Ese verde es marrón

Existe un tipo de ceguera con la que sí se ve el mundo, aunque de manera distinta. Reconocer los colores es todo un reto para los daltónicos y, más, cuando los códigos regidos por tonalidades son mucho más utilizados a diario de lo que en un primer momento se pueda pensar.

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Óscar Ballabriga creía cuando era un escolar que no tenía suerte al comprar las cajas de colores, porque siempre le tocaban tonos repetidos. Cuando hacía uso de ellos, su profesora –que era monja- pensó que ese niño estaba loco. O que era un excéntrico, pues no era “cosa lógica” que pintara el césped marrón y a la gente verde. La religiosa no sabía –ni tampoco él mismo por aquel entonces- que Óscar nació daltónico.

 

El daltonismo (acuñado así por John Dalton, quien estableció las causas en 1766), es una malformación genética y hereditaria que provoca seras dificultades para reconocer y distinguir los colores. ¿Y esto afecta al día a día? Pongámonos en situación. Suena el despertador y tras la ducha toca elegir la ropa con la que, tal vez, asistamos a una reunión importante de trabajo. Tomamos el metro para evitar atascos: ¿qué línea debemos seguir? ¿cómo guiarnos? Si optamos por coger un taxi, ¿cómo saber si está libre o no? Ya por la tarde toca hacer la compra. ¿Elegimos la carne por su aspecto? Retiramos el mantel de la mesa de la cena y bajamos la basura que previamente hemos clasificado para reciclarla. ¿A qué contenedor va cada bolsa?

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Estas son algunas situaciones reales y cotidianas que, sin embargo, suponen todo un reto para las personas daltónicas, como Óscar Ballabriga, quien junto a Daniel Muñoz –que también padece este defecto- fundó la Asociación de Daltónicos No Anónimos, la única agrupación de esta índole en Europa, según les consta a sus socios.

 

“Nos dimos cuenta de que había bastante ignorancia al respecto, tanto por parte de los daltónicos como de los que no lo son”, explica Ballabriga. Además de ser una fuente de información y de resolver dudas, la organización nació para “reivindicar el reconocimiento como minusvalía y para solicitar la discriminación positiva” en ciertas situaciones.

 

Los daltónicos tienen vetadas por ley diversas profesiones, como la de piloto, militar o la que implique la pertenencia a alguna de las fuerzas de seguridad. Además, “hay empleos a las que no nos podemos dedicar por puro sentido común: diseñador de moda, decorador o electricista, por ejemplo”, reconoce Ballabriga.

 

Las mujeres son portadoras
De acuerdo con los datos de la asociación, entre un 8% y un 10% de la población mundial masculina sufre daltonismo y sólo un 0,1% de las mujeres lo padece. “Ellas son portadoras de esta discapacidad, pero muy rara vez nacen con este defecto”, asegura Ballabriga.

 

Este problema llega cuando se da una malformación en las células receptoras del color: los conos y los bastones. “Los bastones se encargan de recibir el contraste, es decir, la cantidad de negro y de blanco. Y los conos, de los que hay tres tipos,  reciben el rojo, el verde y el amarillo”, expone Ballabriga. “Yo tengo menos cantidad de las células que reciben el rojo, de modo que ese color yo lo veo más oscuro, pues mis células no se excitan tanto cuando lo ven”. Recuerda que a uno de sus profesores tuvo que pedirle que le marcara con círculos grandes las faltas de ortografía, pues “soy incapaz de ver el rojo sobre el negro”.

 

Suele ocurrir que al pensar en colores, “muy a menudo imaginamos los planos, pero ¿qué pasa por ejemplo con el lila? Es una mezcla de azul y rojo. Yo sólo veo el azul y, por lo tanto, no puedo ver el lila”, asegura.

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De acuerdo con las palabras de Óscar Ballabriga, no todos los daltónicos saben que lo son. “La primera sospecha en adultos viene si discutes mucho con la gente sobre colores”. En todo caso, existen distintas pruebas para constatar o descartar el problema. Desde la Asociación de Daltónicos No Anónimos también solicitan, por cierto, que se determinen grados dentro de esta malformación. Hay casos extremos, indica, en los que la persona sólo ve en azul, blanco y negro. “El porcentaje, como el de quienes ven únicamente en blanco y negro, es pequeño, pero existe”.

 

De entre las distintas líneas de investigación en las que se trabaja en estos momentos, Ballabriga ha probado con una de ellas, que se materializa en unas gafas coloreadas con las que “se experimenta una mejora”, confirma Óscar.

 

Su mundo, dice, es mate y no tan brillante como el de las personas que ven a la perfección. Sabe que él no es el único. Por ello, la asociación ha puesto en marcha la campaña “No apto para daltónicos”, donde animan a que les envíen fotos de situaciones en las que han tenido algún tipo de dificultad a causa del daltonismo. Pues, a decir verdad, muchos de los códigos por los que hoy se rige el mundo están pintados a todo color.


@Lorena_Padilla

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