Lorca: la restauración de una ciudad que lucha contra el olvido

Llegar a Lorca es toparse de lleno con una realidad que ha dejado de ser informativa pero que está ahí, que se agarra a la cotidianeidad de los lorquinos, de los que asimilan entre sus rutinas la de reponerse del desastre natural que el 11 de mayo hizo temblar el suelo de sus vidas. No hace falta agitar las conversaciones sobre el particular porque el tema de todas ellas es el mismo, el de la incertidumbre sobre el futuro de quienes lo han perdido todo, de los que esperan las ayudas para rehacer la normalidad perdida hace tres semanas, de los que lo hacen en casas ajenas y de los que habitan las tiendas de campaña del campamento de afectados.

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360gradospress recupera esta semana el sentido informativoperdido por los focos de la noticia para contribuir a no olvidar que en Lorcala vida sigue con la restauración lenta y dolorosa de sus edificios, de suscasas, de sus calles, de sus comercios, de la nueva ciudad que, a buen seguro,presumirá de haber salido del terremoto que la sacudió en plena campañaelectoral en España.

Nada más entrar en Lorca la mirada se dirige, como si fueraexperta en lides arquitectónicas, a las grietas que presentan las viviendas. Nohace falta rebuscar mucho, ni llegar a los barrios donde el terremoto se notócon mayor virulencia. Tampoco es difícil dar con operarios, ni con técnicosmunicipales, camiones de mudanzas, contenedores de escombros, locales cerradoso cascotes. Desde el coche ya se aprecian los numerosos daños que la ciudad seafana en reparar tres semanas después del desastre. El silencio de las laboressólo se rompe por el tráfico, el rumor de martillos hidráulicos, las palas quedemuelen el medio millar de viviendas más afectadas y las conversacionesreproducidas en los puntos de conversación popular. Precisamente, es cuandocaminas a pie de campo cuando más se nota que la vida de la ciudad estásupeditada (y lo estará por mucho tiempo) al temblor, punto de inflexión parauna Lorca que lucha por salir y por olvidar.

En el quiosco de una de las calles principales un clienteespera “recibir las ayudas para reformar la casa”, según traslada alquiosquero, quien responde con escepticismo propio del que navega entretitulares oficiales a diario y encuentra opiniones similares reproducidas desdeque abre hasta el cierre. Lo que es una evidencia, es que la vida en Lorca yano es tan alegre como antes. Así lo atestigua el portavoz de Cruz Roja local,Juan Carlos Ruiz, que manifiesta su satisfacción por haber sido capaces de daruna respuesta coordinada durante los primeros días tras el terremoto, ya que”por suerte no es algo que hagamos todos los días y se ha hecho de forma muyrápida y eficaz” y a la vez lamenta que “al ir por la calle se percibe que laalegría propia de los lorquinos no está al 100 por 100”.

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Los colores amarillo, rojo o verde manchan las fachadas detodas y cada una de las viviendas de la ciudad, tonalidades que indican a suspropietarios el calado de los daños sufridos. Carteles informativos inundan elmunicipio alertando de la significación de estos colores, del proceso que debenseguir los vecinos para obtener el derecho a las ayudas oficiales, el teléfonogratuito al que pueden recurrir los afectados, los puntos de información físicosa los que acudir y algún que otro aviso, como el de que reza: “No haga caso deningún tipo de rumor. Ayudemos a evitar alarmas innecesarias”. De hecho, unafuncionaria del Ayuntamiento recuerda que “los rumores circularon mucho losprimeros días, como el que decía que había que protegerse a las cinco o a lasseis de la tarde ante sacudidas, cuando un terremoto no puede predecirse nuncacon exactitud”, comenta.

Uno de esos puntos neurálgicos para los afectados es eledificio de Urbanismo. También entre grietas, continúa recibiendo a vecinos quesopesan qué hacer con su futuro en relación a la marca dejada  en sus viviendas por los técnicos municipalesy los arquitectos voluntarios de los equipos que evalúan la evolución de lasreformas y de las mejoras acometidas en las viviendas y locales comercialesafectados. Las funcionarias también atienden llamadas monotemáticas, como la deun arquitecto que vuelve a ofrecerse para echar una mano cuando sea necesario.”No es el ajetreo de los primeros días, todos hemos puesto de nuestra partepara organizar los trámites”, explica tras agradecer el gesto al experto ydejarlo prevenido ante una eventual llamada que lo requiera.

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Pasear de un barrio a otro es buscar normalidad donde no lahay, pisar instintivamente el centro de las calles para evitar las marquesinasante eventuales desprendimientos, sobre todo las de aquellas viviendas marcadaspor el círculo rojo; es pensar en estar dentro de una reforma completa sinhaber avistado un ‘prohibido el paso a cualquier persona ajena a la obra’ o ‘esnecesario el uso del casco’; es sentirse ajeno e implicado a la vez;sorprendido como triste; humano como foráneo; vecino y turista.

