Holanda, al rescate de los perros callejeros

El abandono no cesa. Cada cuatro minutos en España se abandona un perro o gato a su suerte, un total de más de 137.000 al año, según el último estudio sobre el abandono de la Fundación Affinity. Miles de animales se ven abocados a vivir en la calle. Es la cruda realidad de los más vulnerables, los que ansían compartir sus vidas, proporcionar cariño a sus dueños y regalar sonrisas. Holanda es el primer país que tras muchos años de lucha ha logrado no tener perros callejeros.

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Los Países Bajos comenzaron a luchar por los derechos de estos canes en el año 1864, momento en el que se instauró la primera protectora de animales en La Haya. El gobierno holandés fue sacudido por un preocupante brote de rabia, fruto de la cantidad de perros que había en la calle, que en aquel momento era de las mayores de Europa, y de las paupérrimas medidas de higiene, lo que supuso una de las principales causas de mortalidad en la población.

 

La horrible situación hizo que los holandeses abandonaran a sus mascotas por miedo a ser contagiados. Una acción que les devolvió a su sitio de origen, la calle. Ante tales hechos, al gobierno holandés no le quedó otra que hacerle frente a la problemática y asumir los costes de las castraciones, así como realizar campañas masivas de esterilización gratuitas para evitar la superpoblación animal, un problema que todavía se vive en el nuestro país. “Algo por lo que las protectoras españolas luchan de forma férrea, haciendo contratos con los adoptantes para que se comprometan a esterilizar a sus animales desde el momento que los acogen, pero todavía queda mucho por hacer“, asegura Manfred, un holandés que vive actualmente en Valencia y conoce bien la situación.

 

Según este holandés, “es necesario que las protectoras ejecuten acciones parecidas a las que en su día protagonizaron la agencia holandesa de protección canina Hondenbescherming, la Plataforma de Fundaciones Animales Animal Foundation Platform y la Universidad HAS Den Bosch, que decidieron investigar los motivos por los que eran abandonados los animales para hallar la raíz del problema y proponer soluciones.

 

Medidas duras

A Manfred, como a muchos, le encantan los animales. Es colaborador de una protectora y acoge a muchos cachorros hasta que consiguen una familia. Tiene dos galgos adoptados y considera que “España tiene mucho que aprender de la política de Holanda para acabar con el abandono animal“. Según explica, la razón de que lo consiguiera fue gracias a la implantación de una de las leyes más duras de Europa, la Ley de Protección Animal y la Ley de Salud y Bienestar Animal, que prohíbe a los dueños no brindarles los cuidados pertinentes o abusar de los mismos. “Además, si se les ocurre abandonarlos a su suerte pueden enfrentarse a sanciones económicas que pueden llegar a superar los 16.000 euros y tener una pena de cárcel de 3 años“, explica.

 

Otra medida que implementó el gobierno holandés en su afán por terminar con el abandono y evitar la compra excesiva de perros con pedigrí que había en aquel momento y, por ende, el aumento del número de canes callejeros fue incrementar los impuestos a la gente que compraba perros de raza, facilitando así que quienes realmente deseaban tener un perro lo terminasen adoptando.

 

Su filosofía y comportamiento han conseguido que Holanda sea el primer país sin perros callejeros. Mientras, España, aunque cuenta con muchas protectoras y santuarios animales que se dedican a estos menesteres, se enfrenta a una falta de apoyo por parte del gobierno que le dificulta la tarea, más si cabe.

 

Aunque son diversos los factores que influyen en esta horrible situación acaecida en España, según arrojan los últimos datos del informe de Affinity a partir de las razones declaradas por los propietarios, las excusas más frecuentes por las que estos se desentienden de sus mascotas son: el comportamiento del animal, las camadas indeseadas, los factores económicos, el fin de la temporada de caza y el cambio de domicilio.

 

Pero afortunadamente, en esta sociedad aún tienen cabida personas que se preocupan de velar por los más débiles y les tienden la mano cuando más lo necesitan. Personas como Ruud, un holandés ya jubilado que vivió muy cerca este problema y confiesa que su sueño siempre fue el de retirarse a una casa de campo y vivir rodeado de muchos animales. “Aunque no lo conseguí, trato de ayudar en la medida de lo posible a estas endebles criaturas, adoptando y facilitando recursos económicos a las protectoras para ayudarles con su labor”, concluye.


@InGabarda

David Casas

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