Teniente Blueberry: a la conquista del Oeste

Es paradójico que durante los años sesenta y setenta la mayoría de las películas de vaqueros se filmasen en Europa. Con un país menos crédulo y, sobre todo, más crítico con su propio pasado, el western había dejado de estar de moda. Sin embargo nunca dejó de tener una legión de seguidores incansables que, curiosamente, eran increíblemente numerosos en tierras europeas. Eso justifica por sí solo el hecho de que a finales de los setenta eclosionase un fenómeno como el spaghetti western. También que por esa misma época viese la luz un clásico del cómic ambientado en la frontera estadounidense: El teniente Blueberry.

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Mike Donovan es el heredero de una plantación sureña cuando, en losalbores de la Guerra Civil, es acusado de asesinar al padre de su prometida,Harriet Tucker. Gracias a la ayuda de un esclavo fugado consigue huir y seenrola en el ejército federal como corneta de un regimiento de caballería. Allíadopta el nombre de Mike S. Blueberry y se convierte en un militar íntegro, yaudaz que, sin embargo, no renuncia en absoluto a una buena juerga o aperseguir los encantos de todas y cada una de las mozas con las que seencuentra.


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A media que avanza la guerra, Blueberry asciende en el escalafón delejército del norte. Conoce a algunos de los personajes políticos másimportantes del periodo, como el General Ulisses S. Grant, futuro presidente, yse cruza en el camino de multitud depersonajes legendarios del lejano oeste, desde los jefes indios Cochise yGerónimo hasta los hermanos Earp y su amigo Doc Holliday.Con ellos coincidirá,precisamente, en los momentos previos al tumultuoso duelo en el OK Corral.


El personaje de Blueberry debe a la vida a uno de los dibujantes decómic más grandes de todos los tiempos, el francés Jean Giraud, conocido en elmundo de las viñetas como Moebius. Junto a él, el guionista Jean Michel Charlierdotó al personaje de un trasfondo épico que adopta con frecuencia tintes deleyenda. Ambos partieron de la idea de[Img #20363]
crear una serie regular para la revista Pilote, que en un principio se titulada FortNavajo. Sin embargo pronto se vieron seducidos por la fuerza de unpersonaje que caló excepcionalmente bien en el público.


De la serie original, que se publicó hasta 1990, derivaron varias líneassecundarias que se centraron en aspectos como la juventud de Blueberry, o lasdesventuras del exteniente –convertido en MrBlueberry– en unos Estados Unidos post Guerra de Secesión.  Aquí, además, el desarrollo del personaje haacogido a otros creadores aunque en la mayoría de los casos se mantiene elespíritu original: un dibujo minucioso y realista y un sentido de la narraciónabsolutamente cinematográfico. 


De hecho la comparación entre Blueberry y el western de celuloide no escasual ni forzada en absoluto. Las referenciasfílmicas abundan en las aventuras del teniente y cubren prácticamente todoel espectro de lo que antes llamábamos una de vaqueros. Desde las grandes historiasépicas de Raoul Walsh, Howard Hawks o, por supuesto, John Ford hasta loswesterns crepusculares y amargos de Peckimpah o Aldrich. Eso sin mencionar aLeone y su magistral capacidad para combinar lo sublime con lo deleznable.Blueberry bebe de todos y cada uno de ellos para hacernos sentir en casa,sentados frente al televisor, fascinados por una historia donde los héroes ylos villanos empuñan los mismos Colt Peacemaker.


Porque la de Blueberry, como la del propio Oeste Americano, es unahistoria conocida, grandiosa y desmedida que, en cierto modo, recuerda a losromances medievales: el caballero enfrentado a unas circunstancias quesuperarían a cualquier ser humano pero que él es capaz de afrontar simple yllanamente porque es un auténtico arquetipo. Es un Héroe de los de antes. Conmayúsculas. Y por eso a su paso todo adquiere una dimensión épica.

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