Agorafobia

Por David Barreiro, escritor y periodista

[Img #12319]
Sukkwand Island
David Vann
Ediciones Alfabia
Octubre 2010
210 pág
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En ocasiones, el panorama literario ofrece una joya inesperada que condiciona la mirada sobre la situación actual así como sobre el futuro del autor que la crea.

Es el caso de David Vann y su excelente Sukkwan Island, una  novela alejada de modas y corrientes de última hora, que se aferra a la tradición literaria norteamericana de Hawthorne, Hemingway, Faulkner, Roth o McCarthy para dejar una obra que, desde la primera a la última línea, se torna imprescindible.

Una experiencia vital del escritor es transformada por el genio creador en una novela extraordinaria, profundo análisis de personajes, complejo estudio de las relaciones humanas –de pareja, de amistad, de parentesco– y una trama exacta como un reloj suizo, que culmina en un portentoso punto de giro a mitad de narración que arrastrar al lector –ya convencido desde el inicio– hasta el final con placer y expectación..

Un padre y un hijo perdidos en mitad de la nada, en una isla del sur de Alaska en la que la caza y la pesca se dan cita junto a los silencios y el pasado. Unos personajes abocados a la inmensidad de una naturaleza hostil y aterradora, ante la que sienten temor, una suerte de agorafobia que no es más que el miedo a los espacios abiertos que habitan en nuestro interior, a conocernos, a desconocernos, a vivir y a morir, un pánico a nosotros mismos explorado también recientemente en la narrativa española por Jon Bilbao en su notable nouelle Como una historia de terror, obra con la que Sukkwan Island guarda puntos de unión.

Coqueteando con el absurdo, invocando a la identificación del lector y dominando con precisión el punto de vista de un narrador en tercera persona que viaja de un protagonista de la novela a otro, Sukkwan Island es un libro terrible y magnífico, una auténtica maravilla.

La edición
Hay que agradecer a Ediciones Alfabia no solo que haya publicado esta obra imprescindible, sino el cuidado de la edición, tanto la textura y el diseño de las cubiertas –con la inquietante ilustración de Alfonso Rodríguez Barrera– como el papel interior. Un rotundo acierto.

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