Artesanía efímera

La tradición del uso de vareta de madera como material principal en los monumentos de las Fallas resurge de la mano de un artista, pero ante todo, artesano y buen aprendiz de sus maestros, Manolo García.

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El origen de las Fallas, esa festividad valenciana catalogada de Interés Turístico Internacional en la que se queman enormes obras de arte efímeras al son de la música y bajo los juegos artificiales en la víspera de San José, es incierto. La versión popular más aceptada la daba el Marqués de Cruïlles, que indicaba que fueron iniciadas por el gremio de carpinteros, que hacían limpieza de los talleres antes de la primavera con una hoguera purificadora en la que quemaban las virutas y trastos viejos sobrantes.

 

De maderas y carpinteros iba la cosa en sus inicios, una fiesta en la que, además, se honraba al miembro del gremio más ilustre, José. Palos, tablones y maderos han sido los principales materiales que han sustentado desde las fallas pre púber hasta las elaboradas algunas décadas atrás. Pero hoy el poliestireno expandido y el cartón piedra trazan cada centímetro de los monumentos que se pueden encontrar en Valencia en estas fiestas del mes de marzo.

 

Este material plástico ha sustituido casi por completo a uno de los más tradicionales y ligados al origen de estos monumentos, la vareta, que consiste en la modelación de figuras a partir de listones de madera finos (de entre 5 milímetros y 1,5 centímetros), que se humedecen para facilitar su curvatura. Y decimos ‘casi por completo’, ya que todavía existen puristas, artesanos de la falla, que la mantienen como su herramienta de cabecera y potenciadora de sus éxitos.

 

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Uno de los más reconocidos y valorados es Manolo García, artista fallero y, como él mismo se considera, “un buen aprendiz” de sus maestros. Manuel y José Martínez Mollá le transmitieron desde la adolescencia en sus talleres el amor por la carpintería, antes de ingresar en el gremio de Artistas falleros de Valencia y de despegar como profesional con grandes encargos y proyectos que le han consagrado en este oficio con tanta tradición en la ciudad del Turia.

 

Entre ellos, el conducir la creación durante tres años consecutivos de uno de los monumentos que más impresiona por sus dimensiones a los visitantes, el del ayuntamiento. El de 2016, por el que “se ha interesado mucho“, según el creador, Pere Fuset, actual concejal de Fiestas del gobierno tripartito, que se estrena en sus primeras fiestas grandes de la ciudad, se plantea como un homenaje a la figura del artesano valenciano y a la propia fiesta josefina, en un año en el que las Fallas se juegan ser declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

 

Emoción y arte en llamas

Todo artista ve su obra realizada desde antes de plasmarla en un boceto sobre papel. García también. “Me ilusiono con cada trabajo que hago y tengo ganas de ver la falla colocada semanas antes de la ‘plantà’“, asegura el artista fallero. Pero se lamenta de que hoy el oficio se esté “perdiendo” y que la artesanía y la carpintería ya no sean los motores que mueven la construcción de los monumentos en pos de materiales y métodos de producción que agilizan el trabajo y lo hacen más fácil como el poliespán, aunque admite que sería “casi imposible” sin él elevar hoy obras enormes como las que se hacen en Na Jordana o Nou Campanar.

 

Aun así, él prefiere trabajar la clásica vareta, que se ha convertido en el bastión de su trabajo y en su marca de identidad diferenciadora como profesional. “Cada vez gustan más mis obras sin empapelado, solo con el armazón de madera, que debe ser fuerte y laborioso, ya que, como nos gusta hacer fallas grandes con las que nos pasamos 20 pueblos, se necesitan muy buenas estructuras, pero el resultado es mucho mejor“, expresa García.

 

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Las obras de las que se siente más orgulloso son las de ‘Leonardo da Vinci’ (2012), de Na Jordana, y ‘Menuda menina’ (2014), de Nou Campanar, porque eran “verdaderos monumentos hechos con mucho cariño” que le supusieron “complicaciones y dudas de las que se aprende” y que hacen que su trabajo le guste más. Una ilusión que no se ve truncada con la quema de sus obras. “Me encanta verlas arder, ya que es lo que he presenciado desde pequeño y me emociona mucho“, comenta el artista.

 

Un cetáceo enorme en el Oceanogràfic

Y su técnica de vareta no solo tendrá este año presencia en las Fallas, sino también en el Oceanogràfic de Valencia, donde una beluga de madera de nueve metros presidirá a partir de marzo el edificio de acceso principal al recinto. Estos días se encuentra a caballo entre su taller y la Feria Internacional de Turismo (Fitur), en Madrid, como reclamo de los visitantes a la ciudad.

Laura Bellver

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