No pararemos hasta curarnos

“¡Somos imparables!” es el grito de guerra de los pacientes de leucemia, linfomas, mielomas y demás hemopatías malignas, que afectan cada vez más a un elevado número de personas. Una enfermedad por la que la Fundación Josep Carreras lleva trabajando desde hace más de 25 años para conseguir que algún día, “sea 100% curable, para todos y en todos los casos”, explica la organización. Su esfuerzo constante le ha llevado a contar a día de hoy con más de 245.000 donantes de médula ósea en España.

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Aunque estas cifras son esperanzadoras, todavía queda un camino muy largo que recorrer para aquellas personas que se ven sacudidas por esta enfermedad día tras día, año tras año. De la noche  a la mañana se encuentran envueltas en una vorágine de sufrimiento y dolor, al tener que luchar contra los síntomas de esta dolencia. Es el caso de los protagonistas de esta historia, héroes que combaten de forma imbatible y sin descanso para, algún día, ser imparables contra la leucemia.  

 

Ana Belén, con casi 40 años, ya le ha ganado tres batallas al linfoma de Hodking, que le diagnosticaron a los 22 años, cuando estaba en la universidad. “Tuve que abandonar los estudios para dedicarm[Img #24950]
e de forma íntegra a curarme de la enfermedad”, relata. Después de 8 meses de quimio y radio, terminó el tratamiento y volvió a la vida normal. Tras finalizar la carrera, encontró un trabajo y comenzó a vivir con su marido. Doce años después, cuando las aguas habían vuelto a su cauce natural, de nuevo, le diagnostican un Linfoma, pero esta vez era No-Hodking en estadio III.

 

“Nos costó mucho a mí y a mi familia asumir esta recaída, a nivel psicológico, porque sentía que la vida se me rompía en pedazos. Me pasé noches enteras llorando desconsoladamente y sin esperanza“, señala.

 

Pero, afortunadamente, se curó y el autotransplante le funcionó bien. Ya han pasado casi 3 años y está totalmente recuperada. Una experiencia gracias a la que ha aprendido a valorar más la vida. “Ahora aprecio los pequeños detalles de la vida y disfruto de cada segundo”.

 

Un relato de superación que, gracias a los avances en la ciencia y la medicina, cada vez se repite más. Como es el caso de  Cato, que padece un linfoma folicular desde hace ocho años. Tuvo que pasar por un duro año de quimioterapia hasta que sus ganglios desaparecieron, pero a los cuatro años volvieron a resurgir. Sin embargo él se mantiene positivo: “Hay que luchar siempre, porque la vida continúa. Ser fuertes y sobre todo pensar que las recaídas son bastante normales“, confiesa a 360 Grados Press.

 

Bajo su filosofía de vida ‘Mens sana in corpore sano’ señala que continuará al pie del cañón mientras el linfoma no crezca más y comparte su secreto, “mantener una actitud siempre positiva, evitar las situaciones tóxicas, llevar una dieta saludable y hacer todo el ejercicio posible, mientras pueda”.

 

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También existen casos de trasplantes que han tenido un final feliz, como es el de Ares. Una chica a la que en 2015 cuando estaba trabajando, le diagnosticaron una enfermedad en la sangre, leucemia linfoblástica aguda con el cromosoma Ph+. “Necesitaba un trasplante de médula ósea de forma urgente y mi única hermana no era compatible conmigo. Fue horroroso“, exclama. Por suerte, añade, gracias a la Fundación Josep Carreras consiguieron una persona que era 100% compatible con ella. “Me sentía entusiasmada pero al mismo tiempo horrorizada. Aunque, eso sí, nunca pensé en tirar la toalla porque miraba a mi familia y sabía que no podía venirme abajo”.

 

Vivencias humanas como la de Ares, Ana Belén y Cato son el pan de cada día de las personas que dedican toda su energía y sus esfuerzos a encontrar una cura para esta enfermedad para que algún día, tal y como señala la Fundación, sea 100 % curable. Mientras tanto, hay que poner el foco en aumentar el número de donantes para  continuar salvando vidas.


@ingabarda

Patricia Moratalla

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