Plantar una flor es de lo más inofensivo. O, quizá, no tanto. Esta semana en 360 Grados Press hemos conocido a quienes conciben que esta actividad tiene una connotación revolucionaria.
“Una noche me escapé a hurtadillasa las dos de la madrugada para transformarla, limpiando la basura y las malashierbas y plantando unos pocos arbustos que parecían encajar adecuadamente“.De esta forma relata Richard Reynoldssu primera acción en la parcela que permanecía abandonada por el gobiernomunicipal frente a su casa en la transitada intersección londinense de Elephant and Castle. Él, que había sidocriado en un ámbito rural, echaba de menos el “placer” de cultivar algunas plantas, lo cual le impedían tanto sutrabajo a jornada completa en una oficina como su vivienda en un bloque deedificios. Poco después de aquel episodio, decidió contar la pequeña hazaña ensu blog y ello sirvió, a su vez, como semilla de un movimiento comunitario. “El jardín prosperó y eso me dio confianzapara ampliar mis miras por el descuido de calles y de arcenes más allá de mipuerta de entrada“, prosigue. Con todo, Richard se ha convertido en una delas voces más reconocidas de la GuerrillaGardening.
Un concepto contantos matices como seguidores
Aunque suene extraño para muchos, la jardinería puede ser combativa. Esosí, no es una condición sine qua nonpara simpatizar con esta corriente. “GuerrillaGardening es el cultivo ilícito de la tierra ajena. He conocido y he escuchadoa gente que ha dado este paso alrededor de todo el mundo y, pese a que escogenlos mismos medios, sus motivaciones varían. Algunos lo hacen por embellecer,unos cuantos por diversión y otros para hacer una crítica política“,explica Richard. Así, por ejemplo, la plantación que unos activistas realizaronen los baches del asfalto de la ParliamentSquare de la capital británica para protestar contra la guerra en el año2000 se engloba en la misma categoría que el grupo Green Guerrillas fundado por Liz Christy en 1973 para acicalar unsolar de la neoyorquina isla de Manhattan,el cual se mantiene convida casi cuatro décadas después. “Setrata de una estrategia compartida, no de un fin en sí mismo. Todos estos casosno fueron originados por las plantas, sino por una causa. Usaron el mismo mediopara hacer llegar su mensaje“, matiza Richard.
Los puntos en comúnde la diversidad
En definitiva, el fondo de cada acción es diferente, lo cual no ocurrecon la forma. Ni tampoco con un par de rasgos muy característicos. Porque la Guerrilla Gardening se fundamenta alládonde se practica en el “amor por lajardinería” en general, que no es lo mismo que la defensa del ecologismo apesar de su estrecha relación, según afirma este precursor. Asimismo, elmovimiento lleva implícita una reivindicación relacionada con la gestión de losespacios públicos. En palabras de Richard: “Desdenuestro punto de vista, los gobiernos deberían facilitar y animar a laciudadanía a que tomase parte y asumiera responsabilidades en este sentido enlugar de asumir que estas zonas han de ser asignadas a contratistas. De esaforma, muchas más personas harían lo mismo que nosotros sin necesidad de serguerrillas“.
Una suerte dereproducción por esporas
A la espera de dicho cambio de actitud en firme por parte de lasadministraciones, la Guerrilla Gardeningno ha dejado de crecer por doquier. Para muestra, no hay más que seguir larepercusión de la iniciativa deRichard. Actualmente, en su vecindario se arreglan unas 25 parcelas que vandesde las isletas hasta el alcorque de los árboles. Todo ello, contando ahoracon la colaboración de otros residentes de la zona. “Es maravilloso ver cómo compartir historias ha inspirado a personaspara transformar sus áreas locales. He visto, incluso, a algunos gobiernos municipalescambiar sus políticas para fomentarlo. Este es, probablemente, el mayor éxitode la Guerrilla Gardening“, afirma. El fenómeno ha tenido réplicas enmultitud de capitales europeas. En España, por ejemplo, se ha llevado a lapráctica en un par de ocasiones hace años en ciudades comoMadrid u Oviedo.
El abono necesariopara un futuro prometedor
Sin duda, la trayectoria global de esta corriente no hubiese sido lamisma sin blogs y redes sociales.O, por lo menos, así lo cree Richard. “Alpublicarlo, otros encuentran inspiración, consejos y respaldo. Muchísimosjardineros guerrilleros habrían pasado inadvertidos para quienes disfrutan dela jardinería en su día a día, pero compartir este trabajo vía online nos hapermitido obtener el reconocimiento que de otra manera sería imposible y quenos motiva a seguir adelante“, reconoce en este sentido. Por ello, esteconvencido del poder de la flora no se plantea abandonar el pelotón, ni muchomenos. “Esta actividad me ha unidoespecialmente a mi barrio, Elephant and Castle. Además, dos de las parcelas queinicié como jardinería de guerrilla han sido legitimadas. Es una gozadatrabajar en ellas y ver cómo maduran. También tengo ganas de compartir mássobre lo que he hecho en mis viajes, de actualizar mi web y de escribir unsegundo libro para poner en común todo lo aprendido desde el primero“, concluye Richard. Esteentusiasmo no hace más que reclutar a nuevos combatientes y poner a cada vezmás jardines en pie de guerra.
David Barreiro