Restrepo

Por Javier Montes, periodista

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Los Servicios de Inteligencia de los Estados Unidos no sabenqué hacer con ellos y ellos no saben qué hacer con su vida. Desde la segundaGuerra Mundial nadie había permanecido quince meses seguidos en primera líneade fuego. Me refiero a los dieciséis hombres (dos fallecieron) que formaron elbatallón desplegado por el ejército yankee en el valle del Korengal, el mássanguinario de Afganistán. Medio centenar de soldados norteamericanos hanperdido la vida en ese inhóspito paraje cercano a Pakistán, a más de tres milmetros de altitud.

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Un año después de aquel calvario sus ojos siguen siendo elespejo del miedo. La cámara se acerca. Un primer plano de los rostros de cadauno de estos veinteañeros, militares profesionales, desnuda su cerebro. Alguno sequeda blanco cuando relata lo que vivió, otros resoplan, no hay lágrimasvisibles pero su llanto es constante, se percibe, te contagia.

En medio de la guerra soñaban con volver a sus casas, consus novias, con sus vidas alejadas de balas, metralletas y granadas. Ahora, ensus casas, no pueden soñar porque no pueden dormir.

Es ‘Restrepo’, un documental que tuve la oportunidad de veren el último Festival de Cine de Gijón, que ahora se emite en NationalGeographic y que está nominado a los Óscar. Dirigido por el periodistaSebastián Junger y el fotógrafo Tim Hetherington, ‘Restrepo’ ya ha obtenido elGran Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Sundance. Junger yHetherington se unieron al Segundo Pelotón de militares de Estados Unidos y laCompañía de Batalla de la 173 Brigada Aerotransportada. Llegaron a grabar másde 150 horas de terror, aburrimiento, esperanza, alegría, desolación y humor enel puesto de avanzada, bautizado por los soldados como ‘Restrepo’, en honor auno de sus compañeros que falleció en una acción bélica. Ese punto estratégicodel inhóspito valle del Korengal llegó a ser atacado tres o cuatro veces al díadesde distancias inferiores a cincuenta metros. Un infierno.

Los autores de esta película-documental durmieron con lossoldados, comieron con ellos, sobrevivieron al calor y al frío, salieron apatrullar y llegaron a ser considerados parte del pelotón. Es inexplicable cómoel ejército norteamericano permitió que se infiltraran de esa manera pero elresultado está ahí. Imprescindible.

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