Preparados, pero parados

Esta generación de jóvenes es la más preparada para asumir puestos de responsabilidad en las profesiones para las que se han formado durante años. Sus expedientes académicos son brillantes, controlan varios idiomas y tienen experiencia laboral, porque la inmensa mayoría ha sido becaria. Pero o bien no salen de esa espiral de contratado en prácticas, donde cobran muy por dejado de lo establecido para la labor que desempeñan en importantes empresas, o bien ni siquiera les dan la oportunidad de demostrar su talento. Todos ellos están preparados, pero parados. Esta es la historia de cuatro jóvenes, en la que muy probablemente se verán reflejados muchos más.

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De lunes a viernes, Paula Planelles selevanta a las siete y media de la mañana, se lava la cara y pone su mejorsonrisa para despertar a dos niñas de 10 y 12 años a esas horas a las que a muypocos les gusta salir de entre las sábanas. Paula viste a las pequeñas, Nicoley Jessica, y les prepara el desayuno. Después, las abriga bien y las lleva a la escuela. Tambiénestará pendiente de las dos pequeñas irlandesas por la tarde. Las quiere. Normal.Ya hace un año que Paula aterrizó por primera vez en esa casa de Dublín, dondetrabaja como au-pair, es decir, como interna cuidando a las niñas; aunque no eseducadora infantil, ni profesora.

 

Paula es licenciada en Periodismo desdeel año 2009 por la Universidad de Valencia, donde fue aceptada en 2004, cuandola nota de corte para entrar a esta carrera era la más alta de entre todas lasdemás: un 8’3. No sólo superó en el tiempo establecido todos los cursos,también lo hizo con nota. Su estupendo expediente académico se da la mano consu experiencia profesional. Ha sido becaria en diferentes medios decomunicación, entre ellos una de las emisoras de radio más importantes deEspaña. “Fue una etapa en la que aprendí muchísimo”. Está preparada, pero sintrabajo. Por ello decidió hacer las maletas y aprovechar el tiempo, aunque esosignificara separarse de algún modo de su verdadera vocación.

 

Son muchos, demasiados, los jóvenesespañoles que, como Paula, engrosan las estadísticas que confirman que la suya esla generación más preparada de este país y que, no obstante, también formaparte de la masiva población en paro. Es la generación que se ha licenciado enplena crisis después de estar hincando codos durante cinco años. Es lageneración de los jóvenes que comenzaron a formarse como profesionales en unaépoca en la que el futuro no se intuía ni tan incierto ni tan frustrante.

 

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“Cuando empecé la carrera, los pasillosde la facultad estaban llenos de ofertas de empleo. Ahora, la situación es muydistinta”. Son palabras de Mercedes Garrido, licenciada en Arquitectura en el2010, después de aprobar curso por año. Su proyecto final de carrera, al que lededicó “infinidad de horas” está puntuado con un 9’5. Además, habla valenciano,inglés y alemán y fue seleccionada para participar en el proyecto derestauración de una muralla medieval en la zona de la Provenza, en Francia, dondeestuvo todo un mes codo con codo con compañeros de profesión. No puede negarque estudió Arquitectura por pura vocación. Le gusta, es imposible no darsecuenta de ello cuando se le escucha hablar de estructuras y materiales.

 

“Nopodían permitirse pagarme un sueldo”

Saboreó la profesión en un estudio, aunque”no me pagaban ni el transporte”, y en ese despacho le enseñaron dónde estabala puerta una vez que se licenció. “Me dijeron entonces que no podíanpermitirse pagarme un sueldo y me tuve que ir. Le pasó lo mismo a mi compañeroAlfonso, después de estar dos años en ese mismo despacho”, explica Mercedes.Ahora está estudiando un master para ser profesora de secundaria –el antiguoCAP- “para intentar buscar otra salida profesional”.

 

Además, está considerando “seriamente”la opción de exportar su talento, de irse fuera de su país para intentartrabajar como lo que es, arquitecta. Es por ello que no deja de perfeccionarlos idiomas que ya conoce. “En otros países, la situación no es la misma que enEspaña, pero también hay otros impedimentos”. En Dubai, por ejemplo, necesitanarquitectos, pero “no quieren arquitectas”, lamenta Mercedes. Alemania, hoy porhoy, se presenta como una de las alternativas más fuertes, según indica.

 

Sheila Gómez está en la recta final deotro máster, en este caso, de Psicología Clínica. Lleva dos años licenciada comoPsicóloga, pero no ha firmado un contrato, ni siquiera temporal. Sheila aseguraestar “cansada” de asistir a entrevistas que terminan con la temida muletillade “ya le llamaremos”, aunque todavía hay algo que “puede que sea inclusopeor”, revela. “He asistido a algunas entrevistas donde me han dicho que nopueden contratarme porque tengo demasiada formación. Eso da qué pensar…”. Ytanto.

 

Carlos es ingeniero industrial, trabajaen una empresa “que no quiero mencionar por si deciden no contar más conmigodespués de que diga públicamente que mi situación como empleado es precaria”.Según cuenta, trabaja las mismas horas que el resto de empleados y su puestoacarrea responsabilidad. Cobra 600 euros y “buscan fórmulas legales para nohacerme un contrato en condiciones, porque me quieren en la empresa, pero pordos duros”.

 

Pese a todo, los jóvenes que hancompartido su caso en estas líneas, coinciden en algo más que en un momento deprofunda crisis. Tienen muy claro que van a seguir buscando un empleo mejor.”Hay que seguir formándose y mirar alternativas”, sostienen. A veces lasituación hace mella, pero consideran que no hay que tirar la toalla. “Nosotrosvalemos, pero es un mal momento”, apunta uno de ellos. Son jóvenes, estánpreparados y, sobre todo, están muy convencidos de que les gusta su profesión yde que “si no nos rendimos, tarde o temprano ejerceremos como profesionales”. Aptitudy actitud, desde luego, no les falta.

Lorena Padilla

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