El cielo nocturno como patrimonio

Contemplar las estrellas y preguntarse acerca del universo parece una práctica connatural al ser humano desde que tiene uso de razón. Ahora, una iniciativa se está aprovechando de ello para despertar más interés por la astronomía entre la sociedad y, a la par, concederle a esta cuestión la valía que merece.

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Podría decirse que España es un país afortunado en lo que a astronomía se refiere, de ahí que sea considerada una potencia mundial en este sentido junto con Hawái y Chile. De hecho, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) no solo cuenta con varios observatorios destacados, sino con algunos de los telescopios más avanzados que existen actualmente. Así, no es de extrañar que encuentros de expertos se sucedan y, a su vez, que iniciativas relacionadas con dicha disciplina proliferen por estas latitudes. Para muestra, la I Conferencia Internacional Starlight del pasado 2007, la cual sirvió para concretar los principios de La Declaración de La Palma por la defensa del cielo nocturno y el derecho a la luz de las estrellas. Pero la trascendencia de esta ocasión no quedó ahí, porque también propició la puesta en marcha del llamado Movimiento Starlight, el cual cobró plena forma dos años después, en 2009, con la creación de la correspondiente fundación. “Reunimos el conjunto de ideas, proyectos, personas, reflexiones y actividades que proponen considerar el universo no solo como un laboratorio para los científicos, sino también un bien medioambiental para la pervivencia de muchas especies y una ‘materia prima’ que permite generar economía“, explica su director, Luis A. Martínez Sáez.

 

El astroturismo: una práctica en auge

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Siguiendo en esta última línea – la económica – destaca el acuñado como turismo de las estrellas, una de las apuestas más fuertes de la Fundación Starlight con vistas a contagiar el gusto por la materia que le ocupa. “La idea es promover el turismo científico y, más en concreto, el astroturismo, como un segmento de la industria turística de calidad, fomentando la creación de infraestructuras y actividades en este campo y formando personal especializado en la interpretación del cielo y la divulgación de los conocimientos astronómicos“, matiza Martínez Sáez. Para ello, se han creado las certificaciones Destino Turístico Starlight y Reserva Starlight, las cuales han sido respaldadas por la UNESCO, la Organización Mundial del Turismo (OMT) y la Unión Astronómica Internacional (IAU). ¿El objetivo? Garantizar la calidad del cielo en las zonas escogidas, así como reconocer su buen hacer por incorporarlo entre los bienes a conservar y a promover. En palabras del entrevistado: “Se convierte en un motor idóneo para el crecimiento de lugares que tienen un cielo limpio y oscuro por carecer, por ejemplo, de industrias contaminantes. Además, por primera vez se aúna la ciencia, el aprecio por el medioambiente y la difusión cultural: basándonos en la astronomía y en la visión del firmamento proponemos una nueva forma de turismo inteligente que aporta criterios innovadores para el desarrollo responsable de esta actividad“.

 

La implicación de la sociedad y de la comunidad científica

Cifras como que 200.000 turistas realizaron visitas nocturnas al Parque Nacional del Teide a lo largo de 2013 para observar las estrellas prueban que esta iniciativa apunta maneras de lograr su propósito. “La evolución está siendo favorable al coincidir dos movimientos complementarios: la valoración del cielo como fuente de conocimiento, cultura y turismo y, por otra parte, la necesidad de iluminar de manera inteligente nuestras poblaciones, reduciendo drásticamente el consumo energético“, analiza el director de Fundación Starlight. Otro síntoma paralelo que invita a una lectura positiva es el incremento de solicitudes provenientes de distintos puntos del planeta para ser incluidos en este particular club. Sierra Morena, el Montsec, la Reserva de la Biosfera de La Rioja o la Sierra de Gredos Norte en España, el Gran Lago Alqueva en Portugal, los bosques de Fray Jorge y Antofagasta en Chile o Nueva Escocia en Canadá son algunos de los que ya pueden presumir de ello.

 

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Por su parte, los científicos están tomando protagonismo en esta labor interiorizando la importancia de comunicar la ciencia correctamente. “Debemos tener muy presente que la investigación pública está financiada por los ciudadanos y, por ello, tienen derecho a obtener unos retornos a los que denomino ‘retornos sociales de la ciencia’. Entre ellos considero fundamental que los científicos expliquen de manera inteligible a través de las Unidades de Comunicación Científica lo que hacen, la importancia de lo que descubren y para qué sirve“, argumenta Martínez Sáez. Eso sí, lo idílico sería sumar un apoyo más: que las disciplinas científicas se pusieran en valor desde la educación general básica, evitando la contraposición con las humanidades, como se defiende desde Fundación Starlight.

 

Un necesario desconocido: el cosmos

Con todo, aunque todavía queda mucho trecho por delante, los esfuerzos invertidos están dando poco a poco respuesta a esas dudas que inquietan a las civilizaciones desde el principio de los tiempos. “Seguimos sin conocer los más grandes misterios del Universo y, por ello, el misterio de nuestro propio origen. Pero sí sabemos que todos los seres vivos necesitamos a nuestra estrella el sol y que para estudiar todo lo que ocurre ahí fuera y entenderlo es preciso un cielo que no apantalle las estrellas por una iluminación irresponsable. Además, un gran número de especies animales tiene hábitos nocturnos y, en consecuencia, precisan de la oscuridad para subsistir“, afirma la voz consultada para escribir este artículo. La conclusión, por tanto, es que la responsabilidad ha de ser compartida. “Mantener un cielo nocturno limpio y libre de la contaminación luminosa no es una necesidad exclusiva de los astrónomos, sino también es el derecho a un patrimonio que pertenece a todos los ciudadanos, aunque sólo fuese por su belleza. En definitiva, no se trata sólo de valores científicos, estéticos o de ahorro energético, sino también de un requisito medioambiental estrechamente relacionado con nuestra supervivencia“, finaliza Martínez Sáez.


@LaBellver

La foto de la portada exterior es de Carlos de Saa

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