Vecindarios de buen comer

De un tiempo a esta parte, el desarrollo de intercambios alternativos a las formas propias de la economía tradicional se ha convertido en imparable. De hecho, esta semana en 360 Grados Press hemos conocido otra iniciativa de este tipo. En este caso, está relacionada con la gastronomía y no sólo permite optimizar recursos, sino también crear comunidad.

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Marieke Hart
y Jan Thij Bakker residen en Utrecht (PaísesBajos). Ambos quedaban siempre ensimismados en su jardín por el olor quellegaba desde la cocina de su vecina, Genelva, hasta que un día decidieron darel paso: le preguntaron si podían probar su comida y ella accedió. Esta parejareconoce que la escena fue un tanto peculiar, pero el sábado de esa mismasemana pasaron a la casa contigua a la suya con platos para degustar una ricacrema de calabaza por unos pocos euros. Con todo, lejos de quedarse en un hechopuntual, esta práctica comenzó a tomar forma. “La gente con quien hablábamos al respecto reaccionada muyentusiasmadamente. Esto nos dio la energía y el valor para llevar la ideaadelante“, afirma Jan.

 

De esta manera, en marzo de 2012 se puso en marcha Shareyourmeal, unaplataforma online para facilitar que más vecinos neerlandeses pusiesen en comúnsus dotes culinarias. Sin embargo, más allá del evidente disfrute de recetasque se desconocen o no se dominan, este proyecto nació para responder esencialmentea una carencia que tanto Marieke como Jan habían detectado a su alrededor. “En la actualidad, tendemos a vivir de maneraaislada. Creemos que conectar con otra gente del barrio compartiendo comidapuede reportar mucha felicidad. Además, somos una entidad social, por lo que noperseguimos lucrarnos con beneficios, sino maximizar nuestro valor para lasociedad“, explica él.

 

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La idea no tardó en correr de boca en boca y, dado el caráctermulticultural de dicha ciudad, Marieke y Jan empezaron a recibir unaconsiderable cantidad de mensajes por parte de personas de distintas nacionalidadespreguntándoles si cabía la posibilidad de exportar Shareyourmeal a sus países de origen. Ni corta ni perezosa, estaintrépida pareja decidió crear las réplicas necesarias para ello. Así, sin pretenderloen un principio, su iniciativa ha devenido en una suerte de comunidad globalque no deja de extenderse. En palabras de Jan: “Estamos a punto de alcanzar los 75.000 usuarios durante el mes dediciembre. Crecemos a una media de entre 100 y 120 personas por día“.

 

Compartoplato, la versión española

Justamente, Gracia Martínez fueuna de tantos que contactaron con los precursores de Shareyourmeal coincidiendo con este proceso de expansión. Asentadaen Utrecht desde hacía más de tres años, pensó en llevar la iniciativa a Españaen cuanto supo de su existencia. Agradecidos por su predisposición, Marieke yJan comenzaron a trabajar con ella en la traducción de la página web que,finalmente, se ha lanzado en octubre: Compartoplato. “Estoy alucinada, pues se han registrado unos200 usuarios en cuestión de sólo un mes. Y me llama la atención que la mayoríasea de grandes ciudades. Además, mucha gente ya me ha escrito para decirme quese trata de una muy buena idea“, reconoce ella misma, quien ahora colaboracomo la Community Manager española del proyecto. Es más, aprovechando una presenteestancia en Madrid, quiere moverse “a piede calle” para encontrar “embajadores“que se encarguen de fomentar esta idea “anivel de barrio“.  

 

Se comparte algomás que comida

La determinación de Gracia por contribuir en la internacionalización de Shareyourmeal vino dada, en gran parte,por su propia experiencia: ella se había servido de esta plataforma paraencargar a un vecino un tajín – plato típico de la cocina magrebí –. De estaforma, descubrió que la iniciativa también generaba un “tráfico” cultural en forma de gastronomía del que la sociedad podíabeneficiarse. “No siempre es fácilencontrar productos o sabores de otras partes del mundo y así se puede“,apunta. Además, esta ocasión le permitió ratificar en primera persona esapretensión con la que Marieke y Jan concibieron el proyecto. “Yo sé lo que es mudarse y no conocer anadie. Cuando fui a recoger este plato me sentí como de la familia, no unaextraña. Es una manera de volver a conectar con la gente y de conocerla deforma más cercana“, completa Gracia.

 

Como en casa no secocina en ningún sitio… o casi

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Aunque con el tiempo se genera confianza, el funcionamiento de Shareyourmeal o Compartoplato se basa en que unos inicialmente desconocidosacuerden intercambiar comida. Así, algunas personas guardan ciertas reticenciasen lo que a higiene en el manejo de alimentos se refiere. No obstante, Jandisipa estas dudas de inmediato. “Nuncahemos tenido ningún problema en este sentido. Nuestros cocinillas caserospreparan las comidas con amor, por lo que la calidad en general es excelente.Además, disponemos de un apartados de críticas en la web, de manera que sepueden ver las valoraciones de los comensales“, argumenta. “Tampoco puedes estar seguro sobre lalimpieza cuando vas a un restaurante. Recientemente lo hemos podido comprobaren algún programa de televisión. Y quienes participan aquí lo hacen porquequieren que otra gente disfrute de su comida. Esto está pensado para amantes dela gastronomía“, confirma Gracia.

 

La coyuntura comocondimento especial

Por otra parte, factores propios del presente como son una desfavorablesituación económica, una menor confianza en las grandes multinacionales o unamayor conciencia sobre la optimación de recursos, entre otros, también están dejandoa un lado las reservas, así como propiciando que el compartir se consolide comoestilo vida. O, por lo menos, así lo vienen percibiendo Marieke y Jan desde quese embarcaron en Shareyourmeal. “La gente piensa más ahora en lo que tiene yen cómo puede disfrutar de ello. Por ejemplo, para algunos de nuestros usuariosque están desempleados cocinar para sus vecinos significa una dosis deoptimismo y, si lo hacen bien, una pequeña fuente de ingresos extra“, ilustraél.


Asimismo, esta plataforma está generando otro tipo de intercambios enlas vecindades, pues hay comensales que ofrecen servicios intangibles – comopuede ser la simple reparación de algún aparato doméstico – a cambio de sucorrespondiente ración. Y, luego, también está el caso de esos cocineros ‘deandar por casa’ que lo único que buscan es ayudar con un plato de comida aquien lo necesite en el barrio. En definitiva, sea cual sea la motivación,parece que esa máxima que Marieke ha formulado a raíz de emprender esteproyecto se cumple: “Compartir hacefeliz. Es más, el mero hecho de pensar en compartir hace feliz“. Experimentarlopuede ser tan sencillo como llenar el plato de un vecino para comer o paracenar.

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