Míster escarabajo

Un biólogo valenciano guarda en su casa 8.000 coleópteros de toda España

S.C., Valencia. Antonio Pérez Onteniente es doctor en Biología por la Universidad de Valencia en la especialidad de Zoología. Colecciona coleópteros desde niño y ya reúne en su casa de la capital del Turia más de 8.000 ejemplares de 2.000 especies distintas capturados en España. Los conserva en cajas, clasificados por familias y por su lugar de procedencia. Utiliza alfileres para fijarlos sobre cartulinas en las que indica, escritos a mano, la fecha y el enclave donde los capturó. La caja más antigua tiene 30 años, correspondiente a una muestra de escarabajos coprófagos, ejemplares de rinocerontes y de plagas. A pesar de contar con esta colección única de coleópteros, Antonio Pérez Onteniente se doctoró con una tesis sobre lombrices como descubridor de dos especies desconocidas para la ciencia.

Cuando sale a la calle o se va al campo, siempre lleva unos frascos consigo. Su trabajo no sólo sirve para conservar más de 8.000 ejemplares de escarabajos, sino como elemento de investigación para la lucha contra las plagas. De hecho, los coleópteros de plaga son los más duros de todos los que conserva, “con éstos tuve que calentar el alfiler para atravesarlos, son los que se comen las raíces de los melocotoneros y de otros frutales”. Antonio Pérez intercala la explicación de su afición con la pronunciación de nombres científicos alejados del uso común de cualquier persona ajena al mundillo de los coleópteros. Los que pueden ser de plaga para la agricultura son de la familia de los bupréstridos, uno de los tesoros más preciados del coleccionista.

“Como los coleópteros tienen unas cutículas muy duras, su conservación es fácil. Una vez que los pincho y se secan, se quedan ahí, en la caja; aunque los más pequeños los monto en cartulinas”, explica el investigador. La dificultad de completar una colección de estas características, a diferencia de una de cromos, es que “en la de cromos tienes un álbum que vas rellenando; en la colección de escarabajos partes de que nunca sabes exactamente cuántas especies hay ni, por lo tanto, cuántos ‘cromos’ vas a poder meter en el álbum”. Además, otra diferencia es que Antonio no cambia escarabajos, “lo que hago es coger las especies no exactamente para rellenar una colección, que también, sino para tener una referencia que me permita hacer estudios y compararlos con las nuevas capturas”.

El escarabajo que come colecciones
Entre los ejemplares encontramos el Anthrenus museorum, “el coleóptero que se come las colecciones” porque se alimenta de ejemplares secos como los que colecciona el investigador. Por ello, todas sus cajas de insectos, incluidas las que contienen a este ‘depredador de colecciones’, guardan en su interior envuelto en papel aluminio una cantidad de antipolillas.

Titanus Giganteus
A pesar de que tiene más de 8.000 ejemplares en perfecto estado de conservación y de clasificación, Antonio Pérez Onteniente suspira por conseguir algún día el coleóptero de sus sueños: el titanus giganteus, el escarabajo más grande del mundo, que puede medir hasta 20 centímetros. “Está en las selvas de Venezuela, en la zona de las Guayanas. Hay un apartahotel con laboratorio y todo al que ha viajado un amigo mío que es ocupado por científicos que van allí en la época en la que sale el titanes giganteus para recolectarlo”. El problema que tiene Antonio para poder realizar esa captura es la falta de tiempo. Además de investigador, es catedrático de Biología y Geología y afiliado al sindicato CSI-CSIF.

Lombrices
La colección del investigador se hizo tan grande que el Museu Valencià d’Historia Natural (Valencia) conserva parte de ella, la correspondiente a las lombrices de tierra con las que Antonio Pérez Onteniente se doctoró. Precisamente, de la investigación que emprendió con motivo de su tesis doctoral (ha publicado un libro titulado Las lombrices de tierra en la Comunidad Valenciana -2008-), descubrió para la ciencia dos ejemplares desconocidos hasta entonces: la Nicrodilus carochensis, del Macizo del Caroig, y la Eumenescolex proclitellatus, de la Sierra de Enguera. Ahora está a la espera de que le publiquen una tercera que descubrió el invierno pasado en la provincia de Albacete, a la que le va a poner el nombre de Zophoscoles albacetensis.

A diferencia de los escarabajos, las lombrices no se guardan en cajas “porque no se pueden secar, ya que se arrugarían, se romperían y no servirían”, se conservan en tubos de ensayo con formol. “Pierden el color pero es la mejor forma”, añade Antonio. Utiliza dos métodos para la captura de la lombriz: extraer tierra con una horca o arrojar agua al terreno “con una pequeña cantidad de formol, lo que provoca que las lombrices salgan a la superficie”, explica el experto.

S.Y.

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