El fenómeno de los cigarrillos electrónicos

El tabaquismo se ha impuesto como la primera causa de mortalidad prevenible en los países desarrollados y los cigarrillos electrónicos se han alzado como el nuevo y supuestamente definitivo método para combatirlo, pero, ¿es peor el remedio que la enfermedad? Desde 360 Grados Press acercamos este incipiente dispositivo de sustitución y su doble faceta de inhibidor de la adicción al tabaco y de perjudicador de la salud.

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Elcoto de caza de los consumidores de tabaco y del propio tabaquismo cada día secierra más a nivel global en los países desarrollados y, en concreto, enEspaña. Desde las primeras campañas televisivas antitabaco como lasdesarrolladas por la AsociaciónEspañola Contra el Cáncer (AECC) ha llovido mucho. El proceso deconcienciación pública de los efectos dañinos (y mortales) que provoca el actode fumar ha ido creciendo en los últimos veinte años: desde la obligación porley del Ministerio de Sanidad a incluir enlas cajetillas mensajes tan duros como ciertos sobre las consecuencias deltabaco hasta la prohibición de la publicidad, promoción y patrocinio deproductos del tabaco a través de la ley28/2005 o de fumar en lugares cerrados y en aquellos de uso colectivoabiertos debido a la nueva ley antitabaco, la 42/2010.


Porque la puesta en marcha de acciones tan severas como estas radican no solo enlas graves consecuencias producidas por los elementos que componen loscigarrillos corrientes que se comercializan, sino a que, aproximadamente, el 33% de la población mundial esconsumidora habitual. Además, gran parte de ella desea y ha intentadoabandonar esta práctica que culmina en el tabaquismo. Esta enfermedad adictivay crónica “se mantiene merced a la dependencia física que produce la nicotina yotros factores como los sociales, gestuales o sensoriales”, según afirma EstherVerdejo, neumóloga del Hospital GeneralUniversitario de Valencia y master en tabaquismo por la Sociedad Españolade Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).


Fuerade la mera concienciación social, desde el servicio de Neumología del HospitalGeneral se trabaja por ayudar a aquellos que quieran dejar de fumar y presentenla patología, a través de consejos sanitarios, terapias cognitivo-conductualesy el debido tratamiento farmacológico que “evite la sensación desagradable queproduce la adicción nicotínica”, como asegura Verdejo. Todo ello con la firmeconvicción de reducir la afluencia de unaadicción que va unida al 33% de las enfermedades cardiovasculares, ademásde provocar la aparición de tumores (pulmón, laringe, esófago, etc.) a travésdel alquitrán y las nitrosaminas que componen el humo del tabaco; la EPOC porlas sustancias oxidantes, o el infarto cerebral en personas jóvenes debido al monóxidode carbono.


La llegada estelar delos cigarrillos electrónicos

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Pero actualmente Verdejo y sus compañeros neumólogos semuestran pendientes y muy analíticos, al mismo tiempo que asisten junto alresto de la sociedad al fenómeno de los cigarrillos electrónicos. A pesar deque el producto fue patentado hace ya diez años en China por el farmacéuticoHon Lik (Herbert A. Gilbert hizo lo propio en los años 60, pero sin nicotina niéxito), el negocio de las franquicias que ofrecen este dispositivo se ha extendido por España de manerafulgurante en los últimos años.


Muchos de los “adictos” al tabaco que se han propuesto dejarde fumar, ya sea por su salud o por el elevado precio de las cajetillas, se hanaferrado a este nuevo método por la supuesta efectividad que se le ha otorgado.Este punto a su favor ha aumentado suconsumo en un 800% en los últimos tres años, con un paso casi directo desdelos establecimientos farmacéuticos hasta las tiendas especializadas y, desdeoctubre, los estancos.


¿Qué suponen para lasalud del consumidor?

Estoscigarrillos son físicamente muy similares a los convencionales y constan de unaboquilla, una batería con una luz LED que se enciende al dar la “calada” y unvaporizador donde se introduce la sustancia comercializada y que es laresponsable de simular el clásico humo. El problema principal de estosdispositivos, según cuenta la neumóloga Verdejo, es que contienen nicotina, en diferentes cantidades, y tóxicos comoetilenglicol, metales pesados y alquitranes. Además, aunque no existanestudios suficientes a largo plazo, es consciente de que en un lapso temporalcorto “una calada produce los mismos efectos deletéreos del tabaco”, con un aumento de la resistencia pulmonar y unacaída de la función pulmonar, hecho que ha provocado su retirada inmediata delos comercios en países como Canadá y Australia.


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Apesar de esto, en un estudio comparativo presentado en el último congreso de laEuropean Respiratory Society,celebrado en Barcelona, se desveló que los cigarrillos electrónicos y losparches de nicotina producían resultados efectivos similares a los seis mesesde abandonar el tabaco. Aun así, ni la Organización Mundial de la Salud (OMS), SEPAR,la EuropeanRespiratory Society (ERS) ni la AmericanThoracic Society (ATS)recomiendan su uso como terapia para dejar de fumar. “No existe evidenciacientífica y ni siquiera hay una regulación para su venta”, argumenta Verdejo.


Fenómeno de futuroincierto

Locierto es que la venta de cigarrillos electrónicos se encuentra sumergida en unauge de crecimiento que, de momento, parece imparable, aunque Verdejo cree quees fruto de “la novedad” y de los “diferentes sabores que los hacen atractivos para los jóvenes”, hecho que lesconvierte en la principal “población de riesgo”. La neumóloga aboga por “nofumar absolutamente nada” y sustituir el hábito por “parches, chicles ycomprimidos como el bupropión y la vareniclina”. Además, cree que el futuro delos cigarrillos dependerá de “las leyes, su variante precio” y de losresultados que puedan aportar los clínicos respecto a su “tolerabilidad,eficacia y seguridad”. Habrá que esperar a ver cómo se avecinan losacontecimientos.


@casas_castro

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