María Lara y Laura Lara no sólo se parecen físicamente (son hermanas gemelas). Ambas son historiadoras, profesoras, escritoras y comparten su pasión por la historia en el programa La aventura del saber de La 2 de TVE. Con motivo de su conferencia en el IV Congreso de Historia Comarcal de la Universidad Católica de València, nos sumergimos con ellas en una mundo de supersticiones y hechizos y, de paso, desmontamos algunos mitos como el de la bruja que volaba en su escoba.
María, estás presentado tu libro “Pasaporte de bruja: volando en escoba de España a América en tiempos de Cervantes”, ¿cómo fue el proceso de documentación para poder escribirlo?
Durante nueve años, en España y en mis estancias en París y Harvard (en Estados Unidos), he estado analizando las fuentes inquisitoriales de la Península Ibérica y de los virreinatos en lo relativo a la magia. Han sido jornadas fascinantes de investigación con el propósito de desbancar tópicos como el del vuelo, pero también con el objetivo de incluir al lector en un universo encantado, el de la España imperial, donde desde el rey hasta el mendigo, todos estaban preocupados por el más allá, interpretaban los sucesos políticos a partir de la Providencia.
La protagonista del libro es Cleo, una bruja española que un día decidió cruzar el charco con su gata Tábata para recorrer en América las ruinas de los chamanes.
La palabra “bruja” no siempre tuvo las connotaciones que tiene hoy en día. ¿Cómo ha evolucionado su significado?
Existe una alta variedad de oficios englobados en el término “bruja”: místicas, curanderas, videntes, etc. Etimológicamente la bruja es la mujer sabia. Sin embargo, a partir de finales del Medievo dentro del vocablo bruja se incluyó también a delincuentes que sembraban el pánico con sus amenazas demoníacas y estas últimas, acusadas de allanamientos de moradas y homicidios, no eran brujas sino criminales.
¿Realmente volaban?
A mediados del siglo XV tengo documentado la primera representación gráfica del vuelo de brujas. Se encuentra en un manuscrito francés titulado “El campeón de las damas” y las dos mujeres que ilustran el códice van contentas, vestidas con colores alegres. Por los límites marcados por la sociedad patriarcal, lamentablemente la mujer estaba confinada al espacio doméstico, de ahí que no resulte extraño que, mientras realizaba la limpieza de las habitaciones, el ama de casa soñara con volar y desplazarse a otros territorios. Lo que pasa es que luego entraron en juego los alucinógenos y, en medicina, ya sabemos que la diferencia entre el fármaco y el veneno está en la dosis. El tejo, la belladona o las bayas con las que quitar el dolor de cabeza, en porciones más altas, provocaban viajes al mundo de las tinieblas.
¿Cuándo fue la última vez que ardió una bruja en la hoguera en nuestro país?
En España hasta 1781 hubo víctimas por hechicería. La última fue “la cieguecita de Marchena”. Se llamaba Dolores y todo el mundo en Sevilla la conocía como “la beata”. Su último deseo antes de convertirse en ceniza fue fumarse un puro, dentro de la jaula, ante los oficiales del Santo Oficio.
Sois colaboradoras del programa La aventura del saber de la 2 de TVE. ¿Echáis en falta más programación cultural en televisión? ¿O creéis que la responsabilidad de formarse está en cada uno y que con Internet tenemos acceso a aquello que nos interesa?
Laura: Pensamos que cada uno tiene que desarrollar esa inquietud cultural por formarse, pero que también hay que hacer amenos los contenidos, aunando el rigor histórico y científico con el estilo dinámico.
En La aventura del saber, en La 2 de TVE, María y yo estamos realizando la serie de Monarquías. Así que proponemos a la audiencia un recorrido por las casas reales europeas, para conocer su misión institucional, la historia en relación con España y también cómo se vive en Estados como Bélgica, Luxemburgo, Suecia, Mónaco, El Vaticano…
¿Creéis que hoy en día no celebramos como corresponde ritos de paso en nuestras vidas tan importantes como puede ser el nacimiento o la muerte? ¿Tenemos menos necesidad de trascender que nuestros antepasados?
María: El deseo de trascendencia ha estado presente desde la noche de los tiempos. Por eso, ya en las cavernas, como Altamira, el hombre pintaba bisontes para que, mediante ese procedimiento de la magia simpática, el medio le fuera favorable. Son importantes los ritos y son necesarios los símbolos, también hoy en una sociedad tecnológica.
Durante el IV Congreso de Historia Comarcal de la Universidad Católica de València habéis hablado de vuestro libro “Ignacio y la Compañía. Del castillo a la misión”. ¿Cuál ha sido la relación de la Compañía de los Jesuitas con el poder político a lo largo de la historia?
María: Siempre ha existido esa idea del “papa negro”, el superior de los jesuitas, frente al “papa blanco”, el pontífice. Hoy, sin embargo, en El Vaticano hay un papa jesuita, Francisco.
La Compañía de Jesús nació en 1540. Su fundador, Íñigo, luego san Ignacio de Loyola, era un soldado que se hizo peregrino al caer herido en el cerco de Pamplona. Hoy en día el superior de los jesuitas se sigue llamando “general”.
Ángela Belotto
Ángela Belotto