El sexo en la discapacidad

Esta semana en 360 Grados Press descubrimos Yes, we fuck!, documental que aborda una cuestión casi tabú o, cuando menos, incómoda. Porque la sociedad vive expuesta a una sexualización constante. Sin embargo, ¿hasta qué punto es conocedora de este ámbito más allá de la norma establecida?

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Es uno de los cimientos de cualquier persona. Es una fuente de gozo, de interacción con los demás, de crecimiento personal. Para mí es todo eso. Nada más y nada menos que eso“. Esta definición de sexo bien podría encajar con la experiencia de, prácticamente, cualquier persona. No obstante, parece sonar diferente cuando es pronunciada por alguien que tiene una diversidad funcional. Dichas declaraciones, de hecho, corresponden a una de las protagonistas de Yes, we fuck!, trabajo que nació en el verano de 2012 con la idea de visibilizar una frustrante realidad para unos pocos que es ignorada por muchos y, a ser posible, lograr un cambio en este sentido. En palabras de Antonio Centeno, codirector del documental: “Comentaba durante una comida con Raúl que no habían cambiado tanto las cosas desde su anterior proyecto, Editar una vida (2005), y que sería interesante abordar este tema desde la sexualidad no solo para visibilizarlo, sino también para romper el círculo vicioso que nos infantiliza. Porque al tratarnos como niños los vínculos de dependencia parecen más naturales y esto, a su vez, nos infantiliza más. Nosotros queríamos hablar de sujetos adultos que se pronuncian acerca de su deseo“.

 

Un enfoque desde el respeto y al desnudo

Él, que tiene una lesión medular desde los trece años y es activista de OVI Barcelona, sabe perfectamente de lo que habla. Y su compañero, Raúl de la Morena, también; pues como realizador se ha aproximado en más de una ocasión a la discapacidad. Eso sí, nunca lo había hecho de esta forma: Yes, we fuck! incluye testimonios reales y sexo explícito, una combinación nada fácil de gestionar. “Nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Hablamos de personas que llevan toda su vida escuchando que su cuerpo está mal o no es normal. La clave para conseguir que participasen ha sido hacerles entender que esto no era una cuestión de entretenimiento, sino de crear una herramienta con la que transformar valores“, explica Antonio al respecto. Y prosigue: “Encontrar el equilibrio en el planteamiento también ha sido muy difícil. Por una parte, queríamos contar con imágenes potentes capaces de transformar a quienes ven el documental, no solo tener un discurso pedagógico. Paralelamente, corríamos el riesgo de ofrecer algo tan diferente que la gente no conectase con ello“. Con todo, reconocen que no están seguros de haberlo conseguido, sobre todo porque aún no han podido probarse frente al público general. Sin embargo, la respuesta desde su estreno en abril de este mismo año está siendo muy positiva en aquellos círculos donde sí lo han presentado, como es el caso del Porn Filmfestival Berlin, donde han recibido el premio a mejor película documental.

 

El sexo como instrumento político

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Lejos de lo que se pueda creer, en citas como esta no se habla de pornografía en el sentido más generalizado y convencional. En todo caso, se trabaja el llamado post-porno, el cual concibe que el sexo puede ser un modo de activismo y una expresión artística. En este marco, por tanto, la propuesta de Yes, we fuck! se siente cómoda y es desde aquí donde quiere sentar el punto de inflexión. “La percepción habitual del sexo es patética. Nos han censurado en YouTube y en Facebook. Además, en Gmail no se puede crear una cuenta que contenga la palabra “fuck” y por eso hemos cambiado nuestro nombre en el correo electrónico. Esto son claros síntomas de que hay que darle una vuelta al sexo. Se trata de una cuestión cultural: tenemos que crear otro relato y un nuevo imaginario. Actualmente, entendemos que hay un objeto de deseo y que tenemos que aplicar determinadas técnicas para obtener placer. Para nosotros, la diversidad funcional ha sido la excusa para abordar la sexualidad en su sentido más amplio, poniendo la lupa sobre las dificultades que muchas personas encontramos cuando nos salimos de la norma del sexo comercial heteronormativo y reproductor. Hablamos de un terreno muy amplio con carácter político en el que lograr una transformación social“, contextualiza Antonio.

 

Asistente sexual: una figura en pleno debate

El documental, asimismo, plantea un perfil controvertido que, aunque todavía pasa muy desapercibido, existe alegalmente y tiene una demanda creciente. Se trata del asistente sexual. “La idea es que estos profesionales te ayuden a acceder a tu propio cuerpo de forma sexual o a mantener relaciones con otra persona que también necesite una asistencia como tú en este sentido. Comparte con la prostitución que es un trabajo sexual y, por tanto, se cobra por ello. La diferencia viene por los roles: aquí ‘los clientes’ tienen el conocimiento de lo que hay que hacer. Además, hay un límite: nadie te hace lo que tú mismo no puedes hacerte con tus propias manos“, matiza el entrevistado. Así, conscientes de las implicaciones morales que despierta Yes, we fuck!, sus creadores se han marcado un plazo: van a promocionar el documental en festivales e intentar emitirlo en alguna televisión hasta la próxima primavera, cuando lo distribuirán en abierto vía online. La campaña de micromecenazgo que lanzaron para su financiación, la cual concluyó superando el objetivo económico inicial, y la frecuente observación acerca del tacto y la falta de obscenidad con que se ha realizado invitan a pensar que el proyecto puede funcionar con éxito. Como mínimo, hará reflexionar a unas cuantas personas durante ese camino.


@LaBellver

Marcos García

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