Realista, polifacética, compleja y plural, así es la obra del pintor valenciano Ignacio Pinazo, que alberga una gran diversidad. De hecho, se puede considerar como un precursor de lo moderno, un explorador de las técnicas de pintura y de la vida misma que puede contemplarse estos días en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).
Ignacio Pinazo (1849-1916) es ese gran desconocido que, a su vez, no lo es tanto como se cree. Cuenta con obras tan destacadas como Las hijas del Cid (1879) y se le identifica con cuadros más realistas, pero su complejidad ha hecho que no siempre sea entendido. O tampoco se ha comprendido su presencia en la colección permanente de un museo de arte contemporáneo junto al escultor Julio González u otros representantes de la vanguardia internacional.
En su época, cuando se le iba a otorgar la Medalla Real se dijo que para comprender a Pinazo había que realizar un esfuerzo. De esta manera, es cuando se descubren sus pinceladas, sus detalles, con cuadros muy desinhibidos en la forma de pintar y que transmiten multitud de emociones. Todas estas sensaciones se han querido recopilar en la exposición del IVAM Ignacio Pinazo y las vanguardias. Afinidades y colectividades, que comenzó el pasado día 8 y se extenderá hasta el 17 de septiembre de 2017.
“Ha sido el primer explorador de lo moderno en Valencia y en España. Parte de una tradición del siglo XIX, pero evoluciona hacia una conformación de un estilo muy personal, muy moderno, con una visión de los temas y una resolución y audacia plástica extraordinaria”, nos cuenta el comisario de la exposición, Javier Pérez-Rojas.
Por eso, un autor de 1900 se encuentra en un museo de arte moderno. “Hay muchas personas que no entienden porqué se encuentra en el IVAM, pero las cosas se descubren cuando las tienes encima, cuando las ves juntas”. Pérez-Rojas se refiere al sentido que se le ha otorgado a la exposición y que podría definirse como una mascletà por su ritmo in crescendo. “Mi idea ha sido crear un diálogo y un discurso a través de una afinidad y proximidad de Pinazo con autores de arte moderno”, explica el comisario de la exposición: “De esta manera, se evidencia que no queda desfasado, que soporta con gran entidad la cercanía del artista con otras generaciones“.
Hay que matizar que no se trata de una exposición comparativa ni de una influencia de Pinazo con otros artistas posteriores y con los que no fue coetáneo. Se trata de serie de piezas con las que se ha creado unas secuencias y unas divisiones temáticas, visuales, etc. Así pues, la exposición parte de una versión moderna de lo goyesco (se podría decir que un impresionismo pinaziano), más expresiva y que va analizando el pequeño formato. Aquí se vislumbra a Pinazo como pintor de la acción, con sus propuestas visuales y su actitud con el mundo que lo rodea, todo ello plagado de espontaneidad y descomposición del movimiento. Se pueden ver cuadros realizados en la calle como el Carnaval del Paseo de la Alameda de Valencia.
A continuación llega el tramo central del recorrido, convertido en el pilar central y más importante de la exposición, donde, he aquí la sorpresa, se pone en diálogo la obra de Ignacio Pinazo con el escultor Julio González. “Ambos artistas poseen coincidencias de encuadres muy bellos, por ejemplo, el de una mujer leyendo. Se trata de figuras alejadas en el tiempo, pero que repiten el lenguaje y la actitud. Lo mismo sucede con los desnudos y el erotismo”, comenta Javier Pérez-Rojas.
Después, como las ‘mascletaes’, la exposición va in crescendo a través de las tendencias abstractas. Se ven trazos más informales, muy garabateados, con textos y texturas modernas. “El impulso gestual es muy importante en la obra de Pinazo. continúa el comisario de la exposición Esto nos ha permitido pasar por una serie de apartados en los que se ve el sentido y la búsqueda de la abstracción y la síntesis de Pinazo en diálogo con autores como Saura o Tapies”.
La confrontación se encuentra, por ejemplo, en los cuadros de manchas: Pinazo pinta con manchas en las que se ve la escena, aunque sea diluida, para reflejar lo que está sucediendo. Y para la exposición se ha analizado esta parte de la obra con el pintor de expresionismo abstracto Esteban Vicente. De ahí el título de la exposición, ya que existe una especie de atracción entre las obras. La exposición finaliza tal y como empezó: con sendos cuadros de una salida de misa en las que se percibe la evolución del pintor valenciano.
Con Ignacio Pinazo y las vanguardias. Afinidades y colectividades se pretende resucitar la obra de un genio de la pintura valenciana y española, un adelantado a su tiempo cuyas impresiones se materializaron años después.
Patricia Moratalla