¿Adiós a los toros en Barcelona?

‘Libertad’ ha sido la palabra más pronunciada durante los festejos que han puesto colofón a la temporada taurina en la Ciudad Condal. Dos días llenos de emotividad, con la necesidad de extraer las sensaciones que cada aficionado llevaba dentro, sabedores que pueden haber sido testigos de un acontecimiento histórico: la desaparición de las corridas de toros en Catalunya.

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Prohibir en democraciason palabras mayores y precisamente los políticos de nuestro país no están paradar lecciones. La afición catalana ha recibido un cornalón en la femoral, peroestá viva y esto no debe ni puede acabar así. La justicia o la propia clasepolítica deben reparar el error de la abolición.

 

Emoción cada tarde desdeque se rompieron los paseíllos hasta que salieron por la puerta grande los seisdiestros camino del  hotel a hombros enolor de multitudes, principalmente  jóvenesque se niegan con rotundidad a no volver a disfrutar de una afición que debe existirpor encima de las ideologías y los vetos partidistas.

 

Imágenes de otrostiempos que contrarrestaban con un grupo de antitaurinos -algo más de unadocena-,  puntuales a la cita, escoltadospor un gran número de policías, semiescondidos tras unas pancartas en las quese podía leer frases como: “Adiós, nunca más”, “RIP, por fin”, junto a otrasclásicas, brindando incluso con cava, festejando la abolición, e insultando alos aficionados a la salida del coso monumental. Los ignorantes piensan queellos han salido vencedores en este proceso. Deberían saber que sólo han sidounas meras marionetas en las manos de los políticos. Su guerra a partir deahora es acabar con la tradición de los toros en la calle “els correbous” y ahíesos mismos a los que aplaudían en el parlamento catalán tras aprobar de formaliviana la fecha de caducidad a la Fiesta, les negarán el pan y el agua, puestoque los partidos nacionalistas catalanes tienen sus principales feudos en lastierras del Ebro, en donde se celebran fundamentalmente los festejos taurinospopulares en Catalunya.

 

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Sería injustoculpar sólo a los fenómenos parlamentarios catalanes de este momento triste yno rendir culto a la verdad nombrando otros factores determinantes. Mucho deculpa tiene el estamento taurino para que esto haya ocurrido. Por una parte elhaber aburrido hasta echarlos de la plaza a una afición que, por cierto, nollegó a llenar por completo la Monumental la tarde del sábado con un cartelcompuesto por Morante de la Puebla, El Juli y Manzanares, contando con laasistencia de muchos aficionados foráneos que mostraron su apoyo a la Fiesta.Lo del aburrimiento, para tomar nota, puesto que se está convirtiendo enpandemia y afecta a la inmensa mayoría de plazas españolas. Algunos se querrántapar con la crisis, pero lo que es cierto es que al mundo taurino le sobrandinosaurios, iluminados, gomina, glamour, y debe dejar paso a gente joven queabra las ventanas y traiga aire fresco.

 

 

Balada de otoño

En lo estrictamentetaurino los festejos dejaron un gran sabor de boca. Se pudieron ver faenas  importantes, preciosas, que seguro con elpaso del tiempo se valorarán con mayor poso.

 

En la tarde delsábado pudimos saborear la majestuosidad, empaque y estética de un Manzanaresque no para de crecer como torero y que es un cañón con el fleje; a un Julipoderoso, firme y rotundo en ambos trasteos y a un Morante que merece punto yaparte.

 

El de La Puebla delRio certificó ante el sobrero que es un torero distinto. Tras escuchar sonidode viento al pasaportar su segundo antagonista fue capaz de cambiar protestaspor olés rotundos que hicieron temblar los cimientos de la plaza. Vergüenza,arrebato y torería provocaron el sentir revolotear mariposas en los estómagosde los aficionados. Los vuelos del capote y la suavidad de los muletazos bajoun cielo encapotado que dejó de soltar agua para ser testigo de la tarde fuecomo escuchar una balada de otoño, sencillamente sublime.

 

 

Sinceramente tuyo

Debía ser enBarcelona en donde José Tomás firmase la faena más rotunda tras su reapariciónen Valencia. Y lo hizo ante una afición que le quiere, le idolatra, y tambiénante, por qué no decirlo,  parte de la prensaque se ha ensañado con el de Galapagar de forma injusta, parcial e interesada.Todo por no comulgar con el credo de los de la televisión que se frotarían lasmanos si el diestro cambiase de opinión, aumentando de forma considerable elnúmero de abonados y obviamente sus ingresos, o con revistas y emisoras quecontasen con  publicidad y entrevistasdel madrileño.

 

Ante todos ellos yfrente a su primer enemigo dio una lección que debería enseñarse en lasescuelas taurinas por su contenido. Faena cumbre desde que se abrió de capote ylo recibió con un ramillete de verónicas rematadas con una media en la mismaboca de riego. Colocación y conocimiento de los terrenos sin dejarse tocar lamuleta en ningún momento. Cadencia y hondura en los naturales, y contundenciaen la suerte suprema. Dos orejas, petición de rabo y locura colectiva. ¿Habrápuesto de acuerdo esta vez a las ‘dos españas’?

 

Juan Mora fue elúnico torero que no tocó pelo. Ante el que abrió plaza instrumentó muletazos degran belleza, auténticos carteles de toros, algunos sin demasiadas apreturas,pero de gran plasticidad  para posteriormenteencasquillarse con los aceros.

 

El catalán SerafínMarín fue todo entrega y valor, con ese sentimiento añadido de ser de latierra. Inolvidable sus lágrimas tras cortarle las dos orejas al sexto.

 

Tras la apoteosisfinal la afición bajó al ruedo: niños, jóvenes, mayores -muchos de ellos con lamirada perdida-. Unos cogían albero como recuerdo, otros se hacían fotografías.Hasta que las luces se apagaron y fueron abandonando despacio, como se torea,el coso barcelonés.

 

Me emocionóespecialmente que cerca de las diez de la noche, estando tomando unas cervezasen los aledaños de la plaza, escuché el sonido prolongado del claxon de uncamión. Entraba en la plaza para embarcar los sobreros. Se me pusieron lospelos de punta el presenciar cómo los aficionados salían de los bares cercanospara aplaudir.

 

La acumulación deemociones, sentimientos, me recordaba a la letra de una canción de Joan ManuelSerrat: “Cuéntale a tu corazón que existe siempre una razón escondida en cadagesto, del derecho y del revés, uno sólo es lo que es y anda siempre con lopuesto, nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

Antonio J. Merchán

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