Artes menores de pesca en sitios mayores de ocio

Descubrimos cómo se apañan los pequeños pescadores del Puerto de Valencia para faenar en verano rodeados de grandes eventos, transatlánticos, contenedores y el ocio de la dársena en que se ubica su cofradía

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El salmonete es el pescado estrella del verano. Por lo menos para los doce pescadores de artes menores (frente a siete de arrastre) que faenan con base en el Puerto de Valencia. Es la estación en la que más beneficios obtienen de su labor, a pesar de que conviven en un hábitat urbano, con mastodontes de la arquitectura, mostrencos del ocio marítimo y eventos internacionales que condicionan su actividad. Aún así, ahora afrontan su etapa dulce del año. Reciben a 360gradospress en un muelle anclado en un rincón de la dársena que en su momento acogió la Copa del América de vela y en el que no hace muchos días los bólidos de la Fórmula 1 condicionaron su faena al ubicarse los boxes justo al lado de donde amarran sus barcos de pesca.

Vicente Benalba es el armador de la Serena, una pequeña embarcación de artes menores en la modalidad de trasmallo que parte cada madrugada en torno a las 5 de la mañana de puerto hacia las aguas más cercanas a la costa con el objetivo de extender las redes de las que, horas después, salvo el “sábado santo” –día de la semana que no faenan estos pescadores-, recogen el sustento diario, los peces que les dan de comer, a pesar de la crisis y de las dificultades que rodean su actividad.

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El que el de Valencia sea el puerto de España con más tráfico de contenedores es un obstáculo en sí mismo para quienes han de sortearlo a diario. “Para salir del puerto y llegar al pesquero hay que pegar una vuelta muy grande. Estamos metidos dentro de la dársena y desde que se hizo la ampliación del puerto tenemos que coger rumbo levante hacia la Malvarrosa y subir hacia afuera antes de poner rumbo con el viento de Garbí, que es nuestra zona de trabajo, dado que hay menos piedra y menos algas que en la zona de levante”, describe Benalba.

La Fórmula 1, en casa
Nuestro protagonista también es vicepresidente de la Cofradía de Pescadores de Valencia en la modalidad de artes menores y aclara que, a pesar de la cercanía del muelle a los boxes donde reposaron hace unos días los Fórmula 1, “vimos el gran premio desde casa. Eso sí, nos indemnizaron las molestias de estar diez días parados, se encargaron de la vigilancia de los barcos y hasta el lunes después del campeonato no volvimos”. La indemnización que cobraron la organización la realizó  a partir de un cálculo de lo que gana a diario cada embarcación.

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Los pescadores de artes menores que recibieron a 360gradospress, a pesar de las dificultades señaladas específicas del entorno en que se ubican, faenan con redes de trasmallo (arte de pesca formado por tres redes, más tupida la central que las exteriores superpuestas), a diferencia de los de arrastre, que lo hacen extendiendo una red lastrada (como una gran bolsa) por el fondo del mar capturando todo lo que pescan a su paso. De ahí que los de arrastre tengan que someterse puntualmente a paros biológicos en beneficio de una sostenibilidad de las especies para la pesquería. Por el contrario, los pescadores como Vicente, de artes menores, tienen los doce meses del año para faenar.

La semana que viene comienza el paro biológico para los pescadores de arrastre y de cerco, lo que, como ya se ha dicho, aumenta las expectativas de capturas y de ingresos para los pescadores de artes menores, que pueden llegar a duplicar y a triplicar el importe que perciben por las capturas. Aún así, según explica Vicente Benalba a 360gradospress, “también como pescadores tendríamos que tener a lo largo del año algún paro biológico, pero no tenemos derecho a nada. Hay temporadas en las que habría que parar un poco y descansar todos los pescadores, nos ayudaría a reparar barcos, a arreglar redes… Pero como los de artes menores no cogemos pescados inferiores, es una pesca artesanal y no afectamos a las crías ni a las huevas… pues nos destrozan”. Las redes que emplean para cada tipo de especie tienen unas medidas que impiden que los pezqueñines queden atrapados.

Tiempo de salmonete
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El rey del verano es el salmonete. Hay que levantarse muy pronto para pescarlo, sobre las 3:30 horas para llegar a tiempo al pesquero y dejar la red sobre las 4:45 horas, que no se levanta hasta que sale el sol. Es una red de trasmallo muy pequeña cuya longitud asignada a cada pescador es de 1.500 metros lineales para un máximo de tres personas. “Todos llevamos la longitud máxima que nos permite la ley. Los que van tres tiran 4.500 metros y los que vamos dos tiramos 3.000 metros”, explica Vicente mientras muestra a 360gradospress las hermosas y rojizas piezas de salmonete que acaba de recoger de las redes.

La técnica que emplean en el arte menor del trasmallo para pescar el salmonete y el resto de especies pasa por depositar la red en el fondo marino sujeta a ambos lados por unas boyas con plomo. El efecto puede ser similar al de la red de una pista de tenis pero con holgura y capacidad para la captura de, en este caso, el salmonete. La malla más fina impide a la presa progresar y las otras más gruesas la confunden y atrapan para que quede atrapado en la red. Los pescadores emplean redes de distinto grosor para cada especie a capturar. Así, también utilizan redes adecuadas para la captura de sepia, de langosta, de lenguado, de langostino y de merluza.

Precisamente, la merluza es otra especie que pescan mucho en verano en estas ‘aguas de ocio’ gracias al paro biológico apuntado y al hueco que dejan las grandes embarcaciones de arrastre. En este caso, la red específica para esa variedad de pescado se suelta sobre las 13:00 horas y hasta el día siguiente por la mañana no se recoge con las capturas.

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Desde que salen del puerto hasta que dejan las redes puede transcurrir entre una hora y una hora y media. A eso de las 6:15 horas, los pescadores de artes menores suelen coincidir en la cafetería de la lonja de pescado para tomar un café y cargar las pilas antes de regresar sobre las 7:30, con el sol más alto, a recoger las redes y, con ellas, las capturas. El día de esta semana de verano que compartió 360gradospress con la Serena, pescaron 41 kilos de pescado de, entre otras piezas, salmonetes, cabrachos (escorpas o gallinetas) y pageles, que subastaron en la lonja a las 16:45 horas en punto. El precio que pagaron a Vicente por un kilo de salmonetes de roca fue de 8,55€ y el total que recibió por toda la pesca ascendió a 303€, “bastante poco para pagar a la tripulación, la gasolina y la seguridad social”.

Nos despedimos de Vicente después de una jornada de pesca intensa, de aprendizaje del significado de las artes menores y convencidos de que ningún obstáculo es lo suficientemente grande para acabar con tradiciones artesanales como la pesquería de artes menores, incluso en las zonas donde hacerlo parece a priori una misión imposible.

Bodegón de pesca urbano.

Óscar Delgado

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