puede hacerpresagiar la durabilidad de núcleos gremiales como éste en que nos ubicamos, laCiudad Fallera.

 

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“Al final, lo más importante es que la gente reciba los monumentos conuna sonrisa, que la comisión quede contenta y, si puede ser, que se lleve elprimer premio…”.Nos quedamos con estas premisas apuntadas por Carlos Carsí –artista este año de las comisiones Císcar-Burriana,Isabel la Católica-Cirilo Amorós, San Isidro, Doctor Olóriz, Padre Viñas yAntonio Pardo (Torrent)-, soltadas en prenda a 360 Grados Press mientras se afanaba en introducir dentro de sutaller las placas de corcho blanco que reposaban en la calle antes de permitirque el viento las arrastrara y esparciera en fragmentos de falsa nieve blancapor los silenciosos recovecos de la Ciudad Fallera.

 

Silencio por fuera, se “ruedan”ninots por dentro.

Miriam Reyes Gimeno

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