“Lorca abierto por restauración”

Del capítulo turístico, tal y como apuntan a 360gradospress desdeel área de Turismo del Ayuntamiento, destaca la campaña que se pondrá enpráctica con motivo de la celebración del primer mes del desastre. Bajo el título de “Lorca abierto porrestauración”, se pretende recuperar la actividad en el municipio gracias arutas específicas que contribuyan a superar el varapalo que ha significadotambién para el patrimonio de la ciudad el terremoto, realimentando otro bienperdido: el turismo. Para ello se habilitarán rutas por las zonas del cascohistórico para que la normalidad aliente la confianza de los vecinos y de losforáneos, que hoy encuentran iglesias como la de Santiago en ruinas y conoperarios que se afanan en recuperarla.

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Entre el polvo y los carteles de los bajos comerciales que anuncianun traslado forzoso a otras dependencias, los que se han visto menos afectadoso han acometido ya las reformas necesarias para reiniciar su actividad,avanzamos hacia la zona de Lorca más afectada: el barrio de la Viña. Allí unade las dos empresas del municipio encargada de acometer el derrumbe de lasviviendas más afectadas, las que no podrán salvar el círculo rojo, se afana entirar abajo un edificio de viviendas mientras un policía local anima a losconductores que se paran para pedir explicaciones de por qué no pueden seguirpor esa calle a tomar el desvío preceptivo. “Si está para tirarla, cuanto antesse tire, mejor”, habla una de las afectadas con otro vecino mientas lasmáquinas convierten en escombro lo que antes eran viviendas.

Campamento de afectados

Los que siguen sin poder entrar en sus casas, los que aún nohan encontrado la provisionalidad del techo de un familiar  o los que están empadronados sin saber quévan a hacer antes de buscarse otra vivienda o un alquiler, siguen cobijados en elcampamento de afectados ubicado en los aledaños del polideportivo municipal,muy cerca del Hospital Rafael Méndez, que también sufrió importantes daños. Uncampamento que pretende ser una medida provisional para los afectados, aunqueaún no tiene fecha de caducidad, por lo menos eso es lo que citan las fuentesmunicipales consultadas por 360gradospress. Hasta 10.000 personas llegaron adormir en los distintos campamentos que llegaron a haber los primeros días. Hoysólo queda éste, que alberga aún a unas 400 personas tres semanas después delterremoto. 

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Las instalaciones están dotadas de aulas escolares paraniños, de lavaderos, de 126 tiendas de campaña para 16 personas cada una, deduchas y baños, de médicos 24 horas… Siguen estableciéndose turnos para elreparto de comida y de ropa y ONG como Save de Children organizan actividadespara los más pequeños. Al contrario de lo que pueda dibujar el imaginariocolectivo, las instalaciones se caracterizan por la higiene y por unaorganización interna rigurosa, [Img #13338]
alimentada por el voluntarismo del personal deCruz Roja y Protección Civil que, con la seguridad privada, la Guardia Civil,el 112 y la UME, se encargan de garantizar la vida saludable en esta instalación efímera que cobija a personas como Jorge, natural de Ecuador yresidente del barrio de la Viña, que ocupa una tienda en compañía de su mujer yde sus hijos. “Mi familia me ha pedido varias veces que vuelva a mi país parano sufrir más”, explica este recolector de lechugas que ha dejado de trabajardesde que ocurrió el terremoto, como su mujer, para atender a sus hijos y para”esperar una solución de la comunidad de vecinos”, que según él, “ha solicitadolas ayudas para reformar las viviendas”.

Las autoridades quieren que la normalidad regrese de formagradual y, con ella, que los inquilinos del campamento como Jorge vayanencontrando solución a la provisionalidad con la que conviven aún, cuando secumple casi un mes de la tragedia.

Dos terremotos muy cerca de la superficie de 4,5 y de 5,2 gradossacudieron la ciudad de Lorca entre las 17:00 y las 19:30 horas del pasado 11de mayo. Nueve personas murieron, el 80 por ciento de los edificios de estaciudad de 60.000 habitantes se vio dañado, ya se han demolido 9 edificios, lainmensa mayoría de los locales comerciales se han visto perjudicados gravementey es la mayor catástrofe urbana ocurrida en España desde la Guerra Civil. Estasson las cifras que llegan desde el área de prensa del Ayuntamiento, pero elcontacto directo con Lorca descifra que la ciudad está en condiciones derecuperar su aliento gracias al trabajo compartido de todos los que se afananen conseguirlo.

No te olvides de Lorca.

Óscar Delgado

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