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Reconstrucción de momentos - página 3

Operación salida

Aquella mañana despertaron bajo el paraguas vocal de un alarido escupido por las cuerdas vocales del cabeza de familia. Nadie se acordaba de que había llegado el día, el lado emocional del sueño desvelado impedía asimilar que las vacaciones estaban a punto de comenzar.

Verano

Las estaciones se suceden en un tiempo acomplejado por la acción del ser humano, ajenas a la desdicha que les espera en un devenir clorofórmico, ozonado, enmarcado en uranio, plutonio y folios amazónicos. Mientras la degradación toma posiciones para castigar a sus detractores, asistimos a la llegada de un nuevo verano.

Polvo agitado

Los pueblos tienen en común, por lo menos los que he ido conociendo en España y algunas otras partes de mi pequeño mundo, notas de paz, olores salvajes, saludos de paseo, rincones pintorescos, gentes amables, ruido natural… Interrumpo esta sucesión de percepciones para dar cuenta de la intromisión de voces lugareñas en el proceso de escritura: Esa camiseta no es de aquí. Ni yo señor, ni yo; tampoco soy de donde es la camiseta.

Chapas

¿Me puede dar chapas? Cógelas tú mismo, pasa, las ponemos todas aquí. Gracias, ¿tiene una bolsa? Qué diablos sois, siempre la misma guerra con las chapas. Venga, toma, y déjame atender a los clientes, que me vais a buscar la ruina. Equipado con medio centenar de nuevas chapas corre a casa para convertirlas en ciclistas campeones y en futbolistas habilidosos.

Sin recreo

La sirena ha sonado hace dos minutos, 28 segundos y catorce milésimas, pero la profesora continúa su sermón. Me desespera, robar tiempo libre a un niño es como prohibirle ser directo. Lógicamente, no he prestado atención a ninguna de sus enseñanzas, a ver si piensa que el orgullo infantil es menos testarudo que el de un adulto, cuando tengo razón no me da la gana escuchar a quien me la roba con malas artes. Lo mejor es que hemos conseguido estar calladitos, algo que ha ayudado a que la multa final de tiempo ascienda sólo a cinco minutos, 1 segundo y cero milésimas.

Igual, mejor, peor

Conocer en persona al ídolo de la infancia y desinflar el pálpito emocional guardado celosamente durante años al primer intercambio de palabras. No hace muchos días escuché en la radio a un oyente que narraba la decepción que sintió al toparse en vivo y en directo e intercambiar unas palabras con el cantante que tantas vibraciones había despertado en él desde su tierna adolescencia y por el que tanto dinero había gastado, hasta convertir la estantería de su habitación en un altar de devoción.

El benjamín

En el salón, los mayores hablaban de sus cosas, bajo la humareda de una sobremesa de domingo. Pastas, café, bebidas espirituosas, puros de la boda de la prima Ester, azúcar en el mantel mezclada con migas convertidas en pelotas negruzcas, pisotones conversacionales, el ronquido del abuelo de fondo –siempre se quedaba dormido en el sofá, frente a la tele, a un metro y medio escaso de la mesa presidencial- y el teléfono fijo que reclamaba cada cierto tiempo la atención de los miembros familiares, cuya avidez parlamentaria no abandonaban hasta que tenían bien caliente el auricular y su interlocutor se preguntaba: “¿hablas conmigo?”.

Destellos

Si me preguntas por cuál fue el primer recuerdo que mi psique retuvo, no sabría especificar cuál, más bien creo que tendría forma de heces vacunas de los Picos de Europa. Todos hemos sido niños, pero es difícil delimitar el acontecimiento o circunstancia original, el que marcó el halo de experiencia que se quedó anclado en las instantáneas mentales con las que refrescamos la vida sin que el paso de los años las resten viveza. Destellos que se erigen en hitos de lógica, en hilo argumental de nuestra presencia entre los demás, en pautas de comportamiento modeladas en relación a la experiencia vivida.

En la consulta

Los hospitales huelen a gasa y a oxígeno respirado. Da igual si el edificio es nuevo o antiguo, dentro nos encontramos los tópicos a los que nadie gusta enfrentarse, ni trabajadores del centro ni pacientes.

Redacciones

La redacción de un periódico es un lugar de trabajo, una minisociedad de roles, un hábitat de microclima dispar identificable por rasgos evocadores como el sonido de los teclados aporreados desde la concentración silenciosa del conglomerado de autores que dan vida a los textos, a las noticias, a los artículos, a las maquetas, a las páginas…

Hueveras

“Coge de encima del aparador dos hueveras y llévaselas a Felisa para que las llene, dile que luego se las pago”. Frases como ésta se han convertido en patrimonio del mundo rural, voces de tradición que han mantenido el pulso de la vida en el campo bajo unas constantes casi imperceptibles en estos tiempos que corren, pero que siguen ahí, como herencia embellecida por la riqueza de nuestros antepasados.

Solitarios

Un solitario es aquel que no tiene a nadie con quien irse a comer, a merendar, al cine o a tomar una copa. Si ubicamos a nuestro solitario en el último de los escenarios contaremos con numerosos rasgos identificativos de su persona.

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